“Hay mucha cocaína”. Tres palabras para una constatación. En la capital alavesa abunda el citado estupefaciente, sin que aún exista una explicación técnica única para acomodar esta aseveración policial.

Bajo estos términos relata a DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA un investigador de la Ertzaintza con décadas de experiencia en las calles de Gasteiz la situación que se encuentran quienes se encargan profesionalmente de acotar el terreno a quienes se mueven al otro lado de la ley. “Desde luego, hay más que antes”, aparte de otros canales de distribución, con más actores implicados y cada vez más profesionalizados.

Radiografía

La radiografía del tráfico de estupefacientes en Vitoria confirma un diagnóstico ya intuido. Existe una fuerte relación entre ciertos locales de ocio nocturno y de hostelería muy concretos y la compra-venta de marihuana, hachís y, sobre todo, cocaína. Esa terna capitaliza las transacciones, aunque siempre hay otras sustancias que se hacen un hueco en un mercado que no hace ascos a otros productos legales, como el óxido nitroso, al que se le da un uso que en su génesis es insospechado.

En ese contexto, los agentes y las patrullas también han detectado ya en Gasteiz la presencia de tusi o cocaína rosa, que poco tiene que ver con lo que aporta su nombre, salvo, lógicamente, el color.

“Proviene de otro ambiente diferente, con un perfil de comprador distinto al habitual de esta zona”.

Presencia anecdótica

No obstante, este estupefaciente, de moda en ambientes de alto poder adquisitivo de zonas muy concretas y señeras del Estado, aún es anecdótica en estos lares. De hecho, los integrantes del Servicio de Investigación Criminal Territorial de Álava (Sicta) de la Ertzaintza no han planteado operaciones contra el tráfico de la sustancia, porque no ha llegado aún al territorio en formato comercial. Las cantidades detectadas tienen origen en otros mercados, donde han sido adquiridas para uso personal. “Proviene de otro ambiente diferente, con un perfil de comprador distinto al habitual de esta zona”.

Las certezas al respecto dictan que “de momento no hay ocupaciones” de cantidades reseñables de la citada sustancia entre los cuerpos con competencias en materia de seguridad ciudadana en Vitoria y Álava, relata el citado investigador.

En cualquier caso, eso no quiere decir que los ertzainas que desempeñan su labor en la lucha contra el narco no conozcan los riesgos que arrastra la sustancia de moda, creada en demasiadas ocasiones con componentes aleatorios, conformando cócteles químicos con consecuencias difíciles de determinar.

Cinco grandes grupos

Otra consulta realizada a un segundo investigador de la Ertzaintza, y ya adelantada por este medio, sirve para explicar la citada radiografía. “Lo difícil es decir una zona en la que no haya tráfico de drogas”.

“Lo difícil es decir una zona en la que no haya tráfico de drogas”

Ramas de narcos

En conversación con este rotativo, el citado enumeraba las cinco grandes ramas de narcos que se reparten en líneas generales la distribución de los estupefacientes en la capital y parte del territorio. Cada una de ellas tiene matices propios, incluida una determinada cultura que las define, también marcada por sus diferencias étnicas. Bajo esas perspectivas, por una parte, se encuentran los grupos especializados en el menudeo tradicional a pie de calle de cocaína y hachís (costo), y circunstancialmente, de marihuana.

Distribuidores numerosos

Son distribuidores muy numerosos y, en principio, de cantidades pequeñas. Habitualmente proceden del Norte de África. A ellos se suman los grupos de distribuidores que se dedican casi en exclusiva a la colocación de cocaína en locales que, por decenas, controlan en la capital. Según el criterio policial trasladado a este rotativo, se trata de organizaciones que tienen mucha fortaleza, están organizados y son muy profesionales. Su origen es sudamericano.

Bandas juveniles

Junto a ellos, y ligados al fenómeno de las bandas juveniles violentas en boga en la ciudad, hay otros distribuidores de cocaína de origen antillano que empiezan a hacerse fuertes en media docena de locales de la capital alavesa, especialmente, discotecas. Se aferran a comportamientos conocidos en ese tipo de grupos y utilizan las distribución de estupefacientes como modus vivendi. 

Nuevos actores

A los tradicionales actores hay que sumar la consolidación de redes llegadas de países del sur de Asia que pasan desapercibidas y que son impermeables a la acción policial. Su actividad está ligada a la reintroducción de la heroína, que volvería a consumirse como antaño. Este tipo de grupos desarrolla su actividad desde locutorios, fruterías o restaurantes étnicos. Esta novedad en el menudeo no es la única a la que se enfrentan los agentes. Al respecto, el citado investigador también analiza otra de las novedades más significativas a la que se tienen que enfrentar quienes tratan de trabar el negocio al narco. Se trata del aprovechamiento de actividades legales como nuevos canales de distribución por parte de las redes de narcos más tradicionales. La experiencia policial al respecto se ciñe a quienes se aprovechan de los servicios de reparto a domicilio como excusa para la distribución de estupefacientes. Habitualmente se aprovechan de este tipo de negocios camellos pertenecientes a los dos primeros tipos de narcos.

Sintéticos

En materia de estupefacientes sintéticos, destacan los distribuidores nacionales, con gran movilidad entre la cornisa cantábrica y Francia. Al respecto, el trabajo policial ha logrado desmantelar más de un laboratorio capacitado para la confección de sustancias como el MDMA o la metanfetamina.