Dispuestos a poner fin a una larga travesía por el desierto. Atrás quedaron los días de gloria cuando el sargento Zeljko Obradovic comandaba la nave ateniense. El Panathinaikos ha sido estos últimos cursos un barco a la deriva. Lejos incluso de los equipos que pelean por entrar en el play off.

Muy, muy lejos. El curso pasado, el histórico club griego acabó penúltimo (17º), con solo 9 victorias en 34 partidos, mientras que hace dos cursos se clasificó 13º entre 15 equipos tras la descalificación de las escuadras rusas y su puesto hace tres temporadas tampoco fue mucho mejor tras finalizar en una más que discreta decimosexta posición.

Pues bien, su polémico propietario, Dimitris Giannakopoulos, harto de esta errática trayectoria, tiró el pasado verano la casa por la ventana con el objetivo de ser un serio aspirante a recuperar un centro europeo que ya conquistó hasta en seis ocasiones (1996, 2000, 2002, 2007, 2009 y 2011).

Ataman conquistó la Euroliga en 2021 y 2022 con el Anadolu Efes Euroliga

Doble campeón de Europa en el banco

Para empezar, el mandatario heleno dio las riendas del banquillo a uno de los técnicos con mejor caché en la Euroliga, Ergin Ataman, campeón del máximo torneo continental en 2021 y 2022 con el Anadolu Efes.

El histriónico entrenador turco fue el primer pilar de un renovado proyecto. Y es que al poco de cerrar su incorporación comenzaron a llegar los fichajes. Contrataciones en cascada para dar un aire nuevo al Panathinaikos. Y es que la friolera de 11 fueron los refuerzos que acometió en el mercado estival la escuadra afincada en el OAKA.

Tras la incorporación de dos jugadores griegos –Moraitis (Peristeri) y Kostas Antetokounmpo (Fenerbahce)–, Giannakopoulos tiró de chequera para birlar dos de las estrellas a los poderosos equipos serbios, primero Vildoza (Estrella Roja) y, después, Lessort (Partizan).

Luca Vildoza dirige al Panathinaikos, durante un partido de esta temporada Euroliga

Sin embargo, el gran golpe de efecto llegó cuando arrebató al eterno rival, el Olympiacos, a uno de sus jugadores franquicia, Kostas Sloukas tras diez temporadas en el Pireo a cambio de 3,3 millones de euros netos por temporada.

Fue otro golpe de autoridad sobre la mesa. Al director de juego heleno le siguieron otros jugadores contrastados como el francotirador Kyle Guy (Joventut), todo un MVP de la Eurocup, Jerian Grant (Turk Telekom), Olek Balcerowski (Gran Canaria), uno de los pívots con más proyección en Europa, además del regreso de ídolos como Ioannis Papapetrou (Partizan) y Dinos Mitoglou, quien vuelve a competir al más alto nivel tras haber visto reducida su sanción por dopaje.

Juancho Hernangómez fue el undécimo y último fichaje de un Panathinaikos que ha tirado de chequera este pasado verano Euroliga

Por tanto, el cambio de cara ha sido enorme en el club del trébol. Sin embargo, aún faltaba la guinda y esta llegó tras la contratación de Juancho Hernangómez (Toronto Raptors).

“El Panathinaikos se ha reforzado hasta tal punto que, si Dios quiere, nos permitirá a todos celebrar dobletes como en el pasado reciente y tripletes como en un pasado algo más lejano”

Dimitris Giannakopoulos - Propietario del Panathinaikos

Un proyecto faraónico con el que aspirar a reverdecer viejos laureles. Así lo entendía el propio Giannakopoulos antes del inicio de la actual campaña. “El Panathinaikos se ha reforzado hasta tal punto que, si Dios quiere, nos permitirá a todos celebrar dobletes como en el pasado reciente y tripletes como en un pasado algo más lejano”.

Dudas en Euroliga

Líder en Grecia y 1-3 en Europa Pues bien, el inicio del curso no ha sido el esperado. El poderoso conjunto ateniense, que es colíder de la débil liga griega junto a Olympiacos y Promitheas, se tambalea en Europa.

Un gigante con pies de barro tras haber podido ganar tan solo uno de sus cuatro primeros partidos y ocupar a estas alturas una discreta decimoquinta posición.

El Panathinaikos comenzó el curso con derrota en casa en el derbi ante el Olympiacos (78-88) y después superaría con muchos apuros en Atenas al Bayern (78-71) antes de vivir otra mala racha. Primero cayó ante el Fenerbahce a domicilio por 83-69 y después ante su propio público contra el Maccabi (81-86).