El sonambulismo es un trastorno que se produce cuando la persona afectada camina o realiza otra actividad estando dormida. Es un trastorno común, con una incidencia de hasta el 14% en menores de entre los 3 y los 15 años. Según destaca el doctor Rafael Téllez, responsable del Sueño de la Clínica IMQ Virgen Blanca, "se da habitualmente en niños y adolescentes más que en adultos, ya que durante el envejecimiento se produce una disminución de la cantidad de la fase N3 del sueño. En los adultos, la presencia de estos episodios se suele relacionar más frecuentemente con la existencia de otras enfermedades asociadas".

El sonambulismo o noctambulismo está clasificado dentro del grupo de las parasomnias, y se define por la presencia de episodios nocturnos durante los que los individuos que lo padecen desarrollan actividades motoras automáticas, que pueden ser sencillas o complejas, mientras ellos permanecen inconscientes y sin posibilidad de comunicación con quienes son testigos del evento.

No es una afección grave mientras el propio afectado no corra peligro o pueda suponer una amenaza para las personas de su entorno. Este trastorno, como queda dicho, tiende a disminuir con los años.

Según explica Téllez, "un individuo sonámbulo puede levantarse de la cama, caminar, orinar en cualquier sitio, salir de su casa, conducir un coche, tener relaciones sexuales sin recordarlas, e incluso realizar actividades peligrosas como actuar de forma violenta, lesionarse por una caída o saltar por una ventana".

Los sonámbulos suelen tener los ojos abiertos, "pero no ven igual que cuando están despiertos, y suelen creer que están en otras habitaciones de la casa o en sitios completamente diferentes. Y tienden a volver a la cama por iniciativa propia, sin recordar a la mañana siguiente haberse levantado por la noche", añade.

Un episodio de sonambulismo "puede producirse con frecuencia variable y suele durar varios minutos, aunque en ocasiones se prolonga más tiempo. Y es poco probable que se produzca durante la siesta", explica el doctor Téllez.

No se conocen de manera precisa sus causas, pero sí parece existir una predisposición hereditaria, de modo que en las personas con familiares que hayan sufrido este trastorno aumenta la probabilidad de desarrollarlo.

La fatiga, falta de sueño y ansiedad son algunas de las causas asociadas. En adultos, los factores de riesgo más comunes son el alcohol, los sedantes u otros medicamentos, el estrés y ciertos trastornos mentales. El sonambulismo puede también ser síntoma de un problema médico que provoca la disminución de las funciones mentales, es decir, un trastorno neurocognitivo. "También la fiebre o la alteración del ritmo del sueño (viajes, cambios de horarios, etc.) y enfermedades previas como la apnea del sueño, reflujo gastroesofágico, síndrome de piernas inquietas, etcétera, pueden estar detrás", añade este experto.

Los episodios de sonambulismo no suelen ser causa de preocupación, pero "cuando se producen de forma muy frecuente, si provocan comportamientos peligrosos o lesiones en el paciente o en otros, cuando alteran de forma significativa el sueño de las personas que viven en el hogar o de la persona que lo padece, o si provocan síntomas diurnos con somnolencia excesiva, es aconsejable acudir al médico", recalca.

Asimismo, hay dos situaciones donde también se recomienda consultar el problema con un profesional: "Cuando el inicio se produce en la edad adulta, o cuando, tras un comienzo en la niñez, persiste a lo largo de la adolescencia". Por otro lado, el tratamiento médico se centra en promover la seguridad y eliminar las causas o desencadenantes.

cómo evitarlo

  1. Adoptar iniciativas para mejorar la seguridad del entorno. Cerrar todas las ventanas y puertas antes de dormir y guardar los objetos peligrosos bajo llave.
  2. Acompañar con cuidado al sonámbulo hasta la cama. No es necesario despertarlo, a pesar de que no es peligroso hacerlo, en contra de lo que se cree.
  3. Incorporar medidas para un sueño de calidad. Ir a dormir más temprano, establecer un horario más regular, evitar los ruidos a la hora de dormir, etc.
  4. Fijar una rutina regular y relajante previa al sueño. Realizar actividades tranquilas y calmantes. Los ejercicios de meditación también pueden ayudar.
  5. Frenar el estrés. Identificar los problemas que provocan estrés e intentar pensar en maneras de lidiar con ello.
  6. Hallar un patrón de conducta. Durante varias noches, tomar nota (o pedir a otra persona de la casa que lo haga) del tiempo que transcurre desde que se inicia el sueño hasta que se produce un episodio de sonambulismo.
  7. Evitar alcohol y drogas. Pueden perturbar el sueño y desencadenar sonambulismo.