Una vida sencilla, construida sobre la búsqueda honesta de la felicidad y la mejor calidad de vida posible. Esa es la filosofía que guía cada paso de Yurema Busteros, fisioterapeuta y experta en equinoterapia, en su día a día en Maeztu. Galardonada con el Premio +Impacto, auspiciado por DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA, Busteros explica cómo los caballos y la fisioterapia pueden convertirse en herramientas capaces de transformar la vida de otras personas.
Su labor se sostiene sobre dos pilares. Por un lado, la fisioterapia, un servicio que presta a domicilio para atender a quienes, desde sus pequeños pueblos, no pueden desplazarse a un centro especializado. Un trabajo silencioso pero esencial para mejorar la calidad de vida en el ámbito rural. Por otro lado, la equinoterapia, disciplina con la que ayuda a potenciar el bienestar físico y emocional de las personas a través del vínculo con los caballos.
Yurema Busteros hace posible la terapia con sus caballos Patxo e India
El Premio +Impacto, dirigido a reconocer iniciativas que mejoran el futuro de nuestra sociedad y patrocinado por Kutxabank, ha recaído en Yurema Busteros, para quien sus dos caballos, Patxo e India, “llegaron como caídos del cielo”. Con ellos ha puesto en marcha un proyecto de equinoterapia para el que adquirió un terreno y donde, “poco a poco”, está levantando unas instalaciones propias.
También se plantea crear una asociación que permita abrir el servicio a más grupos, “porque el gran obstáculo de siempre es la economía”, subraya. Su trayectoria, afirma, le ha enseñado “que puedo emprender de otra forma, sin perder mi esencia ni aquello que me hace feliz”.
“Patxo e India llegaron como caídos del cielo”, recuerda Yurema Busteros
Los beneficios de la equinoterapia son amplios y profundos para todo tipo de personas y perfiles. En el plano físico, ayuda en la postura, el equilibrio y la percepción del propio cuerpo. En cuanto al nivel interno, explica Busteros, mejora el peristaltismo intestinal, la movilidad general y regula el tono muscular, pues disminuye el exceso de tono y activa el insuficiente. En el plano emocional, sus efectos también son notables. “Me han llegado niños derivados por neurólogos para regular crisis epilépticas, porque el movimiento relaja mucho las conexiones neuronales”. Además, la equinoterapia reduce el estrés y la ansiedad, y ayuda a superar miedos. “Con el caballo tienes que liderar: si no te empoderas, él toma el control. Ese proceso de ganar seguridad se nota muchísimo en los resultados”, argumenta.
Pero los beneficios no son solo para quienes participan en las sesiones. También ella recibe algo valioso e intangible tras cada terapia. “En las sesiones, tanto con niños como con adultos, trabajamos con mucha imaginación, con juego, con espontaneidad. Ellos salen felices, y esa energía positiva te la llevas contigo”, rememora. Yurema reconoce que, a menudo, le preguntan si no le afecta emocionalmente su trabajo. “Mucha gente me dice: ¿No te da pena?. Y yo siempre pienso que, a veces, me da más pena la gente que, teniéndolo todo, no es capaz de ser feliz ni de valorar lo simple: andar, hablar, moverse. Estar con estas personas y con los animales te ayuda a recordar qué es realmente esencial”.