Los ganaderos de Urkabustaiz y Kuartango están hartos. Los lobos atacan al ganado sin que puedan hacer nada. Aunque en su día estuvieron a punto de extinguirse por la persecución de la que fueron objeto hasta los años 80 del sigo XX –de ello dan fe los restos de las loberas que, para su caza, hoy día sirven de testimonio etnográfico en áreas como la de Monte Santiago en Sierra Salvada– lo cierto es que su recuperación en Álava es algo que comienza a ser cada vez más manifiesto por el aumento de ataques que están sufriendo las gentes del sector que aún apuestan por la ganadería extensiva. Una práctica ancestral, gracias a la que se mantienen limpios muchos de nuestros montes, evitando con ello el riesgo de incendios.

“No sabemos exactamente cuantos hay. En 2020, cuando la Diputación alavesa suspendió la autorización de caza, pocos días antes de que el Gobierno Vasco incluyera al lobo en el Catálogo Vasco de Especies Amenazadas, se hablaba de uno; pero nosotros sabemos que son más. Una familia de entre 5 y 8, al servicio de una hembra jefa con crías, que funciona por grupos y bien cerquita de Unzá”, explicó a DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA el ganadero de Urkabustaiz, Bittor Meabe, presente en la batida simbólica y sin armas que organizó el sector, de forma un tanto apresurada, tras los ataques de este depredador registrados el viernes en la Sierra de Gibijo.

“Era el primer día que subíamos el ganado a pastar a la sierra, tras la crianza estabulada del invierno, y resultó garrafal. A un compañero le mataron 20 ovejas, y el mastín que las cuidaba también resultó herido”, relató Meabe, para dejar constancia de que el recurso a estos enormes perros como custodios del rebaño frente al lobo tampoco son la solución absoluta, y que la coexistencia entre lobos y ganadería extensiva “por mucho que se empeñen, es inviable”, subrayó.

especie protegida La rabia y la impotencia ante lo ocurrido, porque al ser el lobo una especie protegida “no la podemos ni tocar, y mucho menos abatir”, llevó a los ganaderos de Urkabustaiz y Kuartango a comenzar a tirar de WhatsApp, la tarde del sábado, convocando a todo el sector a acompañarles, el domingo a la mañana y desde Unzá, a una batida simbólica sin armas para visibilizar el problema. “Se organizó sin tiempo y el resultado no ha podido ir mejor, han acudido en torno a 250 personas de las sierras vecinas de Salvada, Arkamo, la de Bajerro en Luna y hasta del valle burgalés de Losa, porque esto nos afecta a todos y todos nos sentimos indefensos ante un animal protegido”, explicaron los ganaderos de Urkabustaiz.

Su intención es seguir en esta línea “hasta que veamos algo de interés por parte de las instituciones y nos den soluciones. Sino nos vamos a tener que ir nosotros del monte y que se quede el lobo”, aseguraron al unísono. De hecho, en la batida simbólica los ánimos volvieron a caer en picado, al encontrar un nuevo animal muerto por el ataque del depredador; en esta ocasión, un ternero, atacado la noche del sábado.

Desde los Ayuntamientos de la zona, como el de Urkabustaiz, ya aprobaron el pasado noviembre un acuerdo por el que expresaron su profundo malestar y desazón por lo que los ataques del lobo representan para las personas que trabajan en la ganadería y para el primer sector en general. El acuerdo se adoptó tras los continuos ataques de los lobos, que se estaban produciendo en el municipio.

Concretamente, en la Sierra de Gibijo y los pueblos aledaños de Uzkiano, Oiardo y Goiuri-Ondona; y en él reclamaban que, de común acuerdo con los ganaderos, “se tomen las medidas adecuadas para que estos puedan seguir desarrollando su labor en los montes de Urkabustaiz, ya que constituyen un valor fundamental para el equilibrio territorial, la actividad económica del municipio, la conservación del ecosistema y de esta forma evitar los problemas de conservación de estas zonas de pastoreo de montaña, que se derivan principalmente del abandono de su aprovechamiento como zona de pastoreo”.

En aumento

No en vano, sin contar los últimos ataques, hasta marzo había contabilizadas nuevas incursiones del depredador que se cobraron la vida de 59 animales, cuatro de ellos vacas; a sumar a las 149 ovejas y cabras que atacó el lobo en Álava en 2022, seis veces más que en 2021. En 2019, asimismo, el lobo causó las muerte de otros 153 animales entre vacas, caballos, ovejas y cabras, sin contar otros 78 animales heridos y otros 76 desaparecidos.

Datos, en todos los casos, muy superiores a los que se venían registrando en años anteriores: en 2018 hubo seis ataques, y en 2015 solo dos; y por los que los pastores llevan mostrando su enojo hace ya tiempo. De hecho, en el Artzain Eguna de Amurrio del año pasado (el de este año tendrá lugar el próximo 17 de septiembre) Josu Ruiz de Zarate de Abecia, poseedor del mejor rebaño de ovejas lecheras latxas de cara negra de la provincia, no llevó su ganado a la cita “porque no tengo ni ánimo ni nada que festejar, ya que el lobo me quitó las ganas matando mis ovejas y las de mis colegas de Gibijo, Bajerro y Salvada”, informaba en un cartel, junto al que dejó postrados los restos de un carnero.

“Conviene que vayáis pensando que algún día, no muy lejano, no habrá celebración de este día porque no habrá pastores, ni ovejas latxas en nuestras sierras. Ahora ni los mastines van a poder dormir, porque el lobo ataca incluso durante el día”, aseguró. El problema sigue latente.