Londres - Las acusaciones de islamofobia contra el Partido Conservador y antisemitismo en el Laborista han empañado la campaña electoral británica, si bien, según los expertos, el impacto ha sido mayor para el socialista Jeremy Corbyn. Las alegaciones en su contra por mala gestión de las quejas por presuntos mensajes antijudíos de algunos afiliados, que le persiguen en los medios desde que en 2015 fue escogido líder laborista por las bases (con oposición del grupo parlamentario), han socavado su autoridad, indican las encuestas. Por contra, el primer ministro conservador, Boris Johnson, criticado por el racismo en sus artículos periodísticos, no se ha visto aparentemente debilitado por las denuncias de “islamofobia endémica” en su formación, reiteradas por la comunidad musulmana y sus propios colegas de esa religión.

El diferente tratamiento de ambos casos en la prensa, mayoritariamente proconservadora, y sus efectos a nivel interno en los partidos contribuyen a explicar por qué para Corbyn este ha sido un tema tóxico pero no así para Johnson, explica John Curtice, profesor de la universidad de Strathclyde y gurú electoral en el Reino Unido.

El actual ministro de Economía, Sajid Javid, musulmán de origen paquistaní, ha reclamado a Johnson una investigación interna sobre el asunto, mientras que el candidato a diputado tory en estos comicios Parvez Akhtar le pidió que se disculpara personalmente por llamar “buzones” a las musulmanas que deciden llevar velo facial.

En esta campaña es rara la entrevista televisiva donde no se pide a Corbyn que se disculpe ante la comunidad judía por defender a los palestinos ni se le achaca un liderazgo débil, lo que contrasta con un menor acoso a Johnson por racismo e islamafobia. - Efe