El Deportivo Alavés no se sintió ni fue inferior al Celta este sábado en Mendizorroza; pero, sin mordiente ni acierto en ataque, cualquier error puede derivar en un castigo severo. Y así fue. Un gol de Iago Aspas de penalti le fue más que suficiente al conjunto celeste, que tampoco tuvo un día brillante, para llevarse tres puntos de oro en su visita a tierras gasteiztarras (0-1). Golpe de atención.
Once inicial sin demasiadas sorpresas el que presentó Eduardo Coudet para la vuelta del parón. En concreto, el entrenador argentino introdujo tres novedades respecto a los titulares contra el Girona en Montilivi: Pacheco, Carlos Vicente y Lucas Boyé, en detrimento de Parada, Calebe y Mariano. Sivera bajo los palos; Jonny, Tenaglia y Yusi en la zaga; Blanco y Denis Suárez como creadores; Aleñá en banda y Toni Martínez arriba fueron el resto de elegidos, dibujando el habitual 4-4-2.
El protagonismo en los primeros compases del encuentro se lo llevaron las imprecisiones con el balón. Al Alavés le costó mucho avanzar más allá de la línea de centro y el Celta, algo más acertado en las transiciones, se mostró poco efectivo en los últimos metros. Esto dio lugar a que el rol de ambos porteros fuera testimonial, como meros espectadores de la gran igualdad en la zona ancha. También es cierto que ninguna de las dos escuadras se sintió incómoda sobre este escenario.
El paso de los minutos, sin embargo, le sentó mejor a los babazorros. Aun sin exigir a Radu todavía, poco a poco los de Coudet consiguieron jugar más en campo del rival que en el suyo propio. Lo que se echó en falta, superada ya la media hora de juego, fue mayor participación por parte de los dos puntas. Ni Toni ni, sobre todo, Boyé pudieron dar continuidad a las jugadas de ataque, dependiendo por completo de lo que Vicente y Aleñá hicieran por las bandas. Ahí, estuvo mejor el maño.
Y en sus botas, las de Vicente, nació la primera ocasión clara. Su centro, que no parecía llevar tanto peligro, lo peleó Boyé para que el zaguero celeste no pudiera despejar con comodidad y el balón le cayó en el área a Toni, que remató alto de primeras. No era fácil de enviar a la red, pero sí fue una buena acción para poner el 1-0 en el electrónico. Todo ello, mientras el colegiado Martínez Munuera ofrecía una actuación cuestionable, incapaz de aplicar el mismo criterio a todas las faltas.
Poco o nada cambió la narrativa en los últimos minutos de la primera mitad, que terminó sin tiros a puertas por ambas partes. Las notas positivas fueron que el Alavés apenas sufrió en defensa, salvo en un par de contragolpes aislados, y que en ningún momento se sintió inferior a su rival. Ahora bien, bastante debían mejorar los albiazules en ataque para, después del descanso, optar a llevarse los tres puntos e impedir un desenlace como el de semanas atrás frente al Valencia en casa.
JARRO DE AGUA FRÍA EN LA REANUDACIÓN
De vuelta a la acción, el Glorioso saltó al césped con los mismos once futbolistas de la primera mitad, al igual que el Celta. Pero la actitud de ambos fue diferente. La timidez se quedó en los vestuarios y los visitantes no se adelantaron gracias a una gran parada de Sivera a Durán. Esto último, tras un penalti que pidió el cuadro gasteiztarra en la jugada anterior, tras ser derribado Toni en una disputa dentro del área celeste. Ni Martínez Munuera ni el VAR vieron punible la jugada.
La que, por el contrario, sí sancionó el colegiado con pena máxima fue la acción inmediatamente posterior, en la que Sivera, con el brazo, hizo que Iago Aspas cayera al césped cuando intentaba marcharse en velocidad. Y el capitán no perdonó desde los once metros (0-1, min. 55). Dar entrada a Ibáñez (Vicente) y Abde (Aleñá) fue la respuesta de Coudet para tratar de remontar el encuentro, consciente de que su equipo necesitaba la energía del navarro y la chispa y rebeldía del argelino.
No obstante, viendo que el electrónico no se movía, el técnico albiazul echó todavía más carne en el asador con Mariano (Denis) y Guevara (Jonny). Más nueves no podía meter, hizo coincidir a los tres sobre el terreno de juego. Pero los revulsivos no dieron los frutos necesarios. La contienda acabó con una única ocasión clara para el Alavés, en un difícil latigazo de Toni que se marchó rozando el palo. Por lo demás, inoperancia ofensiva que derivó en la segunda derrota en casa del curso.