La contundente derrota sufrida ante el Zalgiris Kaunas agrava la profunda crisis de resultados y sensaciones en la que está sumido el Baskonia. El conjunto de Peñarroya, necesitado de un triunfo con el que poder redimirse del reciente revés continental vivido contra el Bayern, cayó preso de sus debilidades ante un rival consistente, equilibrado y, en especial, letal en la anotación exterior. 

El cuadro lituano fue una apisonadora desde el lanzamiento de 6,75 metros y supo mantener sin titubeos la ventaja durante todo el partido. A las evidentes dificultades del Baskonia para generar acciones en estático se sumó, en esta ocasión, la quirúrgica precisión del Zalgiris, que no dejó de herir al anfitrión a través del extraordinario porcentaje de triples.

De hecho, el conjunto báltico logró un acertó 14 de 21 lanzamientos de triple. Esta dificultad para detener a los tiradores del conjunto de Maksvytis y la ausencia de recursos en el juego en estático fue una pesada carga de la que el cuadro vitoriano no consiguió desprenderse. 

Con Howard y Moneke no es suficiente

La ineficaz defensa del Baskonia se vio penalizada por el acierto de jugadores como Brady Manek, Dovydas Giedraitis y Rolands Smits, imparables desde la línea del triple.

El primero de ellos, de hecho, fue el encargado de ampliar la renta en el segundo cuarto tras varios lanzamientos que no erró ante el inexistente punteo de los jugadores azulgranas.

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En imágenes: La afición del Baskonia no falla en el Buesa (Búscate en las fotos) Jorge Muñoz

Además, el olfato del Zalgiris chocó de pleno con una noche aciaga del conjunto vitoriano, que tan solo obtuvo una anotación solvente con Chima Moneke y Markus Howard en pista.

El Baskonia, en un encomiable acto de orgullo y fe, creyó en la posibilidad de recortar las distancias y, a la postre, poder sumar el tan ansiado segundo triunfo en Euroliga. Para ello trató de incrementar la contundencia ante un Zalgiris eficaz en sus lanzamientos.

Y lo consiguió durante una pequeña fase del encuentro, aunque finalmente el acto de fe vitoriano acabó desvaneciéndose. Fue durante varios compases del segundo cuarto cuando el conjunto de Peñarroya mostró su afilado colmillo a través de dos de sus pilares. 

En un contexto donde se palpaba la necesidad de contar con referencias para liderar un intento de remontada, Markus Howard y Chima Moneke se convirtieron en los faros de la oscuridad baskonista.

El primero de ellos lideró el vendaval ofensivo desde su desequilibrio en las entradas a canasta y el desparpajo en los lanzamientos de triple. Contagió al público a raíz de su confianza en el triple y Moneke, por su parte, fue un todoterreno ya que elevó la dureza física del Baskonia al mismo tiempo en el que se echó a las espaldas al equipo. 

En imágenes:El Baskonia sucumbe ante el Zalgiris JORGE MUÑOZ

Desvanecidos

No obstante, la tímida reacción mostrada por el Baskonia, que no terminó de desembocar en el resultado deseado, fue poco más que un oasis en el desierto del comienzo que está protagonizando el conjunto vitoriano en Euroliga.

El rigor defensivo, más allá del pequeñas fases del encuentro en la que el equipo parecía encontrar su camino, distó del nivel que se le exige a un equipo que compite en la máxima competición continental. Después, la falta de recursos y de clarividencia en la creación de jugadas, fue otro aspecto fatídico que propició la tercera derrota del curso en casa.

Esta noche, ante el Zalgiris Kaunas, un rival a priori directo y con unas aspiraciones similares a las del conjunto vitoriano, los pupilos de Peñarroya volvieron e mostrarse lejos de una versión fidedigna para competir por un puesto en el play off. Y no solo eso, la semana de triple partido, que no deja de ser una prueba de fuego para calibrar los mimbres del proyecto azulgrana, arrojan más dudas que certezas respecto a las aspiraciones que puede llegar a colmar un Baskonia todavía en proceso de maduración.