Sin la presencia de los blusas y neskas en las calles de Gasteiz, las fiestas de la Virgen Blanca serían un compendio de conciertos, recepciones, partidos de pelota, y actividades infantiles, todo muy divertido pero indistinguible de los festejos de cualquier otra localidad vasca. Las cuadrillas son el alma de esta fiesta desde hace al menos siglo y medio, y la calle su escenario, y por ello en un día como el de este 6 de agosto, la jornada valle de La Blanca, su papel cobra todavía mas relevancia.
Okerrak
Okerrak, por ejemplo, celebra una ginkana infantil, con photocall y recogida de comida para el Banco de Alimentos, en una jornada que se cierra a medianoche en la plaza del Arka con la Verbena Champanera, animada por un valor seguro como son los Joselu Anaiak. Allí se reunen tres generaciones de vitorianos para bailar los temas interpretados por los hermanos de Araia.
De un tiempo a esta parte los niños y niñas cobran cada vez más protagonismo de las fiestas de Vitoria y las cuadrillas, siempre a la última a la hora de interpretar la realidad social de Gasteiz y de responder a sus demandas, suman cada vez más actividades infantiles a sus programas. Así, si Okerrak organiza una ginkana, Basatiak monta su propio parque de atracciones, Basatilandia, en la en la plaza de los Celedones de Oro.
Nekazariak
También Nekazariak reserva muchos momentos de su apretada agenda a los más pequeños, y así organiza un concurso de dibujo infantil en la Plaza Nueva, mientras que Siberiarrak prepara divertidos juegos para los más pequeños.
En todo caso, y aunque neskas y blusas dedican ingentes esfuerzos a divertir a las nuevas generaciones y, de paso, alimentar la cantera, su misión en las fiestas, por encima de animar y diferenciar las fiestas vitorianas, es pasárselo bien, sin más, y si de paso le alegran la estancia a vitorianos y visitantes, perfecto. Así pues, este martes se celebra en Vitoria una segunda jornada de almuerzos, charangueo, potes y otros eventos sociales y de esparcimiento de los cerca de 8.000 neskas y blusas que estos días llenan las calles de Vitoria.
Destacable es, por lo original, la competición Álava en carretilla, que Nekazariak organiza por la tarde en la pérgola de Santa Bárbara, y que consiste en correr detrás de carretillas cargadas con productos alaveses, promoviendo así el consumo kilómetro cero de la manera más divertida.
Siberiarrak
No pasa desapercibido tampoco el Gorro Day de Siberiarrak, que desde el inicio del paseíllo y hasta las tres de la madrugada desafia a los integrantes de la cuadrilla y a quien quiera sumarse a portar la indumentaria craneal más original de las fiestas, en un concurso en el que el gorro ganador, previo fallo de un jurado especializado, se lleva el honor de ser incinerado, en modo ritual ancestral, al final de los festejos.
Además, y con el objetivo de abrir las actividades de la cuadrilla a la población general, Siberiarrak invita a toda aquella persona que lleve cualquier tipo de indumentaria estrafalaria sobre su cabeza a desfilar con ellos y ellas en el paseíllo.
Al paseíllo
Se le da así un poco de tono a un desfile que el día 6 no sigue una temática concreta. No es ni el de los niños, ni el del mayores, ni el del día grande, pero sigue siendo el paseíllo de los blusas y neskas de Gasteiz, que al margen de que ya no hay toros y de que se circula por dos recorridos diferentes, es otro de los hechos diferenciales de nuestras fiestas.
Así, las cuadrillas han vuelto a acudir puntuales a su cita, las 16.30 las de la Federación y a las 17.00 las de la Comisión.
Tras dos días de multitudes, el primer día laborable de las fiestas ha ofrecido un ambiente más relajado en la calle Dato, mucho menos concurrida en los márgenes, con el público cómodamente aposentado en las sillas de las cafeterías viendo a las cuadrillas pasar.
Eso sí, dentro de la riada festiva la entrega ha sido de la de todos los días, sin más cambios que unos rostros ya ligeramente tocados por el cansancio. Por lo demás, las cuadrillas han cubirto su cita oficial sin más incidentes que una colisión por alcance entre la furgoneta de los Biznietos y un par de docenas de blusas y neskas que iban justo detrás en busca de repuesto para sus vasos.