Vitoria - Yurema Busteros no descansa. Ni su coche. De lunes a jueves se desplaza a Amorebieta (Bizkaia), donde ejerce como equinoterapeuta. La misma dedicación que viernes y sábados le ocupa en San Vicente de Arana. Pero entre trabajo y planes de futuro -sueña con un centro de día con tratamientos para discapacitados con caballos-, también le queda tiempo para disfrutar con el balonmano. Una pasión que le lleva cautivando desde hace más de dos décadas y que le ha convertido en una de las jugadoras más veteranas del Garlan Legumbres Eharialdea. Pero aquí no se habla de balonmano.

¿Qué es la equinoterapia?

-Son terapias con caballos para personas discapacitadas. Te ayudas de su movimiento, que es tridimensional y es el mismo que tenemos nosotros al andar, y te ayuda en el equilibrio, el control postural, a regular el tono de los músculos y, sobre todo, te relaja y a nivel emocional aumenta la autoestima y te da otro ánimo diferente. La sensibilidad del animal ayuda mucho por ejemplo a los autistas o a niños con hiperactividad porque les relaja. Haces actividades encima del caballo, utilizando todo tipo de juegos para ayudar a controlar el equilibrio y la coordinación. Es muy bonito.

Estudiar para fisioterapeuta es algo habitual, pero ¿cómo se llega a equinoterapeuta?

-Yo hice prácticas en una clínica y me sirvió para darme cuenta de que eso no era lo que quería hacer. Me gustan mucho la naturaleza, los animales y ayudar a la gente. Vi que había un postgrado de equitación terapéutica y lo hice porque había un proyecto en San Vicente de Arana en el que buscaban especialistas. Me parecía increíble la idea de trabajar en un pueblo con caballos y me lancé. He tenido suerte y tengo bastante trabajo porque no hay muchas fisioterapeutas que lo tengan por aquí.

¿Cómo se estudia con caballos?

-Haces prácticas con ellos, pero del caballo te tienes que olvidar porque tienen que llevártelo. Ha de ser muy tranquilo, que no se asuste de nada y tener confianza al cien por cien de que no va a hacer nada raro. Tú tienes que dedicarte en todo momento a la persona a la que estás tratando y controlando su postura. El caballo te lo lleva alguien y aprovecho para animar a la gente para que venga a probar de voluntaria porque es una experiencia muy bonita que las familias agradecen mucho.

En una profesión tan especializada es difícil que haya paro, pero también ha tenido que buscarse la vida y se pasa la semana entre Amorebieta y San Vicente de Arana.

-Estoy todos los días con el coche para arriba y para abajo. Ya tengo mi propio proyecto en la cabeza y me gustaría hacer un centro de día para discapacitados. Ahí andamos, luchando para que nos concierten las plazas porque tampoco queremos que sea un centro privado; es un derecho que tienen las personas que lo necesitan. Hay necesidad porque hay listas de espera tanto en discapacitados físicos como intelectuales. A algunos los meten en centros ocupacionales en los que muchos no pueden realizar los trabajos que se les manda porque no tienen esa habilidad. Creo que hay necesidad de tener un centro de día para hacer terapias con caballos, agricultura ecológica, talleres de emociones... Todo previo a un centro ocupacional. Hay un terreno en el que hay necesidad y me decidí a dar el paso con otras tres amigas que nos complementamos en conocimientos sobre este tema.

Con las personas que acuden a sus tratamientos vivirá situaciones que emocionalmente serán difíciles.

-Mi padre fue una vez y se emocionó, pero son muchísimo más felices que muchas familias que se preocupan por tonterías y no valoran lo importante. Son gente que tiene unos valores diferentes, que asumen que el hijo tiene un problema y que es así y que de otra manera no sería esa persona. Si lo tienes asumido y ves al niño feliz... Seguro que no es todo de color de rosa y que habrá problemas, pero nos pensamos que es más difícil de lo que es en realidad y yo veo todos los días familias felices y estupendas. A mí me encanta trabajar con ellos y encima del caballo veo felicidad. Los adultos lo valoran más que los niños y me encanta trabajar con ellos porque hay personas luchadoras, positivas y con mucha energía. Para gente que no tiene movilidad e independencia para desplazarse, el poder andar y trotar encima del caballo es una sensación que le llena mucho. Me expresan a menudo que sienten libertad.

Muchas veces pensará que tratar con caballos es mejor que con algunas personas...

-Pues sí. A mí los animales me encantan y muchas veces lo pienso así. Son muy nobles y se dan cuenta de con quién están tratando. Sienten lo que la otra persona está sintiendo. Como tú estés mal, el animal reacciona. Son diez mil veces más sensibles que nosotros.

Los animales también le gustan debajo del agua como amante del submarinismo.

-Me regaló mi novio un curso de iniciación y ahora buscamos los viajes fijándonos en que haya buenas opciones para bucear. Me encanta viajar. Con la mochila y muchas veces simplemente a la aventura. Me gusta ir a países poco desarrollados donde la gente no tiene las tonterías que tenemos aquí, tiene valores diferentes y hay una humanidad de ayudarse los unos a los otros que aquí nos falta.

¿Cómo es el vestuario del Eharialdea?

-Nos llevamos fenomenal y eso que hay unas diferencias de edad abismales. Ahora han entrado dos juveniles que creo que no tienen ni dieciocho años y las mayores ya hemos pasado de los treinta. A veces pienso cómo me verán ellas a mí, porque yo las veo como una más en el equipo. Conmigo cogen rápido confianza y me empiezan a vacilar porque soy muy despistada y a veces me dejo cosas por ahí. Yo les digo en broma que respeten a las mayores. Todas aportamos un poco. Hay un ambiente de buen rollo y cada una salta un día con una tontería o se pone a cantar en la ducha. Hay muy buen ambiente entre todas y los pasamos muy bien.

Le tocará ejercer de fisioterapeuta, ¿o no?

-Todos los días tengo a alguien que le duele algo. Hay que ayudar a que todas estemos bien y lo hago encantada.

¿A quién le pasa la factura?

-A nadie, encima. Pero mis compañeras el año pasado me regalaron una camiseta con mi nombre y una fafucha. Yo lo hago por ayudar.

Desde la pasada temporada están en la segunda categoría nacional, ¿ha cambiado mucho el funcionamiento del equipo?

-Hay mucha más seriedad porque hay que dar buena imagen. Entrenamos más y hay más implicación porque hay gente que está invirtiendo mucho dinero en nosotras y tenemos que responder bien porque esto no es un equipo de cachondeo. Ahora solo tenemos libre los miércoles, pero uno de mis grandes vicios es mi equipo. Pasas mucho tiempo entrenando y jugando, pero acabas y yo todavía tengo muchas ganas de hacer una cena o de juntarnos.

Dicen que sus cenas son memorables.

-Somos muy bailongas. Bailoteamos hasta en el vestuario. Y el entrenador el primero, que también es bueno. Sabe separar las dos parcelas. Dentro del campo te echa unas broncas de la leche y todas le respetamos, pero fuera es amigo y se apunta a todo. Sabe distinguir y eso es importante para tener buen ambiente y al mismo tiempo seriedad.