8 de marzo de 2020. Esa era la fecha en la que el Baskonia -sin contar el brevísimo paréntesis en el que se permitió la entrada de 1.000 seguidores la pasada campaña- había disputado su último partido en el Buesa Arena con su afición en las gradas. Hasta ayer. 555 días después de la última aparición de la siempre fiel hinchada azulgrana en el pabellón, 3.547 socios volvieron a disfrutar anoche de su equipo en vivo. Lo hicieron en un partido amistoso con poco misterio, con limitaciones como la distancia de seguridad y el uso de mascarilla y en muchos casos fuera de sus asientos habituales, pero lo disfrutaron igual.

La primera ovación no se hizo esperar. Había ganas de fiesta y el equipo saltó a calentar acompañado de aplausos cuando apenas había unos pocos cientos de seguidores en las gradas. Aún más ruidoso fue el reconocimiento que se llevó Dusko Ivanovic al salir del vestuario, al que respondió saludando y aplaudiendo también al público. Tantas ganas había de aplaudir que incluso el Sibiu se llevó una ovación en la presentación de sus jugadores, pero cuando realmente se vino abajo el pabellón fue cuando el electrónico proyectó un vídeo recordando la consecución del título de la ACB de 2020 y dando la bienvenida al respetable con el lema “os hemos echado de menos”.

Tras ello, Jayson Granger ejerció como maestro de ceremonias con su primer discurso como capitán baskonista. “Se os ha echado en falta, vamos a darlo todo en la cancha esta temporada y esperamos poder daros muchas alegrías. Vamos a disfrutar de este año, ¡aupa Baskonia!”, gritó el uruguayo para deleite de los aficionados, que aún le guardan cariño de su primera etapa y así se lo hicieron saber en la presentación de la plantilla, en la que fue uno de los nombres más aclamados. Como no podía ser de otra manera, los espectáculos de luces y la música a todo volumen estuvieron presentes en los instantes previos al partido, en los que los nuevos fichajes se llevaron sus primeros aplausos cuando su nombre sonó por la megafonía. Tras ello, el Buesa Arena entero se silenció durante un minuto en recuerdo de todos los aficionados azulgranas que han perdido la vida durante la pandemia, momento que se repetirá en más ocasiones a lo largo de esta campaña.

A partir de ese momento y con el pitido inicial, la ausencia del 70% del aforo restante del pabellón, la obligatoriedad de presenciar el partido pegado al asiento, las mascarillas y la falta de la charanga hizo que el ambiente no se pudiera asemejar al de las grandes noches del Buesa Arena, aunque el duelo tampoco tuvo nada que ver con los descafeinados compromisos a puerta cerrada. El poder oír con claridad los gritos de los jugadores fue quizá la mayor novedad para los seguidores que asistieron al amistoso, más acostumbrados al bullicio habitual del pabellón.

En cualquier caso, aplaudieron cada una de las acciones de los jugadores azulgranas, levantando el ánimo en sus errores y reconociendo sus aciertos. Lo que más se hizo esperar fueron los cánticos. A los seis minutos de juego se escuchó tímidamente el primer “¡Baskonia, Baskonia!”, algo que se repitió con más fuerza hacia el final de la primera parte y en el último cuarto, con el partido ya decidido. Lo que no faltó fueron los habituales bailes de las animadoras, que también volvieron a disfrutar del afecto de la hinchada. Al final, la amplia diferencia en el marcador hizo que los ánimos decayeran, pero el público se volvió a encender con las buenas acciones del joven Cissoko, al que solo le faltó la guinda de anotar uno de sus tiros libres. El alley oop de Fontecchio a pase de Granger también hizo las delicias de una hinchada con ganas de que empiece lo serio.

El discurso inicial de Granger, el mate de Fontecchio y las buenas acciones de Cissoko hicieron vibrar a los aficionados