A diferencia de lo que se suele pensar, cubrir la taza con papel o ponerse de cuclillas no protege más en un baño público. Aunque muchas personas lo hacen bien por instinto o bien por precaución, los expertos afirman que la piel humana actúa como una buena barrera eficaz ante los microorganismos y que el riesgo de contagio en un inodoro limpio es casi inexistente.
El riesgo de los baños públicos
El miedo a los baños públicos está muy extendido. No obstante, los estudios científicos demuestran que el asiento del inodoro no es la superficie más sucia del baño. La mayor concentración de bacterias suele darse en grifos, pomos, manillas y botones de descarga, zonas que se tocan directamente con las manos.
Según indica muchos expertos en microbiología y medicina preventiva, para que un germen penetre en el organismo necesita una vía de entrada y que la piel intacta impide el contagio incluso al contacto con superficies contaminadas. Por ese motivo, el riesgo de infección por sentarse en una taza de váter es muy bajo, hasta en lugares de uso compartido.
¿Por qué no sirve el papel?
Una de las costumbres más comunes en baños públicos es poner papel higiénico sobre la taza antes de sentarse, con la idea de que así se evita el contacto directo. Pero esta práctica, para los expertos, no solo es inútil, sino contraproducente.
El papel no actúa como barrera protectora; al contrario, puede favorecer la acumulación de bacterias. Al tratarse de un material poroso y estar expuesto a la humedad del ambiente, se convierte en un medio perfecto para que los microorganismos se adhieran y se dispersen. Por no hablar de que la propia manipulación del papel con las manos aumenta el riesgo de contaminarlo antes de colocarlo.
Lo que realmente importa
La clave para evitar contagios en un baño público no es la taza, sino el uso de nuestras manos. Después de manipular la cisterna, el pomo o el grifo, lavarse las manos con agua y jabón durante al menos 20 segundos es el gesto más eficaz para acabar con virus y bacterias.
Si no hay lavabo disponible, los expertos aconsejan usar gel hidroalcohólico y no tocarse la cara antes de desinfectarse.
El riesgo de contagio por el asiento del inodoro es mínimo, mientras que el verdadero peligro lo tenemos en las superficies de contacto manual y en una mala higiene posterior.
Un gesto que lo cambia todo
Cubrir la taza con papel o mantener el equilibrio en cuclillas son gestos que no dan más seguridad y pueden resultar hasta contraproducentes. Lo más importante, para muchos especialistas, es mantener una higiene correcta de manos y aplicar el sentido común: si el baño está visiblemente limpio, se puede usar con tranquilidad.