La población joven de Gasteiz vive de alquiler porque no tiene dinero para comprar una vivienda en propiedad. Y no tiene dinero porque sus condiciones laborales son precarias, eso, cuando logra un trabajo. Es el pandémico precio de la emancipación, entendido por la Real Academia de la Lengua como enfermedad epidémica que ataca a casi todos los individuos de una misma localidad. Gasteiz, en este caso.

Si la situación ya era problemática antes del covid, ahora, todavía lo es más, según el estudio del Ayuntamiento que analiza el impacto del virus en la juventud gasteiztarra. Ante esta situación, jóvenes, técnicos y políticos se sentarán hoy alrededor de una mesa en el campus universitario de Álava para debatir sobre vivienda y empleo, dos grandes azotes de la población joven, con el fin de recabar opiniones y experiencias.

La jornada Hiriburu y... ¿Nuestra emancipación? se desarrollará de forma presencial y en formato bilingüe, de seis a ocho de la tarde en el pabellón universitario, con la implicación del Consejo de la Juventud de Euskadi (EGK), el Servicio municipal de Juventud de Vitoria y la universidad pública vasca UPV/EHU.

Y llegó el virus

En marzo de 2020, la vida dio un vuelco y trastocó los pilares que sostenían la cotidianidad: los hábitos cambiaron y el tiempo se paró, al menos tres meses, lo que afectó de plano al empleo. "La juventud está inmersa en un proceso de precarización vital que tiene su máximo exponente en el mercado laboral y sus características", sostiene Alazne Sáinz al analizar el impacto del coronavirus en la población joven de Gasteiz.

Si ya todos los indicadores de empleabilidad mostraban tendencias desfavorables antes de la pandemia sanitaria, a raíz de la crisis derivada del covid, "han empeorado y se han agravado los problemas que la juventud arrastraba para asentarse en el mercado laboral en unas condiciones adecuadas", reflexiona el estudio.

Uno de los indicadores que más ha sufrido este impacto ha sido la tasa de desempleo, con una clara subida a partir de marzo de 2020 para toda la población, pero, con porcentajes muy superiores en el caso del colectivo joven.

Además, a medida que fue avanzando el año, la estacionalidad volvió a cobrar protagonismo y la tasa de ocupación subió en verano para volver a descender con el inicio del curso escolar. Y es que, "en tiempos de crisis, las desigualdades preexistentes tienden a agudizarse, y es, exactamente, lo que ha sucedido", asegura Sáinz en su reflexión final del texto.

La columna vertebral

Tener empleo es la columna vertebral para independizarse y en Álava, el 17,5% de las personas de 16 a 29 años que quiere trabajar, no puede hacerlo. Se trata de un colectivo "vulnerable", más afectado por las continuas recesiones, caídas y recuperaciones de la economía. "Cuando no acabábamos de salir de una crisis, hemos entrado en otra", asegura el informe.

Ante este panorama, "a los adolescentes y jóvenes de 16 a 23 años, poco más les queda que alargar sus estudios o volver a las aulas en caso de haber abandonado las clases. La mayoría de los que tienen entre 24 y 29 años verá amenazada su inserción laboral, en caso de haberla logrado, y los de 30 a 35 encadenarán dos crisis sin haber apuntalado su puesto de trabajo.

Por su parte, quienes ya tuvieran un empleo consolidado antes de la pandemia resistirán, pero acechados por el riesgo y la incertidumbre. Todo ello, como consecuencia de la actual precariedad laboral que sufre la juventud, sinónimo de inestabilidad e incertidumbre, temporalidad, parcialidad y bajos salarios.

Sin poder comprar un piso

El otro gran azote de los jóvenes a la hora de abandonar el nido familiar es el acceso a la vivienda. A día de hoy, su opción habitacional es el alquiler, es decir, la gente joven vive de alquiler, aunque prefiere hacerlo en un piso de su propiedad. Y lo hace, no porque suponga un endeudamiento menor, ya que ambas opciones superan el limite recomendado por las entidades financieras, sino por la imposibilidad de ahorrar lo suficiente para comprar una casa.

Los datos recogidos por el estudio demuestran que la población joven ha tenido que posponer por el coronavirus planes y proyectos, como viajes, celebraciones o intercambios y estancias en el extranjero, pero también la emancipación que tenía prevista. La otra cara de la moneda -reza el informe- es el grueso de jóvenes que, ante este poco halagüeño panorama, ha retomado sus estudios.

"Se han agravado los problemas para asentarse en el mercado laboral"

"La gente joven vive de alquiler, aunque prefiere hacerlo en una vivienda en propiedad"

Servicio de Juventud del Ayuntamiento