Supongo que no era consciente del todo del inexorable paso de los años. Al menos, no lo he sido hasta verme en la portada de DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA, espacio que me ha tocado ocupar con desgana por aquello de los requerimientos de los gajes del oficio. La imagen que me ha despertado mi interés al respecto ha descubierto ante mis propios ojos que el color blanco ya domina el único reducto capilar que me quedaba en la cabeza, que es la barba, circunstancia que me confiere un aura de venerable anciano que estoy dispuesto a utilizar. Me refiero a que las canas en el pelaje de la barbilla, bajo la nariz y en los pómulos otorgan cierto status de sabiduría y saber estar que, por supuesto, solo se queda en lo formal, ya que nada tiene que ver con los atributos que revisten mi personalidad en la realidad. Supongo que un poco de tinte rescataría la verdadera esencia de este que escribe y suscribe este pequeño rincón mediático. No obstante, y como no sabría ni por dónde empezar para obrar ese cambio de imagen, me quedaré como estoy, en pleno proceso de metamorfosis hacia un modelo híbrido entre Santa Claus y un leñador en tiempo de prórroga de los bosques de árboles coníferos de la Columbia Británica (Canadá).