Iñaki Artola: “Vengo con hambre”. Dos semanas después de haber visto la cara y la cruz de la pelota en la final del Campeonato de Parejas, de haber vivido un inicio de duda y un final de fiesta extraordinario, sin el brillo de la txapela, eso sí; el alegiarra asoma con una diestra carnívora. Ñam ñam. Crujidos en el estómago. Depredador en la pegada. Músculo a tutiplén. Más que arte o ensayo. ¿Para qué? El Manomanista de Primera es así. La pegada manda. La técnica es una muleta, un estilete, pero la pegada somete, quiebra, destruye. Un ariete. Bulldozer. La pegada dispara el ácido láctico y tala el árbol, poco a poco o a dentelladas. La pegada no es sinónimo de K.O., pero sí que domestica rivales, acogota, revienta. El Manomanista no cree en medias tintas. Negro o blanco. Blanco o negro.

El poder de Artola masticó este sábado a un Aitor Elordi muy peleón, competitivo, trabajando a contrapelo desde la volea defensiva, para anotarse su primer punto de la liguilla de cuartos de final del mano a mano. Tenía hambre en el Labrit.

Manejando con soltura cargas de profundidad, arreando con un sotamano vigoroso y solvente, Artola conquistó un estreno no exento de sustos, en gran medida por la talla de su contrincante. Y es que Elordi, pese a estar contenido en el peloteo, con problemas para darle la vuelta a las situaciones de dominio rival, es un prodigio técnico, una rara avis en el Planeta LEP.M, donde se erige como un rematador absoluto, pelotari hasta el tuétano, un manista anárquico e imprevisible. Hombre de siete, ocho o un millón de vidas, Aitor vivió a la contra, pero supo sacar réditos ante un adversario que dio lustre a una versión hipertrofiada, pero que adoleció de falta de riesgo al finalizar.

Al límite

Al filo de la navaja, resistiendo 273 pelotazos al límite, el campeón de 2023 acabó por hincar la rodilla. Vendió caro su pellejo. Se defendió de aire, metió ritmo cerca del frontis y echó monedas al aire para equilibrar el excedente de poder de su contrincante. Y en esas, después de siete igualadas, el físico le acabó por penalizar. Asfixia. Noqueó Artola a partir del 16 iguales y se fue directo al 22. Sumó dos de sus cinco saques en ese tramo. Tacada letal. El árbol, un fuerte roble de Mallabia, cayó.

Iñaki Artola supera a Aitor Elordi en su primer partido de los cuartos de final del Manomanista en el Labrit de Iruñea. Oskar Montero

Rezagado desde los primeros compases de un envite duro, Elordi tuvo que reinventarse para ganar vidas extra. Artola anunció tambores de guerra siendo Artola. Mirada al espejo. Aquí estoy. Derecha poderosa. Sotamano violento. Pelotazo largo. Estuvo en ventaja 4-0, pero no concretó. Elordi se ganó crédito a base de incomodar y buscar ángulos. Si bien no tiene el brillo en la derecha de 2023, su as en la manga es el dominio del caos. Dos puntos de vista. Yin y yang. Manomanista de fábrica o de frenopático. Artola demostró potencia y Elordi arrojo, siempre con el viento de cara. Igualadas en el octavo, noveno, décimo y undécimo cartón. 

 

Un final colorado

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Iñaki lo hizo todo hasta el 15-12, incluida una falta y un saque. Elordi lució mandíbula de cemento. Se sacudió con un voleón, un saque y un saque-remate. El 16-15 fue un buruzgain de Artola. El 16 iguales, un gancho de Elordi. Y ya no quedaba gasolina en el tanque de Aitor. Se vació. El colorado se fue al 22 con un derechazo por la pared, dos saques, un gancho, una dejada y un error del mallabitarra que zanjó el duelo. 

La crónica del partido acaba con el 22-16, pero no la historia, pues Elordi tenía un mensaje que le anunciaba que su pareja, la aizkolari Nerea Arruti, estaba de parto. Volvió en coche con su tío y botillero Garikoitz Txakartegi a su residencia de Berriatua sin quitarse los tacos para el nacimiento de su primer bebé.