Son incontables las ocasiones en las que el Baskonia se ha ahogado en la orilla en la presente temporada. En el Pazo dos Deportes se vio una película de miedo que a la afición azulgrana se ha habituado demasiado. Cuesta encontrar algo positivo del conjunto vitoriano, que volvió a desaprovechar una nueva oportunidad para meterse entre los ocho primeros clasificados tras la enésima derrota a domicilio. 

El 88-82 resultó, hasta cierto punto, engañoso viendo las terroríficas ventajas de que dispuso el Breogán durante la mayor parte de la confrontación.

Los hombres de Laso cavaron su tumba en una lastimosa primera mitad que pasará por méritos propios a los anales de los capítulos más negros de la historia del club azulgrana. Minutos infames que, una vez más, obligaron al equipo a un sobresfuerzo y a tirar de épica para soñar con la victoria.

El terco guión se repite hasta la saciedad. Para cuando se despojó las legañas un Baskonia sin ganas de enfundarse los guantes de boxeo, el desaguisado era mayúsculo. El Breogán llegó a subir a lo alto del marcador un vergonzoso 47-15 tras una actuación para olvidar de un visitante al que le llovieron los golpes desde todos los lugares.

La cascada de triples del Breogán enrojeció los mofletes a un Baskonia reo de la apatía, incapaz de oponer un mínimo de resistencia y convertido en un juguete roto.

Y es que el vitoriano fue un equipo desdibujado, abúlico y huérfano de alma que cedió 32 cuerpos de ventaja. Muchos jugadores ofrecieron unas prestaciones paupérrimas durante ese intervalo sin que un superado Laso fuera capaz de inyectar algo de sangre y rigor desde el banquillo.

Las constantes pérdidas de balón, el nulo balance defensivo o la permisividad para permitir tiros de entrenamiento a los 'pistoleros' del Breogán, que ni siquiera necesitó una buena versión de su gran estrella (el exbaskonista Darrun Hilliard), dibujaron un panorama ciertamente angustioso en tierras gallegas.

Aparece el orgullo en el epílogo

El delirante juego hizo daño a la vista de los seguidores baskonistas. Por no hablar de la actitud, ya que hubo jugadores empeñados en tender una alfombra roja a sus pares. Algunos damnificados por el desastre fueron Hall y Jaramaz, casi inéditos en tierras lucenses.

La bronca de Laso, que prescindió de sus 'cincos' y sus bases en busca del milagro, debió ser de órdago en el intermedio. Al menos hizo acto de presencia algo de vergüenza torera y orgullo para meter el miedo en el cuerpo a un modesto de la ACB que se frenó en seco en el punto 83 durante incontables minutos.

Con 83-79, el Baskonia dispuso de un balón dentro del último minuto para estrechar todavía más el marcador. Sin embargo, una pérdida absurda de Luwawu-Cabarrot y una canasta malograda por Rogkavopoulos enterraron las últimas esperanzas en tierras gallegas. El suplicio continúa en una temporada abocada a acabar de forma prematura si algún fenómeno extraño no lo remedia.