La última estadística de la Seguridad Social en Euskadi vuelve a arrojar un dato que supera con holgura el millón de cotizantes. En concreto, son 1.036.074 los trabajadores afiliados a los distintos regímenes del sistema. La cifra total, simbólica pero poderosa, del millón de cotizantes, se lleva repitiendo de forma ininterrumpida desde septiembre del año pasado, pero en realidad es un volumen en el que el mercado laboral vasco lleva instalado desde junio de 2023, con la salvedad únicamente de los meses de julio, agosto y septiembre de ese año y agosto de 2024. La reactivación de la actividad económica tras la pandemia y la reforma laboral que comenzó a aplicarse en el año 2022, con políticas de estímulo de la contratación indefinida, han ayudado a rebajar las tasas de paro y a elevar las de cotizantes. 

No obstante, otra lectura de esa estadística es la cualitativa, la que tiene que ver con las carreras de cotización que se están desarrollando, en especial entre los trabajadores jóvenes. “Los que entran al mercado laboral ganan menos en términos relativos que los que comenzaban a trabajar hace veinte años. El mercado de trabajo es ahora mucho más flexible y es necesario tomar los datos con cautela. Habría que analizar cuáles son las cotizaciones medias”, subraya Ricardo Bustillo, profesor de Economía de la EHU. Un estudio del pasado mes de julio realizado por la Fundación BBVA y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie) ya advertía de que la incorporación al mundo laboral más tardía de los jóvenes, con una tasa de empleo entre los 16 y los 29 años 15 puntos porcentuales inferior a la de 2007, hará más difícil completar carreras laborales suficientemente largas para lograr una pensión a la edad ordinaria de jubilación que le permita mantener su nivel de vida previo. “Los jóvenes de hoy que se jubilen en 2065 y que solo hayan podido cotizar 30 años, tendrán que compensar sus menores cotizaciones demorando la jubilación hasta los 71 años. Además, con la última reforma, deberán realizar un mayor esfuerzo de aportaciones a la Seguridad Social para recibir una pensión con una tasa de reemplazo (relación entre la primera pensión y el último salario) dos puntos porcentuales más baja que la actual”, subrayaba el informe realizado por expertos de ambos organismos.

En cualquier caso, la consistencia en la cifra de cotizantes supone un “dato positivo” que refleja “el dinamismo de la economía vasca y de su potencial para crecer. Ahora existen más posibilidades de tener un empleo, tanto si ya se está trabajando como si se está desempleado. También hay que tener en cuenta que, al contrario que en la tendencia de la Unión Europea, en las crisis que ocurren aquí se destruye mucho más empleo que en otros países, por lo que ahora estamos recuperando los niveles de antes”, apunta Josu Ferreiro, profesor de Economía de la EHU. En concreto, tras un incremento de 4.404 personas afiliadas (+0,43%), Euskadi cerró el pasado mes con un total de 1.036.074 afiliados. En términos interanuales, la afiliación se incrementa en 13.176 trabajadores (+1,29%). En lo que respecta al descenso del desempleo, en la variación interanual, los servicios fueron el sector que concentra el mayor descenso absoluto, con hasta 1.203 parados menos (-1,59%), aunque la caída más acusada en términos porcentuales se da en construcción, con un 6,67% (-388 personas), lo que muestra el crecimiento sostenido en este sector. Industria, en cambio, anota por su parte 92 parados más que en noviembre de 2024 (+0,90%).

“El descenso del paro es positivo, pero seguimos viendo que el empleo se sigue creando mayoritariamente en los servicios. Es un trabajo menos cualificado, con peores salarios. Sigue habiendo demasiado empleo de carácter temporal y están aumentando los contratos a tiempo parcial, además del pluriempleo”, advierte Ferreiro. Todo eso tiene su impacto negativo en las carreras de cotización. Un salario bajo implica una base de cotización reducida y, por lo tanto, una menor contribución tanto por parte del trabajador como del empleador. “Es cierto que tenemos más cotizantes, pero no existe una perspectiva clara de crecimiento fuerte del PIB. No obstante, sí se percibe una mejora de la productividad total, tanto por la parte del factor del trabajo como del de la tecnología”, explica Ricardo Bustillo. 

En cualquier caso, la sostenibilidad general del sistema público de pensiones seguirá siendo objeto de debate. Los expertos creen que el problema reside más en los gastos que en los ingresos. De hecho, el Fondo de Reserva de la Seguridad Social cerrará este año por encima de 14.000 millones de euros acumulados, el nivel más alto desde diciembre de 2017, según el Ministerio de Seguridad Social. En lo que va de año, el fondo ha recibido dotaciones por un valor de 4.307,16 millones, de los que 3.970,31 millones provienen del Mecanismo de Equidad Intergeneracional (MEI). Además, la Seguridad Social registró un saldo positivo de 5.817 millones de euros en los primeros diez meses del año, como resultado de ingresar 194.749 millones de euros, un 8,3% más, frente a unos gastos de 188.933 millones (+6,1%). Sin embargo, las transferencias recibidas por la Seguridad Social ascienden a 45.489 millones de euros, con un aumento interanual del 12,8%. La gran mayoría de esas transferencias son a cuenta del Estado mediante recaudación impositiva. Es decir, que crece la proporción de pensiones que son abonadas con impuestos en vez de con los ingresos por vía de las cotizaciones. Es este aspecto donde estriban las principales preocupaciones en torno al sistema.