La huella de un neumático en la nieve, una canasta de baloncesto en una cancha de instituto vacía que recuerda a los que ya no están, monolitos, restos de un microbús y expedientes que hablan de una vieja tragedia jamás olvidada, y una sinuosa carretera de montaña tan peligrosa como mágica cuando la cubre la niebla.
Éstas son algunas de las 20 estampas del trabajo Arde la niebla, con la que el fotógrafo amurrioarra Endika Díaz (1985), ha logrado imponerse, como representante de Álava, en la primera edición del certamen fotográfico Euskal Herria Argazkia, que este sábado celebrará su acto final en Aretxabaleta (Gipuzkoa).
De su Ayuntamiento ha partido la idea de celebrar un encuentro fotográfico anual, “para apoyar a los fotógrafos vascos, visibilizar su obra fotográfica y poner en valor la fotografía con carácter autoral y de proximidad”; y como tal, ha recibido trabajos de un centenar de autores nacidos o residentes tanto en Gipuzkoa, Álava y Bizkaia, como en Navarra, Lapurdi, Behe Nafarroa y Zuberoa, de los que el jurado ha seleccionado un ganador por territorio, más un representante local, que recibirán 300 euros cada uno, junto a la oportunidad de explicar su obra en la inauguración de la exposición colectiva que se ha realizado con las obras premiadas.
El proyecto tiene como punto de partida el accidente ocurrido el 24 de julio de 1962, cuando un microbús que transportaba a la Orquesta Compostela se salió de la carretera en la primera curva del puerto de Orduña
“Yo me enteré por redes sociales”, apunta Díaz, que estará presente este sábado en la apertura de la exposición en el auditorio del centro cultural Arkupe Kultur Etxea. Ese día, el autor tendrá media hora para presentar su proyecto, como ha explicado ilusionado Díaz a DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA, ya que es la primera vez que va a mostrar Arde la niebla.
Obra abierta
Según el jurado, es “un trabajo autoral fascinante”, en el que el de Amurrio comenzó a trabajar en la Navidad de 2020, por lo que son más de 10.000 imágenes “aunque a día de hoy no llevaré editadas más de 70, y a este certamen solo presenté una veintena”, ha aclarado, quien no da por cerrada la obra, ni mucho menos, “porque estoy a expensas de explorar nuevas vías, a sumarse a los cuatro tipos de imágenes que la engloban, dadas las nuevas posibilidades de exponerla que me han surgido de este certamen”, adelanta.
"Me conmueven los trabajos introspectivos y la fotografía subjetiva y de espacios, especialmente la de aquellos en los que han ocurrido sucesos relevantes o dramáticos"
De hecho, es casi seguro “aunque esta sin atar la fecha”, que estará en su pueblo, Amurrio, la próxima primavera, y en el museo etnográfico de Orduña “el último trimestre de 2025 o primero de 2026, fijo, porque se lo debo a Adratan”, señala en referencia a la asociación gestora del citado espacio, volcada en preservar la memoria histórica de la ciudad, ya que “fue quien me ayudó a localizar, y muy rápido, los primeros expedientes del accidente que inspira parte del trabajo, en el archivo municipal. En Amurrio nos costó más, dado que muchos se encontraban en carpetas descatalogadas”, aclara, en torno a un trágico suceso que, aunque ocurrió hace 62 años, aún sigue muy presente en la memoria colectiva de todo el Alto Nervión “porque se movilizó toda la comarca, en este territorio fronterizo entre Álava, Bizkaia y Burgos, para ayudar a los heridos”, explica.
Se trata del puerto de Orduña, una carretera localizada a escasos 15 kilómetros de la casa del autor, que está considerada un punto negro vial y entre sus muchos tramos destaca la conocida como La Curva de los Gallegos, precisamente, por el suceso acontecido el 24 de julio de 1962, cuando un microbús que transportaba a la Orquesta Compostela al concierto que iba a dar en la Casa de Galicia de Bilbao, se salió de la carretera en la primera curva del puerto y cayó por el acantilado doscientos metros al vacío, cobrándose la vida de cuatro de sus integrantes. “La niebla densa que siempre baña el puerto de Orduña fue el principal causante de dicha tragedia; y, de ahí, el título de mi trabajo, con el que documento lo ocurrido, a través de imágenes de los restos que aún permanecen en el lugar, los diversos expedientes citados, el monolito erigido en su memoria, y la propia niebla que, día sí y día también, sigue cubriendo esta zona”, aporta Díaz.
Metáfora de vida
Con todo, se está ante un ensayo fotográfico que no solo habla de esta tragedia en la que los pueblos vasco y galego se encuentran por accidente, sino también de la memoria, del duelo, del miedo, de la energía de los espacios y de la carretera como metáfora de la vida; y que, aunque en especial supone un homenaje en memoria de los miembros de la Orquesta Compostela fallecidos en el accidente (Juan Fernández Barros, Paulino Prado, José Casal Brea y Jesús Sánchez Picón), pretende serlo a la de todos los fallecidos en carretera, así como una especie de terapia con la que el autor consigue enfrentarse, por fin, a uno de sus mayores temores: la carretera y los accidentes de tráfico.
“Saqué el carnet de conducir con 20 años y estuvo en un cajón ni sé el tiempo, hasta que en 2016 coincidió que me ofrecieron un coche de segunda mano justo cuando me inicié en la fotografía, y ésta me ayudó a quitarme o canalizar este y otros miedos vitales”, reconoce este ingeniero informático de profesión, que encontró en la cámara una aliada para aliviar la angustia que le ocasionaba el ritmo frenético del inexorable paso del tiempo. “Me conmueven los trabajos introspectivos y la fotografía subjetiva y de espacios, especialmente la de aquellos en los que han ocurrido sucesos relevantes o dramáticos. Si a eso le sumamos que voy mucho al puerto de Orduña a captar su niebla, que me enteré de lo allí ocurrido y que tengo familiares galegos, pues la colección Arde la niebla era algo lógico que tenía que crear”, apostilla.
Marca de autor
El porqué estará desde este sábado en la muestra colectiva que se inaugura en Aretxabaleta, también se explica solo. Y es que el jurado del Euskal Herria Argazkia, además de por su calidad, ha escogido proyectos que profundizan en realidades cercanas y del territorio, para dar a conocer la gran variedad de propuestas fotográficas creadas en Euskal Herria, con el sello de identidad de cada provincia y la marca personal de cada autor.
En concreto, junto a las del amurrioarra Endika Díaz, podrán verse las obras del fotógrafo de Aretxabaleta Jorge Almeida con su proyecto Harrien Deidarra; de la guipuzcoana Jaione García Sanesteban con el trabajo Ttakun; de la vizcaína Saioa Miguel con su serie Maskaradak; del navarro Kike Balenzategui y su Paseo monumental; y del labortano Guillaume Fauveau, con su proyecto Pausa; así como de Nahia Garat y su trabajo Zurrumurru, en representación de Behe Nafarroa; y de Polo Garat y su serie De la Soule, por parte de Zuberoa.