100 a 20 en las traviesas de contracancha. Iker Larrazabal, con la vitola de víctima. Prácticamente, se entendía desde las apuestas como un trámite para Jokin Altuna, pero como dice el amezketarra “las apuestas no significan nada”. Acertó. Otra frase del campeón: “La moneda no sale cara siempre”. Y otra: “Los puntos no caen del cielo”. ¡Bingo! Pues bien, el delantero alavés sacudió este domingo los pronósticos derrotando al campeón en curso del Manomanista de Primera y en el frontón Astelena de Eibar, uno de los escenarios fetiche del guipuzcoano. Campanada.
Casi todos se equivocaban. Altuna III no, que ya sabía de lo que es capaz Larrazabal, un diamante con cualidades y potencial de figura pero al que le falta pulido; tampoco Iker, que bordó un guion lleno de electricidad para sumar su primer punto de la liguilla de cuartos de final del Manomanista; y mucho menos Koldo Iriarte, botillero del amurrioarra y experto en reconducir la marejada de un pupilo que desborda brillo, pero que necesita calmar el nervio. Dique de contención.
Autocrítica
Reconoció Altuna III que hizo un “pésimo” partido con la izquierda. Fue autocrítico en un escenario que, a simple vista, parecía proclive para acometer la defensa de la txapela, pues, si bien el golpe de la eliminación del Parejas a las primeras de cambio fue duro, el tiempo disponible permitió una preparación específica con mayor mimo que en anteriores ediciones –llevaba catorce semifinales consecutivas en todos los campeonatos oficiales–. Lo cierto es que, sobre todo en la segunda mitad, no fue capaz de sacar de sitio a Larrazabal, que hizo daño con la derecha y exhibió la potencia con la volea. A raíz del once iguales, el de Amurrio asumió el control del partido y bordó el guion. Además, sumó desde el saque, evidenciando ciertos problemas a la hora de restar de su contrincante.
Larrazabal demostró en el Astelena que va muy en serio en el Manomanista. Por de pronto, y aunque queda mucha tela que cortar, se ha llevado por delante a las dos figuras más rutilantes de Aspe: Ezkurdia (21-22) y Altuna III (14-22), y la sensación es de paso adelante. Serio, trabajador, precipitado en ocasiones con la botivolea –en su caso es un arma más que un recurso–, tiene madera para estar arriba. El campeón de Serie B sometió al de Primera. “Es uno de los mejores partidos de mi vida”, advirtió el alavés. Escalón arriba. Mentón alzado.
Serio Larrazabal
No le temblaron las piernas al de Baiko Pilota pese a encajar un 5-1 de salida. Hizo daño Altuna III con la dejada y a base de transportar a un rival con problemas en esas lides. El plan era perfecto. La ejecución estuvo a la altura. Pero... Larrazabal advirtió de su peligrosidad a base de gas. Tiene caballaje de sobra. Cambió la velocidad con un dos paredes de volea. Se registraron igualadas en el quinto, sexto, octavo y décimo cartón. Larrazabal ganó vida. Altuna III, incómodo, se vio penalizado por el brioso pelotazo rival. Iker encontró altura y se movió bien, sin apenas errores.
El 11-10 fue un fallo del alavés. El 11-11, en cambio, fue un saque-remate errado de Altuna III, una de sus grandes armas. Y la electricidad de Iker electrocutó a Jokin. 11-15, 13-17 y 14-22. Sin estridencias. Con contundencia. Una muestra: en el 10-8 se rondaban los 100 pelotazos. En el 14-22 se contaron 176.