Ganadora del 38 Premio Gabriel Sijé de novela corta entre 478 novelas de varios países, 'Al otro lado del mar' ha estado once años en un cajón a la espera del “momento y la editorial adecuados”. La elegida ha sido la gasteiztarra Betagarri Liburuak que, con ella, inaugura una nueva sección de narrativa. Algo que, para el de Laudio, no solo ha resultado interesante sino todo un reto a la hora de abrir puertas al género de ficción.
Cuatro años desde 'El agente extranjero' y diez desde 'Los verdes campos'. Pero 'Al otro lado del mar' ya existía antes. ¿Porqué no ha visto la luz hasta ahora?
La escribí hace once años, y hace once años ganó el premio Gabriel Sijé de novela corta de la Fundación Caja Mediterráneo. Ha habido en este tiempo varias editoriales interesadas en ella, pero no llegamos a ningún acuerdo, en algunos casos puede que incluso por mi culpa, porque tengo mis manías y mis rarezas. Ahora he decidido que es el momento y la editorial adecuada. No es la primera novela que guardo durante años. Yo soy así. No tengo esa prisa por editar que ataca a tantos autores. Ahora mismo tengo concluida otra y ahí esta reposando en el ordenador. Ya la sacaré algún día, o no. Esa ansia de publicar actual, con autoedición y demás, no va conmigo, yo soy un autor antiguo.
Entonces, de IA ni hablamos.
No la uso, no me gusta. Su fin no es ayudar al ser humano, que sería maravillosa, sino sustituirlo. En este mundo actual solo se piensa en el dinero, y la Inteligencia Artificial esta pensada para fines comerciales y que quienes ostentan el poder económico ganen aún más. No ayuda a la Humanidad, sino que la destruye.
La editorial
¿Qué tiene Betagarri Liburuak para que les haya dado su sí?
Me llamaron para ver si tenía algo interesante para publicar, porque querían abrir una nueva sección de narrativa, y me motivó eso de ser el primero y poder abrir la puerta a la ficción. Es un reto para mi.
'Al otro lado del mar' se ubica entre 1916 y 1956. ¿Siente predilección por el pasado?
Yo nací en 1956 y es como un campo más conocido, en el que me siento más cómodo. Además, literariamente es una época muy interesante, no digo mejor. Me motiva, es algo personal.
El relato gira en torno a la ambición de un campesino por poseer la tierra que labra. ¿Es malo ser ambicioso?
La ambición es una emoción que empuja al ser humano hacia delante, y puede ser mala o buena, en base a tus metas. En este caso es negativa, porque se trata de un hombre que, consciente de su atractivo para las mujeres, lo usa sin miramientos.
Sin embargo, son ellas -la institutriz francesa, la señorita inglesa, la maestra, la señora, la madre, la criada...- las que resultan más poderosas, frente a perfiles masculinos como más pusilánimes.
Eso se debe a mi gusto por la literatura femenina, Jane Austen me encanta y de su 'Sentido y sensibilidad' he tomado prestada, de hecho, a la señorita Margaret Dashwood. Las mujeres interiorizan más, por eso, quizá, les doy un poco más de poder, aunque en la sociedad de aquel tiempo mandase el hombre.
Otro tema central es la dicotomía entre un amor de conveniencia y otro platónico y, meramente epistolar que, curiosamente, resulta más verdadero.
Está en la condición humana, lo bueno y lo malo que llevamos todos dentro, y la ambición del protagonista le lleva a continuar con los dos. No elige, lo quiere todo, y de ahí viene el desencadenante de la trama.
Muy ágil, fresca y plagada de humor ácido, por cierto.
Uno se hace escritor a base de leer, y mi forma de contar es hacerlo ágil, ameno, sin prescindir de lo literario. Se llama estilo. Yo soy mi primer lector y escribo bajo el prisma de lo que me gusta leer. Esos mamotretos tan descriptivos, me aburren. Mucha paja con digresiones que te desvían de la trama y que muy pocos autores dominan. Las mías son siempre breves, concisas y corales, con muchas pequeñas historias con vida propia e independientes, creo que de calidad y factibles.
¿A qué se refiere?
Toda la historia es pura ficción, pero la situación temporal, ese restaurante, el partido de fútbol, el hundimiento del barco... existieron y, por eso, es creíble. El paisaje, por su parte, es semiimaginario, en la zona de Larrañazubi, en Getxo. Un homenaje a mi escritor de cabecera, Ramiro Pinilla, que usó también estos paisajes en sus novelas.