La biografía es fruto de “lo que me viene a la cabeza cuando no puedo dormir, flores preciosas del pasado que viven en las partes más oscuras de mi memoria”. Luces y sombras, tanto personales como musicales impulsadas por “dos chicos imaginarios” (en alusión a su debut). El propio Lol y Robert Smith, líder incuestionable de The Cure, a quien define como “un artista introspectivo, oscuro, melancólico y creativo” que atraía por su imagen (y no rehuía) las peleas en su juventud pero también “pragmático cuando se habla de negocios”, aunque “el dinero y la fama nunca fueron sus objetivos”.

Lol, que nació el 3 de febrero de 1959, el día que murió Buddy Holly, creció en Crawley, una ciudad olvidada a treinta kilómetros de Londres, y vivió la Inglaterra gris, aburrida y asolada por el paro de fines de los 70 en la que surgió el punk. “Robert y yo fuimos los primeros punks de Crawley”, escribe Lol, seguidor del “componente anarquista” de The Clash o Stranglers. Cuando la pareja entró de la mano a la escuela por vez primera, con 5 años, Lol ya había lidiado con un padre huraño y excombatiente que tocaba el piano y se había dejado arrastrar por la bebida.

Bowie trastornó la personalidad del dúo, al igual que los discos de Hendrix. Ambos eran personas “en las que confiar para enseñarnos el camino hacia un mundo diferente”, escribe. El de la música, los primeros ensayos en casa de Smith (acumulaba discos en su dormitorio junto a libros de Sartre y Camus), los conciertos en asilos, clubes, iglesias y manicomios, las peleas en el pub y su caída en el alcoholismo. Con 20 años ya “sufría apagones de memoria”.

minimalismo Pronto olvidaron las versiones de Jethro Tull al llegar temas propios como Killing an arab (que los racistas skinheads malinterpretaron como un himno) y 10:15 Saturday night, y su primer disco, Three imaginary boys, con el trío “cada vez más minimalista y generando un nuevo manual de reglas”. El éxito paulatino de The Cure, reflejado en sus primera gira, su salto a Europa a través de Holanda, el segundo disco con Simon Gallup, la gira con Siouxie (“la primera feminista punk de verdad”), corren paralelos a una situación personal marcada por “mi sentimiento de soledad”.

Lol llega a escribir que The Cure le sirvió para “aliviar el horror de un mundo que solo soportaba tocando”. Utilizó la música como “terapia ante mi saturación emocional”. El relato está repleto de episodios sonrojantes de su alcoholismo, como cuando le orinó encima a Billy Idol, se cayó en una zanja durante una borrachera o despertaba sin recordar nada de la noche anterior. Un periodo que se acrecentó tras la muerte de su madre, justo antes de Pornography, “el álbum más intenso de nuestra carrera” y en cuya gira Smith se enredó el pelo y maquilló por vez primera. Vivió su grabación “a la deriva” y experimentando con “muchos tipos de drogas”.

Expulsión y curación Tras abrazar el pop con Let’s go to bed y Love cats, y la electrónica con The walk, ya cambiando su lugar a la batería por los sintetizadores, Lol, que perdió a un hijo, pasó a ser un simple empleado en The Cure y, en plena “espiral autodestructiva”, fue despedido mientras se grababa Desintegration. “Era un álbum extraordinario. Era mi vida”, escribe. Vacío y solo, con únicamente 28 años, tuvo que reconocer la gravedad de su situación personal (accidentes de coche, alucinaciones, ansiedad, alguna detención) y acabó en un hospital.

Un año y medio después estaba limpio... pero lleno de ira. “Creí que habían sido injustos conmigo”, recuerda para relatar cómo llevó a juicio a The Cure por su despido. Son páginas dramáticas y dolorosas. Lo perdió y le costó el 75% de su fortuna. Consciente de que debía “reinventarme”, volvió a la música (con Presence y Levinhurst), se estableció en Los Ángeles, revivió en el desierto El Valle de la Muerte y disfrutó de una vida normal (con Cindy, su esposa actual) hasta que asumió que la ruptura con Smith fue culpa suya.

El encuentro entre ambos, aquellos chavales de 5 años ya cuarentones, provocó que Lol se sintiera “finalmente libre”. Y en 2011 volvió a tocar con la banda y entre lágrimas logró sentirse “como Thor con su martillo” y con “un profundo amor hacia mis hermanos en el escenario y mi música”, escribe. Fue ahí, con la determinación de aceptar las circunstancias, cuando Lol se sintió curado.