Mientras recorres las calles de Vitoria puedes encontrar historias ocultas sobre la ciudad y su gente, sitios como los caños que a simple vista están ocultos pero que son una parte fundamental de los inicios de la capital alavesa. Es bien sabido que los pueblos y aldeas se situaban cerca del agua, ríos o manantiales, pero cuando fueron amenazados por otros pueblos comenzaron a edificar en zonas altas.
La aldea de Vitoria se formó hacia el año 1181-1202, tras un incendio que arrasó con todas las casas comenzaron su ampliación de aldea a villa. Es ahora cuando aparecen las calles Correría, Zapatería y Herrería, aunque tuvieron que detenerse ahí por el río Zapardiel que hoy en día es subterráneo.
Construcción del casco viejo
60 años después de esa ampliación construyen hacia el Este las calles Cuchillería, Pintorería y Judería, que hoy sería la Nueva Adentro, y la Calle Nueva Fuera.
Una de las principales razones por las que se forma la ciudad de Vitoria es gracias al comercio, ya que en esta época medieval Vitoria y Pamplona son consideradas las ciudades más importantes de Euskadi.
El comercio y la buena labor de los trabajadores en sus oficios fueron las impulsoras de estas dos capitales.
Es por eso que las calles del casco histórico llevan nombres de los oficios de entonces. Con la construcción del casco aparecen los caños, que estaban delimitados por los cantones y que eran como vecindades.
Mayoral
La definición simple sería que son calles interiores paralelas a dos calles. Los caños contaban con varias letrinas y pozos, pero el agua no era potable por la contaminación de las zonas. Aun así, servía para la limpieza de las casas o de la cocina y en muchos casos era agua de lluvia.
Al igual que hoy en día contamos con el presidente de la comunidad, en aquellos años los caños tenían un mayoral. Esta figura era muy importante y muy respetada entre los vecinos, se encargaba de que todos aquellos que usaran las letrinas y los pozos lo hicieran de manera correcta e higiénica.
Si por algún casual alguno de los vecinos era muy descuidado con su higiene el mayoral era el encargado de sancionar, incluso podía echarlo de su casa. Esta figura se mantuvo hasta finales del siglo XX.
Los caños eran una parte fundamental de la ciudad, ya que, desde 1200 a 1900 no hubo infraestructuras para llevar el agua potable a las casas. La primera ciudad en conseguir canalizar el agua hasta las casas es París en 1825, con la epidemia de la cólera se ven en la necesidad.
Vitoria decide seguir sus pasos y consigue llevar el agua a los hogares tras la epidemia de 1832. Además, se tomó la decisión de ensanchar los cantones para evitar los contagios, hoy en día el único que mantiene su anchura real es el de San Roque.
Agua potable
Pero si no podían beber agua de los pozos, ¿que agua bebían los vitorianos de entonces?. En esos años la ciudad contaba con varios manantiales que abastecían a los ciudadanos más pobres.
Pero aquellas personas de bien que contaban con dinero más que suficiente compraban a los aguadores. Estos personajes fueron importantes en la época, se encargaban de recorrer las calles vendiendo el agua de los toneles que llevaban en carros.
Durante la noche las arcas se llenaban de agua y por la mañana los aguadores recogían ese agua en los toneles y los transportaban en un carro de madera.
Una de las arcas más importantes se situaba en los que hoy conocemos como la Calle del Arca, que se abastecía de un manantial llamado Manantial de las Ánimas. Aunque ahora se encuentra tapado con una chapa de hierro.
El agua era de vital importancia y por ello decidieron construir fuentes en diferentes puntos para no acudir siempre a los manantiales. La primera de todas fue la de la Virgen Blanca llamada “La Fuente de los 8 Chorros”, construida en 1777 que usaba el agua de los montes de Vitoria, en concreto de Berrosteguieta.
La segunda se situó cerca del Bodegón Gorbea y fue pagada por la familia de los Álava en 1865. Eran una familia pudiente y no querían desplazarse y juntarse con los pobres para conseguir agua, por eso decidieron construirse una propia cerca de su casa.
La tercera se situó donde hoy está la Fuente de los Patos. La red de infraestructuras de las fuentes, en este caso las tuberías, eran de cerámica, en invierno la presión y el caudal de agua era abundante pero en verano muchos ganaderos rompían las tuberías para dar de beber al ganado y no llegaba tanta a la ciudad.
Para abastecer a la ciudad con agua se construyó el depósito de aguas de Monte Hermoso, que abarcaba solamente la zona del ensanche donde vivía la gente más adinerada.
Cierre de los caños
La llegada del agua a las casas supuso el cierre de los caños que ya no eran necesarios para los vecinos. En 1900-1905 se cierran con unas puertas de roble para ocultarlos de la gente. Aun así en los 60 el Ayuntamiento decide cambiar esas puertas por unas de chapa como sepultura final de los caños.
La ciudad se olvidó de su existencia y empezaron a acumular grandes cantidades de barro, heces y suciedad, cada cierto tiempo se realizaba una limpieza en profundidad.
La llegada de los retretes a las casas fue lo que impulsó esto, muchas personas construyeron váteres colgantes hacia los caños para hacer sus necesidades. En esos momentos ya nadie se hacía cargo de mantener un mínimo de higiene en esas zonas puesto que no se usaban.
Además, al taparse los caños de la vista pública y sin el control del Ayuntamiento, muchos vecinos aprovecharon el momento para robar metros al caño. Metros de casa, terrazas e incluso piscina en algunos casos, es por esto que muchos caños no tienen su anchura original.
Por ejemplo, el Caño de los Acebos cuenta con su entrada en mitad de la calle y no en el cantón, porque los vecinos robaron metros creando un pequeño patio que divide el caño en dos.
Hace 20 años el Ayuntamiento decidió recuperar esta parte fundamental de la historia de Vitoria y restaurar los caños. Se realizaron limpiezas exhaustivas para conseguir eliminar toda la suciedad y se cambiaron las puertas de chapa por unas de barrotes que permiten ver el interior.
En su plan de reforma han decidido convertir estos espacios en pequeños jardines con plantas y árboles que permitan a los vecinos disfrutarlo. La gran mayoría están rehabilitados y decorados con la intención de convertirlo en un entorno agradable y olvidar su sucio pasado.
Visitas guiadas
La restauración del entorno los ha convertido en un atractivo turístico también para los vitorianos. Muchos son fieles seguidores de las visitas guiadas y las han realizado en más de una ocasión. Para otros es su primera vez, pero todos van con el mismo objetivo: conocer más de su ciudad.
Ver de primera mano los caños que son una parte tan fundamental de la ciudad y de su historia. La oportunidad perfecta para explorar y descubrir uno de los secretos mejores guardados.
Hay algunos que todavía recuerdan los tiempos oscuros donde los malos olores y la suciedad gobernaba en los caños, y ahora quieren ver su mejor versión. Varios de los asistentes a la visita guiada relacionan este lavado de cara con los arreglos que ha sufrido el casco viejo de Vitoria.
Que se trata ni más ni menos que de un casco medieval como pocos, que hasta hace no mucho se encontraba descuidado, pero que ahora está recibiendo el cuidado que merece. Estas visitas, además de dar a conocer los entresijos de la capital alavesa, muestra el encanto de la almendra que es considerada por muchos la joya de Vitoria.