Se antoja complicado que Kike García pueda repetir una semana de tal magnitud. Si en la eliminatoria de Copa del Rey constituyó el único bastión de orgullo merced a su doblete, en el empate ante Osasuna brilló con luz propia –junto a Sivera– tras ser el autor de los dos tantos que brindaron un meritorio empate en un escenario tan arduo y hostil como El Sadar. 

El de anoche era a todas luces una prueba de fuego para el Deportivo Alavés. No solo por comprobar la fortaleza anímica de un vestuario que sufrió el adiós de Luis García y la eliminación de Copa, sino por todo lo que entraña lograr el punto de inflexión ante el tercer mejor anfitrión de la categoría. El Glorioso, sin excesivos alardes, pero con una resiliencia que bien merece el elogio, sumó un valioso punto que afianza la idea del Chaco Coudet.

Primer remate y gol

No existe mejor manera de arrancar un partido trascendental que golpeando primero. Y si no, que se lo pregunten a Kike García. El obrero del gol abrió la lata a los 30 segundos tras rematar un centro medido de Carlos Martín, que dejó una grata sensación como titular en el segundo esbozo del técnico argentino. 

El ariete babazorro demostró a las claras el porqué de su apodo. Luchó a destajo durante un duelo marcado por las disputas y la dureza física de Osasuna. Ni el alevoso codazo desmedido de Torró –a la altura del cuello y por el que su rival solo recibió la amarilla–, hizo temblar al máximo artillero del Alavés en su enésima exhibición de pujanza y derroche físico.

Kike García sacó réditos de prácticamente todos los balones que llegaron hacia él. Pugnó sin desmayo ante dos colosos como Boyomo y Catena. Además de los elogios recibidos por parte de la marea albiazul desplazada a El Sadar, también salió ovacionado por una afición, la rojilla, que reconoció su clase ya que no celebró su doblete. El segundo, por cierto, que protagoniza esta semana, y el tercero que firma como futbolista babazorro tras el sellado la pasada temporada ante el Sevilla.

La idea del ‘Chacho’ pide tiempo

También hubo brotes verdes en lo que a la propuesta de juego de Coudet se refiere. Durante los primeros compases se vio a un Alavés con mordiente en la presión y una querencia por adueñarse del balón, aunque fue Osasuna quien se hizo con el tesoro más preciado con el desarrollo del encuentro. Más allá de los automatismos mostrados en las fases con balón, las mejores noticias del Glorioso en la primera parte llegaron en los momentos sin balón.

El equipo del Chacho exhibió un oficio inusitado para bajar las revoluciones del encuentro, supo minimizar el arsenal ofensivo de Osasuna y Sivera emergió, una vez más, como un salvavidas. El de Jávea pasó página de una noche aciaga en Copa para enfundarse la capa de héroe en el campeonato doméstico.

Kike García señala a la grada tras su doblete goleador en El Sadar Villar Lopez

Como era de esperar, Osasuna obligó al Deportivo Alavés a remar a contracorriente ya que los de Vicente Moreno dieron la vuelta al marcador en apenas diez minutos. Y fue precisamente en ese escenario de dudas en el que Kike García acudió al rescate. El conquense remató dentro del área un centro medido de Carlos Vicente para poner las tablas en el marcador pasada la hora de juego. Son 50 ya los tantos que Kike acumula en Primera División y todos ellos se caracterizan por el espíritu de trabajo que encarna como buen obrero del gol.

El conquense vive un gran idilio ante el marco rival a pocas semanas de que pueda empezar a negociar con otros clubes, ya que acaba contrato el próximo 30 de junio. De mantener este nivel, su continuidad en Vitoria será una obligación para la dirección deportiva encabezada por Sergio Fernández. Recientemente cumplió 35 años, pero por lo visto tiene cuerda para rato. Él, desde luego, quiere echar raíces en Vitoria.