La palabra permanece. No puede apagarse mientras haya alguien que la siga leyendo o recitando. Por eso, Laura Marinas sigue presente. Lo hace a través de sus poemas, de aquellos que le hicieron llegar al público y, también, ser reconocida con premios como el Ernestina de Champourcín. Pero la persona ya no está, una triste noticia que se produjo a principios del pasado mes de enero. Para rendirle homenaje, este viernes la capital alavesa acoge una sesión especial de Cita con la Poesía.
En el marco del vigésimo aniversario del programa, se ha querido organizar un acto de recuerdo, un recital que compartir con quienes conocieron a la mujer, con quienes se dejaron llevar por la rapsoda, con quienes se atrapados por la poeta, e incluso con quienes conocieron su faz teatral. Así va a suceder este día 19 a partir de las 19.00 horas en la Casa de Cultura Ignacio Aldecoa, siendo, como siempre, el acceso gratuito hasta completar el aforo.
La protagonista
Hay una serie de sorpresas y dinámicas dentro de este recital que no se pueden adelantar. Es lógico y normal, máxime en citas tan singulares como esta, con una carga emocional extra. Pero más allá de esa necesidad de no dar a conocer todos los versos, sí se puede contar que junto al público estarán Carmen Vicente, Ángela Mallén, Pilar Corcuera y Ángela Serna, encargadas de llevar las riendas de un acto en el que habrá más voces y presencias..., aunque por ahora es mejor guardar silencio.
Serán las creaciones de Marinas las que servirán de nexo común para todo lo que ocurrirá. “Vamos a ser capaces de controlar las emociones, aunque alguna lágrima se nos escapará”, reconoce Carmen Vicente, gran amiga de una Laura a la que conoció cuando las dos eran unas muy jóvenes.
Carmen Vicente, Ángela Mallén, Pilar Corcuera y Ángela Serna conducirán el acto en la Casa de Cultura Ignacio Aldecoa
Marinas, nacida en Carabanchel, había llegado a Vitoria con solo 5 años. Cuando tenía 8, y Vicente 14, ambas se encontraron. “Éramos vecinas”, recuerda. Empezaron a encontrarse para hacer poemas entre las dos y a partir de ahí se forjó una “amistad poética” que, aunque Laura ya no esté, sigue vigente. “Juntas hicimos ni sé la cantidad de recitales; le recitamos a todo lo habido y por haber”, sonríe la autora vitoriana.
“Era una poeta profunda. Podía coger todos los temas y en ese sentido, era diversa, pero siempre desde la profundidad. No daba puntada sin hilo. Sus poemas no son largos, pero son densos y a la vez bellos. Cada palabra es como un dardo que te va al corazón”, define Vicente en torno a una trayectoria que, de cara al público, empezó a hacerse patente cuando a mediados de los años 80 ganó el premio Ciudad de Vitoria por su Poemas de amor y de ciudad.
Poemas sin descanso
No fue, ni mucho menos, el único reconocimiento que alcanzó. Llegaron el Lasarte-Oria por Condena de silencio o el ya mencionado Ernestina de Champourcín por Entre Dos Sorbos, escrito cuando nació el último de sus hijos. Son solo algunos ejemplos de lo realizado y compartido, de lo escrito y dado a conocer.
“No daba puntada sin hilo. Sus poemas no son largos, pero son densos y a la vez bellos. Cada palabra es como un dardo que te va al corazón”
Eso sin perder de vista esa labor de rapsoda, de organizadora y participante en innumerables recitales. En Cita con la Poesía se subió alguna que otra vez al escenario de Ignacio Aldecoa, incluso para vestirse, de manera literal, con la piel de otras voces poéticas. No pocas de estas propuestas se llevaron a cabo junto a Vicente, sin perder de vista el aporte musical que ofrecía en ocasiones la guitarra de Juan Daniel Marinas, hermano de la creadora.
A principios de este siglo, dio forma y fondo, además, a una obra de teatro, realiza en verso, claro. El Jardín Botánico de Santa Catalina fue escenario durante unos diez años de las representaciones encarnadas por Marinas y Vicente. Hace casi 20 años, además, siguió una senda parecida con Santa Cruz de Campezo como punto de partida. “Era muy versátil y sabía llegar hasta el fondo”, recuerda Vicente al hablar de la poeta y, ante todo, de la amiga.