La trigésimo primera edición del Festival de Teatro de Humor de Araia entra hoy en su tercera jornada ya con todos sus escenarios de calle abiertos. Además, sobre las tablas del Arrazpi Berri, a las 22.30 horas, será el turno de Tartean, que ofrecerá al público Kortxoaren dilema, escrita por Patxo Telleria, quien también protagoniza la pieza junto a Mikel Martinez, dos viejos conocidos de la localidad alavesa.
Conoce bien el Festival de Teatro de Humor de Araia.
–Así es. Es un acontecimiento teatral importante en el calendario vasco. Cuenta con una fantástica organización y la respuesta del público siempre es estupenda. Es un sitio al que vamos encantados, más allá de que es verdad que el teatro de sala suele ser más de otoño e invierno.
En este caso, si alguien no sabe nada de ‘Kortxoaren dilema’ antes de ir a verla y lee la sinopsis de la obra, le va a costar pensar en una comedia...
–Bueno, es que esta obra tiene parte de comedia y parte de thriller psicológico. Es un combate de boxeo entre dos personajes. Digamos que la primera mitad larga de la función parece que el tono es de comedia, pero luego se gira muy rápidamente para hablar de cuestiones importantes, tanto ideológicas como de la condición humana. El dilema está ahí, en qué hacer en un momento determinado de tu vida.
"Que venga alguien externo y te sorprenda, que te saque de tu zona de confort, es bueno. Eso nos ha pasado esta vez con Mireia Gabilondo"
Bueno, cualquiera tiene sus contradicciones...
–Sí. Además, la vida mezcla drama y comedia, y el teatro hace lo mismo.
Sí se puede contar al público que el protagonista es un profesor de Ética que está a punto de morirse.
–La obra tiene un montón de giros y de cambios de ritmo. Casi nunca nada es lo que, en un principio, parece. Por lo tanto, es difícil decidir hasta dónde puedes contar. Pero sí, podemos decir que es un profesor de Ética y de Filosofía Política muy señalado y reconocido, un intelectual de izquierdas, un referente. Ha tenido una evolución desde posiciones de mucha radicalidad a algo más moderado, pero su última batalla ha sido contra un conocido multimillonario del que creo que todos conocemos su nombre, aunque tampoco hace falta decirlo. Tampoco nos interesa porque no hablamos de él.
Sí, pero cualquier persona tendrá su nombre rápido en la cabeza.
–Claro, es un multimillonario que ha donado 300 millones de euros en equipamiento sanitario para la cura del cáncer. Este profesor critica que eso es un truco de trilero, que si el multimillonario cumpliera con los impuestos, pagaría mucho más de lo que ha hecho ahora, una supuesta generosidad por lo que está recibiendo muchas alabanzas. Lo que pasa es que a este profesor le detectan un cáncer prácticamente incurable. Surge la posibilidad de que una de las máquinas compradas con el dinero del multimillonario le salve la vida.
Ahí está el dilema.
–En teoría es un tema privado que no debería ser conocido, pero la noticia se filtra a los medios y todo el mundo está esperando a su decisión. Sus antiguos compañeros, muchos alejados ahora de él, y sus enemigos le dicen: ¿y ahora qué vas a hacer, profesor?. Mientras prepara una intervención que va a tener en un informativo para explicar su decisión, aparece un antiguo alumno, del que casi no se acordaba.
A partir de aquí es lo que no se puede contar o no mucho.
–Bueno, es cuando arranca esta trama disparatada llena de sorpresas e imprevistos. Tenemos al público, desde casi el minuto uno hasta el final, agarrado al asiento, expectante ante qué va a pasar ahora.
'¿Y yo qué haría?'
Cuentan una ficción que podría ser muy real. Seguramente el público se sienta interpelado en varios momentos.
–Toda obra de teatro que se precie, busca la manera de que lo que estás contando le resulte cercano al espectador, reconocible. Eso va a hacer que el público se sienta en el papel del personaje y se pregunte: ¿y yo, qué haría?.
¿Y esa pregunta tiene respuesta en el caso particular de Patxo Telleria o...?
–Sabes lo que pasa, que el profesor tiene decidido desde el principio que va a aceptar el tratamiento. No le ve sentido a inmolarse. Si a mí me preguntas, es una reacción normal y entendible. Somos humanos y tenemos miedo a morir. Lo que pasa es que en la obra no se habla tanto del dilema en sí. No va de eso. Lo que pasa es que no puedo contar el siguiente paso (risas). Hay muchas más cuentas pendientes que tratar y no es tanto la decisión que toma, como la manera en la que la justifica. Al fin y al cabo, se titula Kortxoaren dilema por algo. El antiguo alumno le dice en un momento dado al profesor que es un corcho, que siempre ha estado a flote. Es un hombre que siempre ha conseguido estar en el candelero.
Una invitada en la dirección
Mikel Martinez y Patxo Telleria. Siempre juntos, con Jokin Oregi a la dirección. Pero en esta obra quien toma esa responsabilidad es Mireia Gabilondo. ¿Qué les ha aportado?
–Por cuestiones de calendario, Jokin no podía estar esta vez y nos planteamos la necesidad de encontrar una dirección. El primer nombre que se nos vino a la cabeza fue el de Mireia. Yo con ella he trabajado y trabajo mucho. Nos parecía, además, que para el tipo de obra que es, ella era una directora que encajaba como anillo al dedo. Que venga alguien externo y te sorprenda, que te saque de tu zona de confort, es bueno. Nunca viene mal una nueva mirada que te ayude a colocarte en otro lugar y a hacer cosas que igual al principio no pensabas hacer.
Ahora están preparando además la versión en castellano, ¿verdad?
–Eso es, El dilema del corcho, solo que en este caso va a actuar conmigo Ramón Barea.