El primer paseíllo de ida de estas fiestas de La Blanca parecía que no acaba de arrancar. Iban desfilando cuadrillas y los blusas y neskas paseaban, en vez de brincar, salvo algunas honrosas excepciones, como los de Basatiak, que haciendo honor a lo asalvajados que están, empezaron a dar botes como si no hubiera mañana bajo su bandera, o Los Desiguales bajo el ritmo del socorrido Lololololo....

“Está un pelín sosete. Para ser el primer paseíllo, ponen poco interés”, sentenciaba la alavesa Araceli, junto con su hijo y su nieto Ibai, de cuatro años, que en la pasada edición de La Blanca consiguió llenar un cuaderno con todas las pegatinas con las que las cuadrillas le obsequiaron a su paso.

Y esta vez, tampoco se fue con las manos vacías. 

Un respetable admirable

El público, en cambio, sí que estaba de lo más animado. En Dato, ya no quedaba ni un hueco libre para las 16.30 horas.

Ni en su pavimento ni en terrazas como las del Casablanca, cuyos clientes giraban sus sillas con vista a la kalejira.

“Pero desde que se han separado los de Comisión y Federación ya no es lo mismo”, zanjaba esta veterana espectadora. 

Y cierto es que los diez minutos entre unos y otros se hicieron demasiados largos. “Y eso que hoy hemos venido el día que, supuestamente, va a hacer menos calor”, añadía la familia.

“Habría estado bien coger alguna mesita por aquí”, guardaban en sus notas mentales los que llegaban pasada esa hora.

A las 16.33 horas, un coche de la Policía Local abrió este primer paseíllo, mientras su conductor escucha las últimas indicaciones del walkie de su hombro.

Llega la furgo-bar de Gaupazaleak y estalla el cañón de confeti con pétalos de corazones rojos.

Un chaval, que no tiene edad para beber, escolta la misma con su pistola de agua. Y uno de sus blusas da cuatro pegatinas a Ibai

Lo están dando todo nada más empezar.

Una de sus neskas le regala otra bajo el lema Bidaia has dadila y se ve su pancarta Cada vez es más difícil circular por esta ciudad. 

Temazos

Empiezan a desfilar Los Bainas y suena, por fin, un temazo que levanta al personal. Es la canción de Celedón. Comienzan los primeros botes para celebrar que se ha hecho una casa nueva y uno de sus blusas se acerca hasta donde Jaron, de 14 meses, a obsequiarle con otro adhesivo que mira el pequeño ensimismado, pese a tener solo el logo de la cuadrilla. 

Su blusa Emilio, de 83 años y su neska Obdulia, con 85, en su andador, hacen un paseíllo que sí que es verdaderamente admirable

A las 16.45 horas, le toca el turno a Batasuna y Xaranga, su txaranga, despierta los primeros aplausos con esos estribillos grabados a fuego de que agua es para las plantas y que los borrachos en el cementerio juegan al mus.

Un simpático Jatorrak ofrece a otro espectador txiki un sifón, supuestamente lleno de agua, y éste, nada más apretarlo, se lo enchufa a sus blusas.

“¿Has sido tú?”, le interrogaban. “Noooo”, aseguraba él. Respuesta acertada que tiene como premio una pegatina. 

A las 16.52 horas, se abren paso los Biznietos y hacen un amago de alzar la mano, en la que les queda libre, porque en la otra, sujetan el cubata. 

Con los jardineros

Suena el cohete y a las 17.10 horas, llegan los de la Comisión con una gran pancarta en la que se solidarizan con Lorezainak borrokan. Hegotarrak luce otra por sus 30 años y el paraguas de Celedón, que para eso Kerejazu es de esa cuadrilla.

Otro de sus blusas lleva a Ratatouille en su cabeza.

Vienen Los Alegríos y empieza a animarse el cotarro con el Macaulay Culkin de Ladilla Rusa.

“Nos está apuntando”, señalaban dos blusas. Sí, pasando lista, incluso a ese que cree que ha pasado de largo.