Cada semana recibo en la clínica a pacientes que llegan con una mezcla de preocupación y esperanza. Suelen decirme lo mismo: “Doctor, me da miedo quedarme sin diente. No quiero pasar meses con un hueco”. Esa inquietud es completamente normal… y, afortunadamente, hoy la odontología tiene una respuesta muy distinta a la de hace unos años.
Hasta hace poco, cuando un paciente perdía un diente —ya fuera por una fractura, una caries avanzada o una enfermedad periodontal— la única opción era extraerlo, esperar varios meses a que el hueso cicatrizara, colocar el implante y esperar todavía más tiempo antes de poner un diente fijo. Un proceso largo, incómodo y, en algunos casos, desesperante.
Hoy esa realidad ha cambiado. Gracias a los implantes inmediatos, en muchas ocasiones podemos extraer un diente y colocar el implante en la misma intervención. Y no solo eso: en casos seleccionados, también podemos poner un diente provisional fijo en el mismo día, evitando así que el paciente pase por la fase incómoda del hueco. A esto lo llamamos carga inmediata.
Técnicas para pacientes que valoran su tiempo, su imagen y su calidad de vida
¿Significa esto que todo el mundo es candidato? No. Y aquí es donde entra la parte profesional, la que más cuidamos. Para que un implante inmediato funcione, necesitamos que el hueso tenga una buena calidad, que no haya infección activa y que podamos lograr una sujeción inicial perfecta del implante.
Cuando las condiciones no son las adecuadas, lo honesto es recomendar un procedimiento convencional. Pero cuando sí lo son, el cambio para el paciente es enorme.
CLÍNICA DENTAL DAVID CHÁVARRI
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- RPS 23/25
Recuerdo un caso reciente: un joven de poco más de treinta años que se fracturó un incisivo en un accidente deportivo. Llegó preocupado por la estética, por el tiempo y por su trabajo de cara al público. Ese mismo día, extrajimos el diente, colocamos el implante y salió de la clínica con un diente provisional fijo, sonriendo con alivio.
Ese tipo de transformaciones —que combinan técnica, precisión y sensibilidad estética— son las que hacen que este trabajo merezca la pena.
La carga inmediata no es magia. Es planificación digital, experiencia quirúrgica y un criterio muy claro: todo lo que hagamos tiene que ser seguro a largo plazo. Nuestro objetivo no es solo que recuperes tu sonrisa rápido, sino que ese implante siga sano y estable dentro de 10, 15 o 20 años.
Cada vez más pacientes nos preguntan por estas técnicas porque valoran su tiempo, su imagen y su calidad de vida. Y creo que es una buena noticia: la odontología está avanzando hacia tratamientos más cómodos, menos invasivos y cada vez más predecibles.
Al final, de eso se trata: de devolver la sonrisa sin prisas… pero sin esperas innecesarias.