Quería celebrar lo que han sido, son y serán y por eso mismo, el Mercado de Abastos de Vitoria presentó este miércoles su nueva identidad visual en un emotivo acto por su 50 aniversario, en su primera planta, que comenzó repasando su historia y que le sirvió para reconocer "el esfuerzo y dedicación" de una veintena de sus históricos comerciantes, además de los cinco presidentes que ha tenido la Plaza: Gregorio Rojo, Manuel Rabasco, Mari Carmen Unzalu, Iker Espino y Txomin Gómez.
Porque “cuidar el legado que nos ha sido dado, es la mejor manera de preservar el futuro”, remarcó su actual gerente Roberto Martínez de Guereñu en este evento que tuvo como maestro de ceremonias a Frederic Alzola, su antecesor en este cargo, y que contó con todo tipo de autoridades.
Y es que allí estuvieron desde la alcaldesa de Vitoria, Maider Etxebarria, la concejala de Comercio, María Nanclares, y la edil de Espacio Público, Beatriz Artolazabal, la diputada de Turismo, Cristina González, la presidenta de las Juntas Generales, Irma Basterra, a representantes del Gobierno Vasco, como Clara Navas, directora de Turismo y Hostelería, y hasta asociaciones, como Gasteiz On, con su gerente Patricia García, y de Aenkomer, como Eloy López de Foronda, que también fue el gerente de este mercado durante su gran reforma integral del año 2012, en la que solo cerró 38 días, y que la ha llevado al exitoso mix comercial que es hoy.
CONTENIDO Y SIGNIFICADO
“Es un acto sencillo que en el fondo, tiene mucho contenido y significado”, avanzaba en su presentación Alzola, antes de repasar cómo en el siglo XV, cuando la ciudad contaba con 5.000 habitantes, había dos mercados, en la plaza Santa María y Machete, que vendían carne y verduras.
En el siglo XVIII también los comerciantes estuvieron vendiendo en los soportales de la Plaza Nueva, al poco de su creación, pero la alta burguesía no les quería “porque querían vivir allí”, así que los tenderetes se trasladaron a su centro, pero por poco tiempo, porque a finales de esa centuria se fueron a la antigua alhóndiga (Cuesta de San Vicente) y Correría (Cantón de las Carnicerías).
A FUEROS
Fue un 2 de enero de 1900 cuando se puso en funcionamiento el primer edificio del Mercado de Abastos en Fueros (antiguamente, plaza de la Independencia), con un presupuesto de 148.830 pesetas y con un forjado de hierro de gran valor arquitectónico, obra del estudio de Gustave Eiffel.
Pero los 75 puestos de sus vendedores, que convivían con otros 176 de venta ambulante, eran de reducidas dimensiones: apenas dos metros y medio, así que en 1975, “el año de la película Tiburón y del fin de la guerra de Vietnam”, se mudaron a su emplazamiento actual: junto a la plaza Santa Bárbara, a un inmueble, obra de la constructora Olabarria y Hermanos.
A LA HUELGA
“Tuvimos que hacer una huelga para tener este gran centro y conseguir el parking que no nos querían dar”, recordó su primer presidente, Gregorio Rojo, “muy orgulloso de ese mercado” y de cómo sus profesionales hicieron de “banqueros” para esos clientes que no llegaban a fin de mes, gracias a su “inteligencia emocional”.
“50 años de éxito”, calificó la alcaldesa, que repasó datos, como los dos millones y medio de visitas anuales y sus 200 empleos de este complejo comercial “que avanza sin perder su espíritu”, por lo que dio las gracias “por conseguir que siga al pie del cañón y con tanto esfuerzo”.
“Abastos representa calidad, producto local y encuentro”, valoró, por su parte, la diputada Cristina González, a quien la antigua plaza le parecía “inmensa y con mucho hierro”.
PROFESIONALES
Tras ello, llegó el turno de comerciantes como Manuel Rabasco, ya jubilado de la pollería Magda, llevada en su día por su madre en Fueros, y que hoy regenta su hijo, “que mejor herencia no he podido tener”. Fue el segundo presidente de la plaza, cuando mejoraron las relaciones con las autoridades: “Agradezco a la Administración que ha sido con nosotros muy colaboradora. Mejoramos una plaza que era el orgullo de Vitoria y de todo Álava”.
Subió a continuación al escenario comerciantes como Josefa y Manuel, de la frutería Los Riojanos, Pablo y Elena, de la pollería Ayala, o el carnicero Joaquín Izaguirre, entre otros muchos.
Otras lo vieron desde primera fila, como Conchi Martínez, de 91 años, en silla de ruedas, y otros que se animaron a decir unas palabras. “Soy la madre de Imanol, un amor de hijo. Empecé en la pescadería de la Plaza Vieja con 11 años, de recadista”, declaró Antonia.
“Esto se lo debo a mis padres: Petra García y Laurentino Hernández”, expresó Maribel, al recoger su trofeo honorífico con el logo del 50 aniversario, ya jubilada de este mítico puesto de aceitunas que sigue llevando el nombre de su aita.
Y el carnicero Orlando Acebo, que vino de la antigua plaza, y al que le costó soltar la “alcachofa”: “Hacíamos partidos de fútbol, de casados contra solteros, comíamos juntos y hacíamos un día de puertas abiertas, en el que no vendíamos, porque nos dedicábamos a exposiciones de productos. Éramos unos artistas”.