21 iguales. Labrit. Mirada hacia atrás. Iker Larrazabal gira el cuello y contempla cómo Asier Agirre se prepara para ejecutar un gancho. El alavés está fuera de sitio y es prácticamente imposible que llegue a las tablas de contracancha si el navarro cruza bien. El amurrioarra está a borde del colapso en un enfrentamiento duro. Todavía recuerda el alavés cómo la final del Manomanista Serie B parece escaparse como arena entre los dedos, grano a grano, cuando minutos antes todo parecía atado y bien atado. 

Por dos veces dio vida a Agirre. Por dos veces se le oscureció el panorama y aparecieron los fantasmas. La primera, yendo 11-16. En apenas unos pelotazos, el veterano de Arrotxapea igualó.

La segunda, cuando el luminoso cantaba un casi definitivo 19-21, que había puesto Iker con una dejada al txoko desde el cuatro con sabor a delicatessen. Momento crítico. Piloto rojo en el depósito. Larrazabal cometió un error claro con la derecha que dio vida a Asier, remando a contrapelo con el único objetivo de sobrevivir a tumba abierta. Una bola de oxígeno para continuar con la gota china sobre Iker, un delantero con una pegada descomunal, pero que este sábado sufrió de lo lindo, finalizando cerca del cataclismo. Pues Agirre tiene espíritu de partisano. Hoz y martillo. Un guerrero vestido de blanco. Puro sacrificio. Competidor hasta el tuétano. Carácter. Más aún ante un rival de mayor caballaje. Agirre es la honestidad hecha manista, un secante que obliga al límite. Con el 20-21, Larrazabal tuvo pelota cerca del frontis y ensayó una dejada al txoko a un metro de la chapa. Agirre, piernas rápidas y espíritu inquebrantable, cazó el arabesco. Finalizó con una apertura perfecta a apenas unos centímetros de besar el colchón. Y el alavés pasó de saborear el cetro, al vía crucis del 21 iguales y con el saque en contra. Mal asunto. Ejercicio de resistencia.

Al amurrioarra, de pelotazo brillante y violento –en ocasiones descontrolado–, se le había apagado el músculo de los primeros compases. Problemas físicos. El aliento largo de Agirre es un potro de tortura. Se le puso áspera la final en la segunda mitad, más peloteada y vibrante que la primera

Txapela a base de tacadas

La txapela se debatió a tacadas. Asier clavó seis saques y Larrazabal, cinco. La velocidad del material en la pared sigue marcando el destino de los partidos del presente mano a mano. Comenzó mandando Agirre a base de electricidad. Metió velocidad. 4-0.

Iker Larrazabal, campeón del Manomanista Serie B tras batir a Asier Agirre en el Labrit (21-22). Unai Beroiz

Iker se encontró con un regalo en el saque-remate. Agirre trató de cruzar y dio tiempo a que el alavés llegara en carrera, metiera cintura y conectara el derechazo al rebote. El de Amurrio abrió el guion. Puro músculo. Y siguió con la fiesta: un dejada al txoko tras el primer pelotazo, un error de Agirre con la derecha en defensa, un saque y otro derechazo al rebote. 4-5.

Erró Iker para devolver la iniciativa a Agirre. El de Arrotxapea conectó dos saques y un dos paredes a la vuelta del primer pelotazo. En cinco golpes, 8-5. En cinco golpes, distancia. A sufrir. Vuelta a empezar. El 9-5 fue el primer tanto peloteado del partido. Se cruzaron 16. Larrazabal tiró un derechazo a la contracancha. La brecha colorada se amplió con un gancho fuera del manista alavés. 

No salirse del partido

Pero si algo ha mejorado el amurrioarra es a no salirse de los partidos. Este sábado revivió a base de pegada. Atenazó a Agirre. Dio velocidad al cuero con la volea y sacó de sitio al partisano navarro. Se puso 10-9. El último tanto de la tacada fue un derechazo terrible que Asier no pudo responder de aire desde el cuadro ocho. Un misil tierra-aire para reventar el Labrit. 

Agirre 21

Larrazabal 22


Duración: 67 minutos de juego.

Saques: 6 de Agirre (tantos 4, 6, 8, 14, 18 y 19) y 5 de Larrazabal (tantos 4, 11, 16, 19 y 20).

Faltas de saque: Ninguna.

Pelotazos: 262 pelotazos a buena.

Tantos en juego: 9 de Agirre y 11 de Larrazabal.

Errores: 6 de Agirre y 7 de Larrazabal.

Marcador: 1-0, 4-0, 4-4, 4-5, 5-5, 10-5, 10-9, 11-9, 11-11, 11-16, 16-16, 16-17, 17-17, 19-17, 19-19, 19-21, 21-21 y 21-22.

Botilleros: Ejercieron de botilleros Rubén Salaverri (con Agirre) y Koldo Iriarte (con Larrazabal).

Incidencias: Final del Campeonato Manomanista Serie B disputado en el frontón Labrit de Iruñea. Buena entrada. En el primer partido, Peña II-Iztueta ganaron a Elordi-Tolosa (19-22). En el tercero, Salaberria-Aldabe vencieron a Zubizarreta-Ugartemendia (14-18).


Y Larrazabal se vino arriba. La pegada desmontó a Agirre, defendiendo con uñas y dientes. Estuvo 11-16. El alavés no cerró. Se endurecieron los cartones. La distancia menguó. Poder contra agonía. Y Agirre resucitó. Dos veces. ¡Levántate y anda! 16 iguales.

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Estuvo 19-17 tras anotarse dos saques seguidos. Regaló un dos paredes y le vino la vuelta. Una volea afiló el colmillo de Iker. Metió dos saques y un saque-remate. Cinco pelotazos y 19-21. Se le notaban las costuras físicas al de Amurrio. Erró el derechazo y regaló una parada para dar vida a Agirre. Y el saque para cerrar. 

21 iguales. Larrazabal mira hacia atrás. Agirre ve el hueco. Se la juega. Era el momento. Traza el gancho. Iker aguanta el aire y se queda quieto. Todo o nada. No llegaba. La pelota sale demasiado y muere en las tablas de contracancha. Larrazabal, campeón de Serie B. Estertores.