Siempre con las puertas abiertas. No hay muros que valgan. Son ya 20 años manteniendo esa esencia. Dos decenios conquistando escenarios. Cualquier proyecto cultural sabe bien que llegar a estos números redondos no es nada fácil. Por eso, cuando se presenta un cumpleaños como éste hay que celebrarlo por todo lo alto. Harresian Zulo, tras pasar por el reciente Pikotako, ya tiene puesta la mirada en la fiesta de aniversario que compartirá con el público de la capital alavesa el próximo otoño.
En concreto, la cita se producirá el 12 de octubre. En concreto, será la sala Jimmy Jazz la que acogerá la cita, estando las entradas ya disponibles. No habrá teloneros, así que todo el protagonismo será para la formación gasteiztarra, que soplará las velas de su tarta musical para celebrar “estos 20 años de camino, de encuentro con la gente y del propio grupo en sí”, como explica uno de sus componentes, Txabo Gómez.
“Desde los críos hasta los mayores, todos se lo pasan muy bien en nuestros conciertos: saltan, bailan, cantan y lo que haga falta”
Por supuesto, en el recital habrá una mirada a ese pasado que se puso en marcha en 2004, se compartirá el presente de la multitudinaria banda –entre músicos y dantzaris, en estos momentos son 13 las personas que se suelen subir a las tablas– y no se descarta que haya alguna que otra sorpresa relacionada con el futuro.
Un proyecto abierto
De quienes formaron en el inicio Harresian Zulo, el único componente que permanece es Juankar Pérez de Mendiguren. Desde la percusión, la idea inicial pasaba por hacer dialogar la txalaparta, el djembe, la darbuka y el doum doum, todo ello dentro de una conversación entre lo vasco y lo africano. Con el paso del tiempo, con las idas y venidas de componentes e instrumentos, con la evolución del propio colectivo, se fue construyendo lo que hoy es el grupo.
Ahí está, de hecho, la clave para entender lo que es la banda y su sonido: “en el hecho de no cerrar puertas”. Para empezar a ningún estilo, ya sea el reggae, la rumba, la bossa... Tampoco a ningún instrumento, con las peculiaridades de cada uno, también en cuanto a su procedencia geográfica y cultural. “Cada uno nos aporta otra pincelada diferente”. Eso a pesar de que en muchas ocasiones esta confluencia supone invertir muchas horas y trabajo en los arreglos de las canciones.
“El grupo ha durado porque es un proyecto abierto. No ponemos muros. Tampoco a nuevas ideas u otros instrumentos”
“Harresian Zulo ha durado tanto tiempo porque es un proyecto abierto. No ponemos muros. Tampoco a que entre alguien y traiga nuevas ideas u otros instrumentos. Si pega, para delante. Eso es lo que ha mantenido al grupo unido. Además, nunca ha habido egos, nadie ha querido ser más”, apunta Gómez, quien destaca el hecho de que quienes dan vida al colectivo “somos diferentes en cuanto a estilos musicales que nos gustan y escuchamos, pero, al mismo tiempo, somos una familia. Nos une la música”.
En estos dos decenios han sido varias las personas –tanto intérpretes como dantzaris– que han conformado esa familia. La vida –trabajos, familias...– ha hecho que unas personas hayan entrado y otras salido de su formación. A todo se ha ido amoldando el colectivo, más allá de que ahora “nos hemos encontrado con momentos complicados porque, por ejemplo, encontrar txalapartaris se ha convertido en una misión imposible”.
Junto al público
Desde su fundación, el escenario siempre ha sido la referencia de Harresian Zulo. Sí, el grupo ha ido al estudio, pero ha sido de manera muy puntual. Es en los directos donde se ha hecho el camino, aunque no siempre es fácil para que tanto músicos como dantzaris coincidan al completo. Sea como fuere, cada concierto de la banda es un espectáculo que va más allá de la música, que tiene un importante componente visual.
Eso lo saben bien quienes llevan acompañando a la banda desde hace dos decenios y las personas que se han ido incorporando con el paso del tiempo. “Mucha gente ha ido creciendo con nosotros y, además, siempre viene público joven al que le está gustando lo que hacemos. Desde los críos hasta los mayores, todos se lo pasan muy bien: saltan, bailan, cantan y lo que haga falta. Es lo más bonito de Harresian Zulo”. A buen seguro eso se repetirá el 12 de octubre.
Eso sin perder de vista que la agrupación sí ha editado un par de discos en estos dos decenios (Harresian Zulo y Ezinbestean kolorez). No se descarta un tercero, más allá de que ahora mismo la parte compositiva vaya a un ritmo un poco lento. Aún así, “tenemos tres temas que es muy probable que salgan”. Todo llegará. También los cambios que se van a producir porque “vamos a hacer algunos experimentos con varios temas para ver cómo los recibe la gente”. Al fin y al cabo, no hay que cerrar puertas ni construir muros. Lo que toca es compartir, celebrar, disfrutar y bailar.