Al todavía presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, le ha costado entrar en campaña. El pasado jueves lo hizo exigiendo ayuda a la Unión Europea por partida doble. Al Banco Central Europeo, para que defienda a sus países, y a las instituciones europeas para que combatan con más ahínco la crisis de deuda soberana que amenaza de nuevo a España. Ayer tanto el BCE como la Comisión Europea respondieron con rotundidad al desafío del líder socialista. "Lo más importante es que España se ayude a sí misma", zanjó Amadeu Altafaj, portavoz del comisario de asuntos económicos, Olli Rehn. También la entidad bancaria europea dejó claro cual es su sentir. "La función del BCE no es ser prestamista de última instancia de los gobiernos", advirtió el miembro español del consejo de gobierno de la entidad, José Manuel González-Páramo.
De ambas afirmaciones se desprende que quien tiene que poner toda la carne en el asador para salir airoso de la crisis de deuda es el Gobierno español, sea del color que sea. Pero cierto es que la presión aumenta -la prima de riesgo española se mantuvo ayer en niveles peligrosos lo mismo que durante toda la semana- y el nerviosismo a un día de las elecciones parece que no solo aflora con insistencia en los mercados sino también entre los políticos, especialmente para los que se enfrentan al duro test de las urnas con un suspenso en la asignatura de economía como le a Rodríguez Zapatero.
"La Unión Europea está ayudando a España. Todas las instituciones europeas han estado ayudando activamente a España", le recordó ayer el portavoz de Rehn, quien añadió que "la respuesta a la crisis no es algo que debe venir solo de las instituciones europeas" sino que todos "los países deben ayudarse a sí mismos". Una máxima que es válida para "cualquier país de la Eurozona y especialmente los que se encuentran sometidos a mayor presión y tienen menos margen de maniobra fiscal", como le ocurre a España.
Tampoco al BCE le ha gustado nada que cuestionen su papel. Ni a su presidente, el italiano Mario Draghi, ni al miembro español del consejo de gobierno, José Manuel González-Páramo. El primero recordó ayer desde Frankfurt que el objetivo principal de esta institución es el de controlar los precios y que el organismo monetario actúa con independencia porque de lo contrario podría perder su credibilidad. Al hilo de esto destacó que lo que deben hacer los gobiernos europeos para salir de la crisis de endeudamiento que vive la Eurozona es actuar con rapidez, poner en práctica las medidas acordadas en octubre y aplicar de una vez por todas el nuevo fondo de rescate europeo, que la Eurozona aspira a dotar con un billón de euros. Draghi recordó que el fondo europeo de estabilidad financiera se lanzó hace más de año y medio, que no se pudo acordar hasta octubre de 2011 multiplicarpor cinco su capacidad de fuego y que pese a este pacto el fondo sigue sin estar disponible. "No deberíamos esperar más", advirtió. En la misma línea, González-Páramo recordó al presidente español que la función del BCE no es la de ser prestamista de última instancia y advirtió que la crisis es "responsabilidad de los gobiernos a nivel individual y en su conjunto" y que lo que se necesita es que la Unión Europea ponga en marcha con rapidez el nuevo fondo de rescate.
"El BCE puede actuar hasta el límite de sus funciones y eso es lo que está haciendo", añadió durante un conferencia organizada por IESE en Madrid.
Y lo que quiere España, según recordó de nuevo la vicepresidenta económica, Elena Salgado, es que el BCE "siga activo en el mercado secundario" porque no han desaparecido las tensiones y "hace falta un instrumento definitivo". En este sentido, mostró su confianza en que mientras no entren en vigor los nuevos mecanismos europeos, las instituciones europeas seguirán realizando su tarea para garantizar la estabilidad económica. "Confío en el buen criterio del BCE y que hará lo posible para garantizar la estabilidad de la moneda", aseguró.
En todo caso, por segundo día consecutivo y tras el último consejo de gobierno, descartó que la evolución de la prima de riesgo, que ha llegado a superar los 500 puntos básicos esta semana, obligue a España a necesitar el rescate europeo. "No está en nuestra imaginación ninguna petición de rescate", respondió. "Nuestro país sigue financiándose sin ningún problema en los mercados. Hay demanda y los costes afectan a una pequeña cuantía de las emisiones y no afectan a la sostenibilidad de nuestra deuda", aseguró. Salgado también apuntó que el interés del 7% que tuvo que pagar el Tesoro el pasado jueves por los bonos a diez años "tiene una afectación marginal" y que el hecho de que hayan tenido que pagar más "no está fundamentado en la situación de nuestra economía ni está en riesgo nuestra sostenibilidad", explicó.
La vicepresidenta española señaló también que la situación de incertidumbre afecta ya a doce de los diecisiete socios de la zona euro y que buena parte del aumento de la prima de riesgo se debe a la reducción de los intereses de los bonos alemanes.
"Nuestra carga de intereses está muy por debajo de la media de la UE. Hay tranquilidad en lo que se refiere a la financiación de la deuda pública", insistió. La ministra, que también precisó que España cumplirá con el objetivo de déficit fiscal de entorno al 6% del PIB para 2011 y que hay margen para afrontar cualquier contingencia, destacó que la prima de riesgo española no estuvo ayer por encima de la italiana y que el fuerte repunte inicial se debió a una cuestión técnica artificial y no a razones de mercado.