vitoria - Vitoria-Gasteiz y su hinterland. Evolución de un sistema urbano entre los siglos XI y XV es el título de la obra con la que Ismael García-Gómez (Vitoria, 1974), historiador y también dibujante, se doctoró en Arqueología por la UPV/EHU en el año 2012. La tesis comparte recorrido con el exitoso proceso de rehabilitación de la Catedral Vieja, a cuyos trabajos de excavación se unió en 2001. Y ve la luz ahora, cinco años después de una defensa que le hizo acreedor del sobresaliente cum laude, en una atractiva edición de 588 páginas y con datos “corregidos y aumentados” respecto a esa versión original. También, con dibujos propios. García-Gómez es socio-cofundador de la empresa arqueológica Enklabe, donde se cita con este periódico, y pertenece además al grupo de investigación en Patrimonio Construido de la UPV/EHU que encabeza Agustín Azkarate, quien precisamente le invitó a sumarse al equipo que ha desentrañado Santa María y después dirigió su tesis. El pórtico de la catedral será el escenario de su presentación oficial en los próximos días.

Un trabajo que lleva tanto tiempo elaborar arrojará infinidad de conclusiones, pero ¿cuáles son las más importantes a las que ha llegado?

-La conclusión más destacable es el papel central que en un principio tiene Gasteiz y luego Vitoria en la historia de Euskadi y de los más inmediatos alrededores. Una centralidad que, de algún modo, no se había recalcado todavía lo suficiente. Empecé a tirar del hilo de la cuestión de las murallas, que por eso tienen un papel protagonista en este trabajo. En las excavaciones de Santa María vimos que las murallas eran bastante más antiguas de la fundación de Vitoria datada en 1181, aproximadamente un siglo. Eso quiere decir que Gasteiz, antes de ser Vitoria, era ya un asentamiento amurallado. Siempre se había pensado que era una aldea de campesinos, dedicada a una actividad agropecuaria, pero ya era mucho más a finales del siglo XI o principios del XII. La única población de su entorno inmediato con la que se podía comparar en envergadura sería Iruña-Pamplona. Sabíamos que Vitoria era antigua, importante, pero con la tesis confirmo este hecho y sobre todo pongo detrás muchos más argumentos y datos que confirman esa hipótesis.

Al margen de esa existencia previa de las murallas, ¿qué otros argumentos pone sobre la mesa?

-Hay muchos, pero yo destacaría la importancia que Santa María ya tenía en esa época. He llegado a esa conclusión al hacer un estudio a fondo de la cripta, que es un espacio único, monumental y simbólico, y que por aquel entonces sería propio de cualquier catedral de la época, cuando se supone que Santa María sólo era parroquia. Eso indica que no era una simple parroquia, sino que hubo gente que invirtió muchos recursos para que aquella iglesia tuviese la forma de una catedral, probablemente para ser catedral, aunque no lo fuese hasta muchos siglos después. En la época medieval, convertirse en la capital de un obispado sería lo equivalente a tener ahora ciertas instituciones por las que las ciudades se pelean. No suponía ser la capital de un conjunto de iglesias, sino tener también una mayor recaudación de impuestos y un papel político muy fuerte. En definitiva te ponía en el mapa, lo que vuelve a redundar en la centralidad que comentaba antes.

Pero no lo consiguió.

-Por eso pongo de relieve también que la historia de Vitoria es un sueño constantemente perseguido desde el siglo XII que no se cumple hasta el XIX, cuando Santa María se convierte en catedral y la ciudad en sede episcopal. De hecho, existen documentos que señalan que en el siglo XIV hubo de nuevo intentos de que a Santa María la nombrasen colegiata, que es el paso anterior a ser catedral. Esos intentos se constatan de nuevo tanto en el siglo XV como en el XVI, cuando Vitoria tuvo un papel central en la guerra de Castilla contra Navarra y en la guerra de las comunidades, cuando los comuneros de las ciudades se levantaron contra el rey. Las elites vitorianas se caracterizaron entonces por su posicionamiento a favor del monarca, de tal forma que la monarquía castellana utilizó Vitoria como base de operaciones en la zona inmediata. Fue la famosa época en que Adriano VI estaba aquí y le nombraron Papa. Él prometió a Vitoria que tendría una catedral, pero murió al poco tiempo y no pudo cumplir esa promesa.

¿Y qué pasó cuando Vitoria por fin cumplió ese sueño?

-Da la sensación de que cuando llega ese siglo XIX y se consigue la catedral, la ciudad se desfonda. Es como cuando terminas un gran trabajo y te viene esa sensación de vacío después, de preguntarte qué hago con mi vida después de dedicarte a una tarea durante mucho tiempo. Pero esto ya daría para otro libro. La conclusión es que para contar bien la historia de un lugar no sólo basta con decir lo que fue, sino también lo que quiso ser en cada momento.

¿Qué queda ahora de aquella ciudad antigua, más allá de construcciones que han sido restauradas?

-Desgraciadamente, en Vitoria quedan muchas cosas, pero cuando sabes lo que ha habido y sobre todo cuándo y cómo se ha perdido lo que había, da bastante pena. De la Vitoria histórica apenas nos queda el trazado de las calles, que no es poco; una buena parte de las murallas más antiguas, que son las de la zona de Villa Suso; la mayoría de iglesias históricas -San Miguel, San Vicente, Santa María y San Pedro- y algunos edificios notables como pueden ser El Portalón, la Casa del Cordón o Escoriaza Esquível. Los siglos XIX y XX, sobre todo el XIX, fueron muy destructivos a nivel patrimonial por diversas razones. Las principales, el desinterés de las autoridades y de la propia ciudadanía y que hubo bastantes guerras. Y Vitoria estuvo metida en muchas de ellas.

¿Cuáles fueron las pérdidas más importantes?

-Sobre todo la iglesia de San Ildefonso y varios conventos que fueron muy importantes, como el de Santo Domingo -donde ahora está el centro cívico Aldabe- y el de San Francisco, del que todavía queda algún resto en la subdelegación de Hacienda, en la calle Olaguíbel. La destrucción de San Ildefonso se enmarca por ejemplo en una época en la que Vitoria estaba sitiada, en los años 30 del siglo XIX, cuando tuvo lugar la Primera Guerra Carlista. Como no había forma de ir a las canteras a por piedra para conseguir un nuevo recinto amurallado como querían las fuerzas liberales que defendían la ciudad, derribaron San Ildefonso para conseguir esa piedra y construir las defensas. También fue la época de las desamortizaciones, lo que provocó que prácticamente todos los conventos se convirtiesen en cuarteles después de expulsar de ellos a los monjes. Después, cuando fueron abandonados como cuarteles, directamente fueron derruidos.

¿Ha podido determinar cuál es el edificio más antiguo que se conserva en Vitoria?

-Al margen de las excavaciones de Santa María, donde se han encontrado restos de las cabañas del siglo VIII, lo más antiguo que se conserva en pie es una capilla de la iglesia de San Vicente que fue la primitiva parroquia de Gasteiz. Es la capilla de La Dolorosa, que conserva los restos del edificio más antiguo.

¿Se ha investigado lo suficiente sobre ella?

-Se ha investigado muchísimo, pero todavía se puede investigar mucho más. Si bien en Santa María nos hemos podido remontar a la época más antigua por ahora, que es ese siglo VIII -que es mucho-, en San Vicente todavía vamos a poder ir más lejos. Porque hay indicios que apuntan a que bajo el suelo de San Vicente se encuentra realmente lo más antiguo de aquella primitiva aldea de Gasteiz.

¿Sería partidario de iniciar también ahí una excavación?

-Sí, claro. De hecho lo he comentado en alguna conferencia. Sería partidario de iniciar unos trabajos de investigación que siguiesen un poco el ejemplo de lo realizado en Santa María. Con esto quiero decir que hacer una excavación en una esquina no tiene sentido, sino que convendría hacer una excavación amplia, un proyecto grande. Porque sólo si se hace grande, cuando excavas se ven las cosas claras. Hay que abrir una ventana grande para poder ver todo al mismo tiempo y llegar a conclusiones importantes. Claro que sería partidario... Alguna conversación ya he tenido por aquí y por allí intentando ver por dónde podría ir eso. Pero tampoco hay que adelantarse, porque todavía hay mucho que rascar en Santa María. No hay prisa. Habría prisa si de repente van a meter una nueva calefacción y hay que agujerear todo. Pero si no se va a hacer nada con el sustrato de San Vicente, se puede esperar. En la arqueología nos tendríamos que caracterizar por ser tranquilos en este sentido.

¿Qué queda por ‘rascar’ en Santa María? Porque parece que el trabajo allí está en una fase muy final.

-Aunque las excavaciones en la catedral terminaron hace ya unos cuantos años, todavía estamos trabajando en el laboratorio. La mala noticia de esta tesis es, por así decirlo, que los que estamos metidos en esto sabemos que ya hoy hay muchas cosas más que decir, pero que irán en próximos libros. Son cosas que no puedo adelantar. Si lo que cuento en este libro a la gente le puede resultar interesante o atractivo por las aportaciones nuevas que da a la historia de Vitoria, todavía hay mucho más esperándonos sin necesidad de ponernos a excavar. Han sido de 15 a 20 años trabajando en Santa María y no ha quedado rincón por excavar. La gente suele pensar que los hallazgos se hacen en vivo y en directo. Y aunque los hay, los verdaderos hallazgos, los científicamente importantes, suelen tener lugar después, en el laboratorio, cuando tienes tiempo para ordenar y contrastar los datos, reflexionar sobre todo el material y consultar la bibliografía.

En definitiva, lo que ha estado haciendo estos últimos cinco años.

-Sí, ha sido una cuestión de contextualización, que viene después de que aparezcan ciertos descubrimientos que ponen el dedo sobre la llaga y empiezan a hacerte dudar de lo que ya se sabía hasta el momento. Cuando empiezas a ver que los documentos pueden no estar diciendo lo que crees o lo que siempre has creído que estaban diciendo, empieza una labor, la de estos cinco últimos años, de releer todo lo ya escrito y revisar todos los documentos que damos por supuesto que ya sabemos lo que dicen. Cuando pones la lupa y vienes con una perspectiva completamente distinta, empiezas a sacar cosas de donde supuestamente no había.