Con los mismos nervios e ilusión que se pasan ante la inminente llegada de Olentzero son con los que tuvieron que lidiar las horas previas a la esperada llegada de su nueva casa prefabricada el matrimonio de Abetxuko formado por María Jesús López y José Huerga. Un gusanillo en el estómago que se avivó desde el pasado sábado cuando viajaron a Burgos, donde se ha fabricado su vivienda de 100 metros cuadrados y planta única, y supieron, tras dar el último visto bueno al proyecto, que esta misma semana se procedería al traslado de la misma. Y que se desató del todo el miércoles, cuando su empresa constructora les envió una imagen en las que aparecía cómo su nuevo hogar ya estaba preparado para el recorrido que tendría que hacer al día siguiente. “Tengo un dolor de cabeza entre los nervios y el cambio de fecha de la llegada de la casa...”, explicaba con cierto pesar Huerga, durante la mañana del miércoles.
Por eso, durante esa noche difícilmente podían pegar ojo, al pensar en si todo iría bien a lo largo de los 118,5 kilómetros que tendría que recorrer su nuevo nido, desde el polígono industrial burgalés de Villalonquéjar hasta el solar de Abetxuko, cerca de la ermita, que han comprado para instalarla, y al acordarse también de que era de las últimas horas que pasarían en su piso, también ubicado en ese barrio pueblo de Vitoria, pero del que no les quedaba otra que mudarse, al dejarles el ascensor en una entreplanta. Pocas escaleras que salvar, pero demasiadas cuando se trataba de la pierna amputada del esposo de la pareja, quien tras un tiempo en silla de ruedas ahora lleva un prótesis.
Un sueño difícil de conciliar también, como siempre pasa el día que uno se tiene que levantar pronto, en el que siempre parece que es en el que más se tarda en caer rendido a los brazos de Morfeo. Y la jornada que se les avecinaba, precisamente, era de lo más madrugadora, al estar previsto que el convoy, formado por dos góndolas, un camión rígido de 15 toneladas y tres coches piloto, saliera a las 7.30 horas de Burgos por la carretera nacional, así que los Huerga-López encararon el jueves con la cafetera bien cargada, al igual que la batería de sus teléfonos móviles, a la espera de lo que pudiera acontecer. Así, gracias a las llamadas, supieron que a las 9.05 horas su casa acababa de salir de Miranda de Ebro y media hora después, a las 9.37 horas, ya estaba llegando a Lopidana. “Por ser un transporte especial, la velocidad está limitada a 60 kilómetros por hora”, detallaba Huerga.
Al entrar en Vitoria iban más señalizados para evitar problemas durante su transcurso por la ciudad y, por ello también, fueron escoltados por los agentes de la Policía Local de Vitoria, entre miradas de los transeúntes y de las cámaras de televisión y fotógrafos, que inmortalizaban la que probablemente era la llegada de la primera vivienda prefabricada a la capital alavesa.
Otros que no la quitaron ojo de encima fueron sus propios dueños, quienes una hora después, a eso de las 10.30 horas veían cómo, por fin, llegaba a su parcela de Abetxuko, donde una gran grúa, empezó a descargar los dos módulos en los que se había dividido la vivienda de 34 toneladas. Todo un peso, el de cargar con una casa a cuestas y que todo saliera bien, que sus propietarios se quitaron de encima, de golpe y porrazo, al ir comprobando que no se había roto nada por el camino, que los muebles, como los electrodomésticos de bajo consumo con los que la vivienda venía equipada, estaban perfectos. “Ya tenemos luz en la casa”, aclaraba una satisfecha María Jesús.
A la espera del tejado Si bien, ya habían previsto que todo en un mismo día no se podía finiquitar y dado que la lluvia hizo de las suyas ese día, para no variar, la instalación del tejado tendría que esperar. “El tejado no se puede poner con la que está cayendo”, precisaba esta simpática mujer. De hecho, los operarios “han salido de la obra llenos de barro”.
En cualquier caso, los Huerga-López siguen con el plan previsto: el de mudarse allí lo antes posible para estrenar sus tres habitaciones, dos baños, cocina y porche incluido, que les han salido por 126.000 euros, precio que incluye que viene amueblada, y de la que han podido elegir hasta las cortinas, y que, como dicen, les ha salido más rentable que adquirir una de segunda mano con sus posteriores reformas, y eso que, aparte, han tenido que comprar un solar para instalarla. “Lo mejor es que está adaptada a la silla de ruedas”, subrayaba Huerga.
Esta razón fue la que justo hace un año les llevó a este matrimonio a planearse mudarse de su piso, también en Abetxuko, y a navegar por Internet para buscar qué opciones tenían al respecto, más allá de las clásicas. Así dieron con esta empresa burgalesa, que una vez que se decidieron por el modelo, han tardado en fabricarla un mes, y se han encargado de todos los proveedores: carpintería, electricidad, muebles...