En las próximas horas está prevista la llegada a Irun de una expedición de tres furgonetas que salieron desde Leza cargadas de material sanitario y humanitario, procedente principalmente de la localidad riojana de Arnedo, y regresa con 16 refugiados ucranianos y con las personas que han llevado a cabo este periplo tras cubrir todos los requisitos formales para poderlo realizar sin problemas legales.

Como contaba el pasado viernes DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA, la iniciativa había partido de una pareja de Leza, Natalia Sanz e Íñigo Franco, deseosos de hacer algo para apoyar a los ucranianos, más allá de realizar unas donaciones de dinero o material.

Así surgió la idea de viajar a Ucrania, junto a otra pareja de Leza, y para realizarlo en condiciones trataron de contactar con una ONG de Labastida sin lograrlo, por lo que Cáritas les puso en contacto con su delegación de Arnedo. Y es que en esa localidad existe una colonia importante de ucranianos, casi 150 personas, que habían reunido, con apoyo del ayuntamiento, una gran cantidad de material que querían enviar, aunque no habían resuelto el tema del transporte.

En esa localidad se sumaron a la iniciativa de los vecinos de Leza y uno de los residentes ucranianos, camionero de profesión, se incorporó al grupo, al ser un buen conocedor de las rutas para viajar y como traductor para el grupo.

Desde el comienzo, todo el proyecto se tramitó como una misión humanitaria y se gestionaron documentos y trámites con las autoridades de Varsovia y del Estado español para poder cumplir la doble misión: el transporte del material y la traída a España de los refugiados que cupieran en las tres furgonetas, 16 personas. Y es que como advierte Íñigo, existe una gran prevención para tratar de evitar a personas o grupos sin escrúpulos que se dedican a la trata de personas, a captar jóvenes para la prostitución y niños para trabajar como esclavos.

Cuenta Íñigo Franco que tras realizar el viaje desde Leza a Varsovia en 26 horas, llegaron a la capital polaca, donde les esperaban y donde les enviaron a un almacén para dejar el material (medicinas, leche para bebés y otros productos) y posteriormente a un polideportivo que está sirviendo de alojamiento para los refugiados, donde ya se había seleccionado a las 16 personas que viajarían hasta nuestro país.

Del grupo seleccionado, seis personas decidieron darse de baja, ya que tenían la posibilidad de viajar a Alemania, mucho más cerca desde donde poder regresar a Ucrania cuando finalice la guerra. Por eso, se acompañó a las furgonetas hasta la Estación Central, punto de llegada caminando o en trenes desde Ucrania, e inmediatamente se cubrieron las plazas.

Entre las personas que decidieron viajar a España había una señora de 90 años, que había sido operada recientemente de la cadera y que para evitarla en largo viaje en coche se trató de gestionar un vuelo en avión. Pero no fue posible porque la compañía aérea exigía el pasaporte covid y la señora no lo tenía. Por esa razón se adaptó una de las furgonetas para que pudiera viajar lo más tumbada posible para evitarla sufrimientos.

La expedición tiene previsto llegar a Irun, donde realizarán la primera de las paradas. Y es que allí podrán acceder a un tren de Renfe para desplazarse a Madrid y Málaga, donde dos de las familias tienen otros familiares. Y es que la compañía ferroviaria ha establecido la gratuidad en los viajes a los refugiados y el desplazamiento será más cómodo que en coches.

Otras dos familias se quedarán en Arnedo, con familiares que les esperan y una quinta familia viajará hasta Leza, donde se quedarán, de momento hasta el final de la guerra.

Para poder hacer posible todas las gestiones del viaje, así como la logística de alojamientos y alimentación, Natalia, pareja de Íñigo, ha estado encargada desde Leza de contactar con hoteles, albergues y otras entidades, lo que ha facilitado el viaje y el bienestar de las personas que han tenido que abandonar Ucrania en estas circunstancias.