Cuando el Gobierno declaró el confinamiento contra el covid-19 en marzo de 2020, cesó el ajetreo humano en las ciudades y los habituales ruidos del tráfico casi desaparecieron. La llegada de ese silencio coincidió con el comienzo de la primavera y los habitualmente ignorados cantos de los pájaros que viven ocultos junto a los urbanitas volvieron a ser oídos.

Numerosos ciudadanos mostraron su sorpresa por esta inesperada compañía sonora, por su variedad y riqueza.

Pero esta grata compañía recién descubierta puede desaparecer o, cuando menos, reducirse significativamente en un futuro próximo y no será culpa solo de que los urbanitas hayamos vuelto a nuestras actividades cotidianas. La causa principal está en el cambio climático.

Silencio en campos y ciudades

La banda sonora canora de las aves es cada vez más silenciosa y menos variada por la disminución de especies debido al cambio climático, según un estudio que ha reconstruido por primera vez a gran escala los paisajes sonoros creados por las aves en más de 200.000 sitios en Europa y Norteamérica en los últimos 25 años.

El trabajo, publicado por la revista Nature Communications, ha desarrollado una nueva técnica que combina datos de seguimiento de aves obtenidos mediante observaciones de ciencia ciudadana con grabaciones de especies individuales al aire libre.

El estudio concluye que la banda sonora de la naturaleza generada por los pájaros, que ya se ha demostrado que mejora la salud física y el bienestar psicológico de las personas, es cada vez más simple y poco heterogénea.

Un petirrojo ('Erithacus rubecula') lanza al mundo sus trinos.Foto: Eugeni Tcherkaski

La investigación ha sido dirigida por Simon Butler, de la Universidad de East Anglia (Gran Bretaña), con la participación de Lluís Brotons, investigador del CSIC en el Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF).

Brotons atribuye la disminución generalizada de la biodiversidad e intensidad sonora de las aves sobre todo a los cambios en la composición de sus comunidades. "El resultado indica que, debido a la disminución de especies de aves, la estructura acústica de los paisajes sonoros naturales generada por los pájaros es cada vez más simple y poco heterogénea", según Brotons.

En la reconstrucción de los paisajes sonoros históricos, en la que han participado ornitólogos y científicos de centros e institutos de Austria, Bélgica, Dinamarca, Eslovenia, España, Finlandia, Francia, Holanda, Noruega, Polonia, Rumanía, Suiza y República Checa, han utilizado los datos de los recuentos anuales de aves de los enclaves de North American Breeding Bird Survey y Pan-European Common Bird Monitoring Scheme.

Estos datos los han combinado con las grabaciones de más de mil especies de Xeno Canto, una base exhaustiva de datos online que pone a disposición el piar de cantos y canto de aves de todo el mundo.

Desconexión entre las personas y la naturaleza

Los investigadores afirman que la relación entre los cambios en la estructura de las comunidades de aves y las características del paisaje sonoro resultante no es fácil de predecir. Para Brotons, "dado que las personas oímos más que vemos las aves, es probable que la menor calidad de los paisajes sonoros naturales haga que notemos más el impacto de la actual reducción de la población de aves".

Los investigadores ponen como ejemplo la pérdida de una especie como la curruca de los sauces, que entona un canto rico e intrincado, que probablemente tenga un mayor impacto en la complejidad del paisaje sonoro que la pérdida de una especie de córvido o gaviota estridente.

"Desgraciadamente, estamos viviendo una crisis medioambiental global, y ahora sabemos que la disminución de la conexión entre las personas y la naturaleza puede estar contribuyendo a ello", advierten los investigadores, que creen que estudios de este tipo ayudan "a aumentar la conciencia de estas pérdidas de forma tangible y relacionable y demostrar el posible impacto en el bienestar humano".