Sentido del humor es algo que no le falta a Pedro Ruiz, artista como él dice inclasificable que también cuenta en su haber con una gran multitud de anécdotas. De esas anécdotas nos hablará precisamente la semana que viene a su llegada a Bilbao con Mi vida es una anécdota. Como ya hiciera el año pasado, el día 1 se acercará al teatro Campos Elíseos con esta cita, mientras nos habla de la canción que acaba de presentar, Hay que ver.

Si tuviera que elegir entre la música, el cine, la tele, el humor..., si tuviera que renunciar a alguno, ¿cuál sería? 

-A lo último que renunciaría es a la poesía. Es una cosa que mucha gente no lo sabe, pero yo escribo poesía desde que soy muy jovencito. Y ahora he lanzado una canción, que he hecho con tres chicos jóvenes -Lex, Ana Corbel y Clara Navarro-, que es una canción mía y se llama Hay que ver. No te digo que vaya a ser Macarena, pero ese camino lleva. Pero si yo volviera a nacer ahora, empezaría por la música. A mí lo que más me gusta es escribir y componer. Lo que pasa es que, como hago tantas cosas, entiendo perfectamente que mucha gente no se centre en mí, porque los demás tampoco tienen tanto tiempo para dedicarle a uno mismo. No tienen por qué saber que yo hago cine, escribo, canto, que hago televisión cuando me dejan... Pero soy partidario de estar siempre en lo próximo. Porque repetir lo mismo siempre me ha parecido muy aburrido. Si viviera mil años, que no está comprobado que no los vaya a vivir, haría cincuenta mil cosas más. 

Como comenta, ha hecho muchas cosas. Uno de sus comienzos fue la radio. ¿Qué tiene la radio que es imperecedera, que sigue acompañándonos? 

-Yo estuve en la radio desde los 16 años hasta los 24, y ahí ya dejé Estudio Estadio. La radio, la ventaja que tiene con respecto a otros medios, es que con un cambio de tono cambia el decorado. Tú puedes decir una barbaridad, digamos que grosera, y a continuación de decir la gran grosería haces dos segundos de pausa, suena el Adagio de Albinoli, y puedes decir un poema profundísimo, y al espectador le ha cambiado la percepción. Eso, para hacerlo en teatro o cine, hacen falta luces, decorados... Yo en la radio aprendí mucho. Ten en cuenta que yo soy hijo de un chófer particular, y mi madre vendía bacalao. Gracias a la radio, cuando estudiaba Derecho, tuve acceso a muchos mundos que si no no hubiera conocido. El camino más interesante para aprender es escuchar.

"Gracias a la radio, cuando estudiaba Derecho, tuve acceso a muchos mundos"

Y con tanta escucha, ha vivido miles de anécdotas. Ahora se acerca a Bilbao para traernos algunas. ¿Nos puede adelantar alguna?

-Yo he hecho treinta espectáculos distintos con músicos, sin músicos, con actores, sin actores... En este espectáculo, que no es el último que voy a hacer, he convertido en comedia la verdad. Es decir, cosas que me han ocurrido se convierten en canciones, en explicaciones, en parodias... Y el público me puede preguntar. ¿Para qué hago esto? No lo hago para que la gente diga: “Mira qué vida tan interesante tiene Pedro”. No, lo hago sobre todo para que la gente vea que a todos nos pasan las mismas cosas; que el rey tiene almorranas, que al ídolo más grande del mundo le pasa una cosa chusca y que, en general, las cosas que nos pasan a todos son cosas de la vida. 

¿Vamos a vernos reflejados como en un espejo? 

-Claro, y si viene gente joven, que en este espectáculo quizá abunde menos que en otras ocasiones, yo siempre les digo lo mismo. Que no les preocupe no conocer a la persona de la que hablo, no saber nada de la vida de Felipe González por decir algo, porque lo que cuenta es el hecho, no la persona. Y yo lo cuento para que esto sea una relación de hechos. Oscar Wilde dijo que hagamos lo que hagamos nos recuerdan por una anécdota. Fernando Fernán Gómez hizo infinidad de cosas, y le recuerdan por “A la mierda”. Eso es un poco triste y al tiempo divertido. 

¿A usted por qué le gustaría que le recordaran?

-Por no saber definirme. Me gusta mucho que no me puedan pegar etiquetas porque nunca saben qué decir. Si ves listas de cosas, hacen una lista de cantautores y yo no salgo, una lista de cómicos y tampoco... 

Es inclasificable. 

-Eso me gusta. Me gusta ser inclasificable. Pero yo creo que es que las etiquetas son una tumba. Aquí fusilamos a la gente a etiquetas. Mi amigo Camilo José Cela me decía una cosa muy sabia: “Desengáñate, Pedro. Esta sociedad es tan pobre que no puede tener dos ideas diferentes de un mismo individuo”. Y yo siempre he luchado contra eso, no para ganar sino por lo menos para sentirme libre. 

Ya pudimos disfrutar de su compañía el año pasado por estas fechas. Ahora llega con fuerzas renovadas. ¿Con anécdotas también renovadas? 

-Sí, alguna cosa de actualidad voy poniendo, pero no quiero que este sea un espectáculo de actualidad, sino que la actualidad se pueda ver reflejada en cualquier otra cosa que ocurrió antes. 

Si hablamos de anécdotas, también encontramos unas cuantas en sus redes, donde arrasa. Más de sesenta mil seguidores en Instagram, similares en Twitter... 

-Yo me tomo Instagram como un trabajo. Yo tenía 4.000 seguidores hace unos meses, y ahora sesenta mil. ¿Para qué lo hago? Sencillamente porque me lo han pedido y porque creo que es bueno que lo que salga de mi boca salga de mi boca y no de otra. Si escribes pueden decir que lo ha escrito otro, y así por lo menos se sabe. Lo considero una parte del trabajo. 

En su cuenta de Instagram arroja cada día un pensamiento. ¿Cree que sus seguidores ya no pueden vivir sin esos vídeos? 

-Para nada. No hay nadie imprescindible, empezando por uno mismo. Estamos todos de paso, estamos un rato por aquí, y luego te mueres y viene otro y aparca en tu sitio. El resumen de la vida es que nadie es para tanto, empezando por uno mismo. 

¿Cómo se siente en redes? ¿Se siente arropado? 

-Las estoy descubriendo, porque yo jamás he hablado de mi vida privada y no lo haré. Dicho lo cual, ya que veía que los tuits que pongo muchas veces se veían reflejados en la prensa, prefería decirlos de viva voz, y que no parezca que han sido dichos con otro tono. El tono es muy importante. Cuando se pierde el tono, se pierde el fondo de la cosa. No es lo mismo decir una cosa con una sonrisa, que hacerlo seriamente. Y a veces una cosa que has escrito con una sonrisa parece que la has dicho con solemnidad, y a veces no es así. Pero lo que sí te digo es que tengo muy claro que en el ataúd no cabe nada, ni el ego. Yo lo único que colecciono son sensaciones. La materia nos sepulta, yo quiero hacer cosas. Seguramente este año dirigiré una película, que a lo mejor se rueda en Bilbao. Estoy con la gira de teatro, estoy negociando con TVE si finalmente alcanzamos el acuerdo de recuperar La noche abierta.... Yo tengo muchos planes, porque para ser joven hay que tener más planes que años.

Pedro Ruiz. Jose Mari Martinez

Hablando de jóvenes, se está viralizando en las últimas semanas en Instagram una canción de Raffaella Carrá, Pedro. No sé si le pitan los oídos de todas las veces que se está reproduciendo.

-Sí, me ha llegado, y además yo la canté con ella. Raffaella era una persona de la que nunca nadie ha hablado mal, y el día que vino a Como Pedro por su casa canté esa canción con ella. Está bien que se sepa que no solo hay un Pedro, hay otros Pedros. 

Con tantos sueños cumplidos, ¿hay algún deseo que le gustaría compartir con nosotros?

-No te voy a decir lo de las misses de la paz en el mundo (risas). Hombre, más que la paz en el mundo me gustaría que el mundo tuviera un poquito más de sensatez. Que nos diéramos cuenta de que estamos de paso y que es obligatorio llevarnos bien. Porque, de entrada, estamos en 2024 de 4.500 millones de años que hace que existe la tierra, por lo que hablar de historia resulta bastante vanidoso. Si tomáramos conciencia de esta efímera existencia, no nos llevaríamos mal, porque creo que es suficiente pasar por aquí sin ensuciar, y la ambición ensucia, yo siempre digo que la ambición es el cáncer del alma. Y entiendo que es la ambición no solo económica, sino las simbologías, las religiones, los propósitos de grandeza... Todo eso me parece siempre sospechoso. Todo el que quiere mandar me parece siempre sospechoso. Por eso no he votado nunca. 

¿Nunca? 

-No me votaría a mí, imagínate a otro. No es que no me fíe, es que no sabría cómo organizar la vida de los otros. Acepto lo que diga la mayoría, creo que la democracia es una bonita idea que nunca se ha llevado a término por completo, porque debajo de las democracias hay muchos intereses que todo el mundo conoce, no seré yo quien los revele. Y es el menos peor de los sistemas, pero la democracia en demasiados casos acaba siendo siempre la dictadura del dinero. 

Lo que está claro es que la sonrisa pocas veces la pierde. 

-A veces sí. Pero lo que no pierdo es el propósito de hacer cosas nuevas. Yo me despierto siempre con veinte planes, luego me salen bien dos. Pero al día siguiente tengo otros veinte. Y no recomiendo esto desde ningún tipo de magisterio, es una sugerencia. Al que lea esto le digo: “Si tienes muchos planes estarás de mejor humor, aunque no te salgan”.