En el marco de la Escuela Abierta de la Ciudadanía HEI, que impulsa el Ayuntamiento de la capital alavesa, el centro cultural Montehermoso acoge este martes a las 18.00 horas la charla Tejiendo comunidad. Proceso de integración de los pueblos de Vitoria en la ciudad medieval y moderna, impartida por Ismael García-Gómez.
En esta charla se hará un breve pero completo recorrido por la realidad vecinal de aquellas aldeas de los alrededores de Vitoria que, si bien al principio eran completamente independientes, ya desde tiempos medievales fueron administrativamente absorbidas por aquella ciudad que no dejaba de crecer entorno a la colina de Gasteiz.
¿Qué podemos aprender quienes habitamos esta ciudad en 2025 de aquellos que nos precedieron aquellos siglos?
–No sé hasta qué punto la gente puede creer que conocemos bien nuestra historia. Yo invierto tanto buceando en la historia que me paso más tiempo en los siglos XI y XII de Vitoria que en la ciudad de hoy. Y, en realidad, no sabemos prácticamente nada de esta gente. Pero no sabemos porque no lo divulgamos suficiente, porque no lo contamos, no porque no se investigue. Precisamente, conferencias como esta siempre procuro plantearlas más como una especie de viaje en el que me gusta hacer de guía turístico hacia el pasado. Trato hacer que la gente, mediante imágenes, pueda, en la medida de lo posible, sumergirse en la vida de aquellos vitorianos y aquellas vitorianas. Lo interesante es sorprendernos y disfrutar de conocer cómo de distinta era aquella Vitoria con respecto a lo que pensamos.
Aquella Vitoria
En la vida social de la ciudad, ¿qué compartimos con aquella Vitoria?
–Muchas más cosas de las que creemos. Y, sobre todo, unas calles y unos lugares por los que seguimos circulando y que, de alguna manera, también están presentes en nuestra forma de ser. Con aquellos ciudadanos compartimos las calles del Casco Viejo, que, en esencia, son las mismas; y compartimos, aunque pueda parecer absurdo, una climatología y un paisaje. De la misma forma que nuestro paisaje nos construye a nosotros hoy en día, lo hizo con ellos y ellas en aquel entonces. Por eso trato de hacer un relato inmersivo, divulgativo y cercano, pero, al mismo tiempo, respetando la realidad de los documentos y de lo que nos cuenta la arqueología. No me gusta frivolizar o acudir al cotilleo o a la anécdota facilona.
En esta charla, se mira a ese momento en el que Vitoria se va construyendo junto a las poblaciones que tiene alrededor. ¿Es un proceso complicado?
–Es complicado y, sobre todo, conflictivo. Vitoria en la Edad Media era una ciudad que vivía en una constante tensión. Había enfrentamientos entre las distintas clases sociales, pero también entre los vitorianos y quienes vivían en las poblaciones de al lado. Hay que tener en cuenta que el término municipal de lo que hoy es Vitoria incorpora realidades aldeanas que en la Edad Media no eran Vitoria. Es decir, hoy decimos Adurza y estamos hablando de un barrio de Vitoria. Lo mismo con Arriaga, por ejemplo. Pero no dejan de ser pueblos que no eran Vitoria y que fueron absorbidos. Y los vecinos que vivían en estos lugares, no te creas que se lo tomaron muy bien. Hubo resistencias. Eran gentes que querían ser de su pueblo y no querían tener tanto que ver con la capital. Claro, tenemos que entender que Vitoria en ese momento estaba reducida a lo que es el Casco Medieval. Pocos metros más allá, ya estabas fuera de la ciudad. Lo que pretendo es rescatar esos otros grupos sociales de esas otras aldeas que existieron y que tuvieron su propia personalidad. En la Edad Media, estos sitios son identificables, son todavía fáciles de retratar.
En la Reja de San Millán
Están ahora celebrando en Adurza los 1.000 años de la primera mención escrita del pueblo...
–Exacto. Hombre, ellos y ellas están celebrando con mucha vista los 1.000 años, pero eso lo podrían estar haciendo muchos otros lugares aquí. Ese milenio se cumple desde que el nombre de Adurza aparece un documento conocido como la Reja de San Millán. Pero es que en ese mismo documento aparece por primera vez el 90% de las aldeas vitorianas, incluida Gasteiz.
¿Cómo de difícil es investigar en esa Vitoria de hace tantos siglos?
–No es fácil, pero bueno. Yo tengo ahora 50 años y llevo en la investigación prácticamente 30, y tengo claro que, para empezar, lo que he aprendido es de los historiadores y de las historiadoras que me han precedido. Por ejemplo, gran parte de las cosas que sé es gracias a Micaela Portilla. He leído creo que toda su obra porque, antes o después, si quieres saber cosas de nuestro entorno tienes que recurrir a ella. Los buenos historiadores y las buenas historiadoras como Micaela Portilla te ponen sobre la pista. Desde esa base, llega tu labor, empezando por el hecho de acudir a la documentación existente. Aunque parezca mentira, en los archivos todavía hay muchos documentos que están sin leer. Por ejemplo, ahora estoy participando en un equipo de investigación de la UPV, dirigido por José Ramón Díaz de Durana, en el que estamos releyendo las actas municipales de Vitoria en la Edad Media. No te puedes hacer ni idea de la de detalles y cosas interesantes que salen ahí. Es increíble. Y hay una tercera pata importante en nuestro trabajo que es la arqueología. Desde aquí obtenemos mucha información de cómo comían aquellos vitorianos y aquellas vitorianas, cómo construían sus casas, cómo trazaban sus calles, cómo eran sus iglesias...