KIA tiene ganas de pelea. La firma surcoreana del grupo Hyundai, protagonista de una de las transfiguraciones más llamativas de la industria del automóvil, no se conforma con el rol de marca telonera. La más europea de las marcas asiáticas está resuelta a prolongar su actual idilio con el público por medio de nuevas propuestas que combinan imagen sugestiva y relación precio-calidad ventajosa. Además de lanzar en breve una ambiciosa reedición del monovolumen Carens, Kia prepara para comienzos del año que viene la llegada del nuevo Rio. El utilitario compacto experimenta una profunda remodelación de contenidos envuelta en un estilo contemporáneo. La marca aspira a convertirlo en una alternativa sensata a los superventas europeos de esa categoría (Polo, Clio, 208, Corsa, etc.).
La intervención pretende que el modelo adquiera en el mercado español el mismo peso que alcanza en el resto del mundo. Uno de cada seis automóviles que vende Kia es un Rio. El año pasado contabilizó casi medio millón de ejemplares en todo el planeta. Para agradar a la clientela de los cinco continentes, el constructor ha diseñado esta entrega poniendo en colaboración a técnicos de sus centros en California, Alemania y Corea. La mezcla de criterios tan dispares ha dado como resultado un automóvil de consenso con línea amable, quizá no arrebatadora pero con el suficiente encanto para agradar en cualquier rincón del mundo.
Aparecerá vistiendo un atuendo de cinco puertas con proporciones más esbeltas que las de la edición saliente. Consigue ese efecto alargando la eslora mínimamente (añade apenas 15 milímetros para llegar a 4,065 metros) y rebajando de igual modo la altura (pierde medio centímetro al elevar el techo a 1,44 metros). Es probable que ninguno de sus usuarios -cuatro confortablemente, cinco algo apretados- perciba que la distancia entre ejes ha ganado un centímetro (2,58 metros); podrán alojar sus pertenecías personales en diversos huecos repartidos por el habitáculo y su equipaje en los nada desdeñables 325 litros del maletero (37 más que antes).
El rostro del próximo Rio evidencia su pertenencia a la gama contemporánea adoptando la ‘nariz de tigre’ que hace reconocibles a los Kia modernos. Dicha parrilla va escoltada por grupos ópticos de nuevo diseño; están más esculpidos para brindar una imagen nítida e incorporan una firma luminosa LED en forma de U. La zaga, menos inclinada que antes, presenta una luneta casi vertical y un voladizo más corto, además de mostrar un diseño de ópticas muy identitario. En conjunto, el coche da sensación de tener mayor musculatura y aplomo.
La concepción de la cabina también cambia notablemente. Además de enriquecer la puesta en escena con unos materiales y un ensamblaje más cuidados, reordena todos los controles para orientarlos hacia la persona que lleva los mandos. Preside la consola el sistema de infoentretenimiento, un HMI (interfaz hombre máquina) ‘flotante’ con una pantalla táctil de alta resolución de 5,0 pulgadas. Por debajo del mismo se condensan los controles de la calefacción y la ventilación.
La gama de motores al servicio del Rio contempla unidades diésel y gasolina de rendimiento medio. La oferta gasóleo incluye un bloque de 1,4 con dos niveles de potencia, 70 y 90 CV. Ambos prometen consumos contenidos para que sus emisiones de dióxido de carbono no rebasen nunca los 90 g/km. La propuesta de gasolina contiene del T-GDI, tres cilindros multiválvulas de un litro que ya viene empleando el cee’d; una entrega 100 caballos y otra 120. Además, Kia propondrá una tercera opción animada por el propulsor de cuatro cilindros y 1,2 litros, que procura 84 CV.
El constructor confía en que, una vez superada la fase de ensayo, ambas mecánicas queden por debajo de los cien gramos por kilómetro de dióxido de carbono. Para contribuir a ello, van acopladas a sistema inteligente de desconexión automática en las paradas. Todos los motores remiten su energía a las ruedas delanteras. Lo hacen bien a través de una caja de cambios manual de cinco velocidades, para los motores de gasolina de 1,25 litros y T-GDI de 100 CV, bien de seis para el T-GDI 1,0 más potente y ambos diésel.