'Molo' Casas (Almería, 1985) es un hombre de fútbol, pero también de club. Hoy se cumple precisamente su primer mes en Vitoria-Gasteiz, un periodo de tiempo suficiente para confirmar que el filial que dirige es una pieza clave en el proyecto del Deportivo Alavés. Por el momento, su aterrizaje en Ibaia está siendo un éxito, ya que el Miniglorias ha revertido su dinámica con cuatro victorias consecutivas. El almeriense, eso sí, asegura a DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA que queda mucho trabajo por hacer, aunque se muestra satisfecho con el desarrollo de estas primeras semanas en la capital alavesa.
Cuatro partidos y cuatro victorias. Un comienzo inmejorable, ¿verdad?
Por encima del resultado, que es a lo que siempre vamos, me quedo más con el día a día, con todo lo que estamos consiguiendo con los chavales en tan poco espacio de tiempo. Al final, el resultado es una consecuencia, muchas veces, del trabajo, pero otras veces también es una consecuencia de un punto de suerte o de situaciones que muchas veces no dependen, incluso, de nosotros. Pero lo que sí depende de nosotros es el comportamiento en los chavales. En eso estamos cumpliendo muchos objetivos que, en un principio, nos habíamos planteado.
¿En qué aspectos incidió tras tomar las riendas del filial? ¿Una mezcla entre lo anímico y lo táctico, quizás?
Al final, todo influye. No podemos ir a una cosa y olvidar la otra. Sabíamos que era un vestuario dolido, que venía de 11 jornadas sin ganar, con lo que ello conlleva. Es una cuestión de confianza. Sabíamos que era un golpe duro para el vestuario, incluso para el cuerpo técnico. Incluso yo sentí, como el club, que Aira era una persona querida, que había hecho un buen trabajo. Muchas veces las cosas no salen y no se sabe por qué. En los primeros días, sobre todo el primero y el segundo día cuando llegamos, noté eso en el vestuario e incidimos un poco en lo anímico, evidentemente. Había muchos fantasmas: no habían hecho portería cero, recibían muchos goles a balón parado.
¿Qué tecla ha tocado en el apartado táctico?
En la primera semana nos centramos en dos o tres conceptos clave. Lo primero fue cambiar la estructura. Aunque en la última jornada usaron una defensa de cinco, venían jugando más con un 4-2-3-1, y apostamos por un 5-2-3 para ganar solidez. Desde ahí, trabajamos una idea básica: cuando el balón llega a área contraria, tiene que haber jugadores para rematar, y cuando llega a nuestra área, suficientes para defender. Construimos el equipo sobre esa premisa.
“Tenemos que darle al ‘Chacho’ el tiempo que me dieron a mí para adaptarse al club”
En cualquier caso, todavía queda mucho por moldear, ¿no?
Estoy muy contento con lo que se está viendo, pero siempre digo a los jugadores que mi satisfacción no es por lo que tenemos ahora, sino por lo que yo creo que podemos llegar a hacer. Tengo la prioridad de aumentar los rendimientos de los jugadores. Había jugadores que el club nos comentaba que tenían un rendimiento bajo, y una de nuestras prioridades es subir ese rendimiento, que al final lleva a buenos resultados.
Predisposición por parte de sus pupilos
Para un cuerpo técnico, ¿existe una gran diferencia entre dirigir un filial y un primer equipo?
Sí y no. Al final, el fútbol es fútbol. Yo he tenido equipos, como por ejemplo el Lleida, que es capital de provincia y donde tienes mucha presión. Al final, llevo 20 años en esto y he estado en grandes equipos, pero sí es cierto que aquí tienes el componente de que eres un filial, de que manejas a gente más joven y de que hay su hándicap, su cosa a favor y su cosa en contra. A favor, pues que hay una energía que no tienes muchas veces en equipos de sénior, que hay una predisposición al trabajo que no tienes en otros equipos, pero luego también pagas esa juventud, este proceso formativo.
“Había futbolistas que para el club tenían un rendimiento bajo y mi prioridad fue subirlo”
¿Cómo convive con el error en un equipo de estas características?
Yo soy muy tolerante al error en todos mis equipos, pero aquí aún más. Tenemos que tener esa tolerancia al error, tenemos que ser educadores en muchos casos. Hay que incidir en detalles que, cuando estás con un primer equipo, no hace falta que incidas. Yo creo que éramos muy conscientes de dónde veníamos. No tenía experiencia como entrenador de filial, pero he jugado seis años en filiales. He estado tres años en Osasuna Promesas, un año en Villarreal B, dos años en Almería B.
¿Cómo se gestiona dentro de un vestuario que un futbolista esté en dinámica del primer equipo, pero después compita con el filial?
Creo que a eso hay que darle naturalidad. Al final, eres jugador de filial, estás ahí, a un paso del primer equipo, para subir o no. Si el mensaje que transmitimos es natural, el jugador lo interpretará como algo normal. Por ejemplo, el caso de Pica, que ha estado bien con el primer equipo, ha tenido un rendimiento bastante bueno, y esta semana le ha tocado bajar con nosotros después de no sé cuántas jornadas. Pica percibe de nuestra parte que es algo natural, algo normal, y forma parte de la formación y la educación del jugador.
“En un filial hay predisposición al trabajo que no tienes en otros equipos, pero pagas la juventud”
Para usted, ¿es complejo equilibrar la balanza entre el rendimiento colectivo y el desarrollo de jóvenes promesas al mismo tiempo?
Posiblemente esa sea la mayor dificultad. Cuando estás en un equipo sénior, buscas el máximo rendimiento. Pero en un filial buscas un alto rendimiento y también situaciones de proyección de jugadores. Tienes que ir de la mano del club. Hay tomas de decisiones que, muchas veces, van en función de ciertos parámetros. El entrenador tiene que adaptarse. He vivido contextos en los que he estado en primeros equipos con un potencial presupuestario muy grande, en los que tienes todo, pero también más presión, y en otros con mucha limitación de recursos.
Factoría de Ibaia
¿Qué siente un entrenador formativo cuando uno de sus futbolistas asciende al primer equipo?
Estamos aquí para su crecimiento, para el crecimiento del club, porque, si el club y su filial funcionan bien, eso es crecimiento del club. Pero, evidentemente, si un jugador sube, tenemos que alegrarnos todos y mucho. Tiene que ser una fiesta y buscar que venga el siguiente y así sucesivamente. Estamos aquí para nutrir al primer equipo. Es un trabajo de base, pero, al final, que tiren de abajo habla muy bien también de todos nosotros. No solamente de los resultados, sino de la capacidad de sacar jugadores.
¿Cómo es la comunicación entre usted y el Chacho? Si es que ha habido tiempo, claro.
Bueno, ahora hemos vivido una situación atípica. Primero, tenemos que darle al Chacho el mismo espacio que me dieron a mí, para que se adapte a la ciudad y al club. Aunque parezca lo contrario, nosotros también hemos aterrizado hace poco. Pero comunicación hay siempre y, seguramente, con el paso de las semanas, cuando ya conozcamos su metodología, todo será mucho más sencillo.
El próximo compromiso es contra el Alfaro, un rival directo.
Son tres puntos más que nos acercan a ese primer objetivo. Cuando cogimos el equipo, tenía siete puntos y estaba a cuatro de salvarse. Ahora hemos ganado doce puntos y seguimos a dos del descenso, por lo que no cambiamos objetivos. En las últimas jornadas veremos cómo estamos, pero ahora mismo no hay que pensar más allá del partido del domingo.