El reloj marca las 9.00 horas y el mercado de productores de la plaza Santa Bárbara comienza a animarse con la llegada de la clientela más madrugadora.
Algunos puestos no han terminado todavía de ser montados pero otros presentan ya incluso largas colas, lo que da fe del tirón de este emblemático zoco de productos hortofrutícolas y alimentos artesanales que abre sus puertas los jueves y los sábados.
Pero más allá de las verduras, las frutas, la repostería y el pan o los quesos que dan color y sabor a los stands, hoy llama la atención a los ojos de cualquiera la cercanía de una patrulla de la Policía Local de Gasteiz y la presencia de un agente que camina entre compradores y comerciantes.
Esta misma semana, el Ayuntamiento ha prometido una vigilancia más intensiva del mercado tras la oleada de robos que han sufrido varios de sus vendedores. Hechos que no son nuevos, pero que de un tiempo a esta parte se han convertido en habituales.
Al menos tres ha habido en las últimas dos semanas, lo que ha puesto en alerta a unos productores que, por iniciativa de uno de ellos, incluso han abierto un grupo de WhatsApp para avisarse mutuamente cuando vean personas o conductas sospechosas.
“Los tenemos medio fichados”, asegura Isabel Espinosa, de Bodegas Ciudad de Parparinas, una de las comerciantes que ha sido víctima de los amigos de lo ajeno.
“En mi caso fue en diez segundos. Es que los oí además. Estaba cargando y me quitaron el bolso”
En su caso, el robo se produjo hace ya “dos o tres años” y cuando los cacos acostumbran a actuar, en el momento de desmontar el puesto. “Siempre vienen cuando vas a recoger, cuando tienes lo que has hecho de caja y has terminado el día”, corrobora desde el stand contiguo Ernesto Larreategi, del Horno de Albeniz.
“El problema es que ahora es como muy seguido. Antes, si de repente había un robo, se daba la alarma y ya no pasaba más”, apostilla de nuevo Espinosa. “No es un hecho de ahora, porque ya ha ocurrido anteriormente. Pero no tan seguido”, corrobora Larreategi.
Los ladrones, según explican varios comerciantes del mercado, actúan en grupo y suelen seguir un modus operandi similar. Uno se encarga de despistar al vendedor y un compinche se hace con el botín. Estos incluso acuden al lugar con furgonetas para pasar desapercibidos y escapar rápidamente de la escena.
“Estamos muy vigilados. Y no es solo uno, vienen más. Uno te despista, el otro te quita la caja, se comunican y ya hay uno esperando para escaparse”, ejemplifica Espinosa.
“Muy rápido”
El robo de esta bodeguera fue “muy rápido, en diez segundos”. “Es que los oí, además”, lamenta. Y relata: “Estaba cargando, me quité el bolso y lo metí un momento debajo de la furgoneta. Me puse la chaqueta para cogerlo y oí la puerta de la otra. Me habían quitado toda la recaudación, el teléfono, la documentación... todo”, rememora.
Leire Ibarrola, de la quesería Izoria, es otra productora que ha sufrido la acción de los cacos más recientemente, en concreto el año pasado. “Me robaron todo a la hora de recoger. El dinero, el móvil, la documentación… absolutamente todo”, expone.
“Esto no es un hecho de ahora, ya ha ocurrido anteriormente. Pero no tan seguido”
No siempre es suficiente con estar alerta y tomar precauciones, como es su caso, sabiendo que los robos suelen darse en este espacio. Un mínimo despiste... y los malhechores pueden llevarse el gato al agua.
“Yo habitualmente llevo encima todo lo que tengo de valor. Pere ese día, únicamente ese día, hacía muchísimo calor y no tenía bolsillos. Así que dejé todo debajo de la mesa, escondido, sigilosamente... El problemas es que, más sigilosamente todavía, alguien entró por debajo de la mesa y me lo quitó. Eso no lo hace alguien que pase por aquí y tú lo tienes descuidado: te están observando y te lo quitan”, subraya esta comerciante.
“El año pasado me robaron todo a la hora de recoger. El dinero, el móvil, la documentación..."
Ibarrola, que al margen de los últimos robos en Santa Bárbara también ha tenido conocimiento de un hurto más en otro mercado, reconoce la “intranquilidad” que estos hechos causan entre los vendedores. “Porque lo que te roban es el trabajo de muchos meses. Es como si tú trabajaras el mes entero y cuando te van a ingresar la nómina, te desapareciera”, compara.
Muy cerca, Hodei Arrausi, del horno de pan Basotik de Valpuesta, también reconoce sentir “preocupación y rabia” por unos hechos que, por fortuna, él no ha experimentado en primera persona. “Asumiendo que es un mercado de calle, puede haber casos así. Pero son muchas las horas de trabajo que metemos los pequeños productores para traer el producto aquí”, significa Arrausi.
¿Y qué soluciones se pueden adoptar más allá de las ya puestas en marcha? Arrausi sí cree que, más allá de la vigilancia policial, “se podrían hacer otras cosas, como cubrir un poquito más el mercado, o igual contratar a más personas que lo tengan un poco controlado”. Y pone un ejemplo muy gráfico: “Cuando tenemos que ir al servicio, por ejemplo, pues que nos hagan un poquito de cobertura”.
“Se vive con rabia y preocupación; metemos muchas horas para traer el producto aquí”
Ernesto Larreategi, del Horno de Albeniz, cree que “sería importante” que la presencia de la guardia urbana se diese mejor “al final del mercado, a la hora de recoger, que es cuando se producen los hechos”.
“Ahora, a primera hora de la mañana, no va a haber robos. Es a partir de la una o las dos cuando tendrían que venir”, añade su vecina Isabel Espinosa, de Ciudad de Parparinas.
“Sabemos más o menos quiénes son, pero sí necesitamos más vigilancia. Yo tengo ayuda, y aquel día también estaba acompañada. Pero aun así, me robaron. O sea que da lo mismo”, lamenta por su parte Leire Ibarrola, de la quesería Izoria.
Otra comerciante que prefiere mantener el anonimato también reconoce que hace una semana, mientras estaba trabajando en su puesto, observó unos movimientos sospechosos por parte de unos supuestos clientes, aunque “no se llevaron nada”. Tampoco compraron lo que, a priori, querían. “Se escucha que hay más robos y estamos vigilantes”, confirma.