La cuenta atrás ha comenzado. Iñigo Aranburu, Iñigo Azpitarte, Mireia Gabilondo y Aitziber Garmendia fueron ayer los últimos intérpretes que pisaron el escenario del Teatro Principal. La representación de Nunca he estado en Dublín no solo marcó el final de la programación de La Blanca en el centenario escenario. También supuso el cierre temporal del edificio. Por delante esperan, por lo menos, 30 meses de reformas. Habrá que ver si los plazos se cumplen, pero lo cierto es que la capital alavesa pierde hasta 2027 sus tablas de referencia.
El 18 de diciembre se cumplirán 106 años de su apertura oficial. Desde entonces, el Principal ha vivido diferentes avatares, remodelaciones, cierres, adecuaciones y evoluciones, siendo la última gran reforma la que se concluyó en 1992, es decir, hace 32 años. Pero estos trabajos, profundos e importantes, no consiguieron tapar dos realidades que se han hecho evidentes con el paso de los años. La primera, que, desde todos los puntos de vista, el teatro necesitaba adecuarse al siglo XXI. Es lo que se va a afrontar ahora.
La segunda, que Vitoria requiere de un espacio escénico con capacidad para acoger todo tipo de espectáculos, algo en estos momentos imposible por las propias dimensiones y características del Principal. Cabe recordar que, a finales de los años 80 del siglo pasado, la opción de las instituciones públicas era comprar el Teatro Guridi –mucho más grande en todos los sentidos– y no el edificio que se terminó adquiriendo. Así que esta cuestión va a seguir pendiente porque en este apartado, la reforma que se empezará en breve, nada puede aportar.
Accesibilidad y seguridad
La apuesta con los trabajos que arrancarán entre finales de septiembre y octubre pasa por unir la innovación y la tradición. Es decir, se quiere respetar el poso del edificio, pero adecuando hasta el último de sus rincones para favorecer la accesibilidad y la seguridad.
Esto se traducirá en una amplia reforma que reducirá el aforo a 842 butacas y que supondrá una mejora en todos los aspectos internos y externos. Si todo va bien, a principios de 2027 el público debería poder volver a ubicarse entre los asientos de la calle San Prudencio.
Mientras tanto, los escenarios de la Red Municipal de Teatros –sobre todo, el Félix Petite de Ibaiondo–, el Europa y el Conservatorio Jesús Guridi van a tener que multiplicarse. La respuesta del público es, a día de hoy, una incógnita, aunque la Banda Municipal de Música de Vitoria ya ha vendido todos sus abonos para su próxima temporada en el palacio de congresos. Puede ser un espejismo o un indicativo. El tiempo dirá.