Desde 1983, Vitoria quiso dar una importancia mayor a los niños en las fiestas de La Blanca. Hace casi cuatro décadas, a la habitual bajada del aldeano de Zalduondo el 5 de agosto, se le sumó en mitad de los festejos, otro descenso de un muñeco, pero esta vez de dimensiones más pequeñas. Primero Celedón Txiki, y después la versión femenina, Edurne, se hicieron los protagonistas del día 7 de agosto. Hoy, los más pequeños de la casa, se han vuelto a adueñar de la capital alavesa, y el tradicional paseíllo de blusas y neskas no ha sido una excepción.

Las 27 cuadrillas han contado con una plantilla diferente a la de los primeros días. Las bajas de aquellos a las que las fiestas les están empezando a pasar factura, se han compensado con los menores que se han sumado debido al Día del Niño. Un montón de mini blusas y neskas de todas las edades han dado una mayor vitalidad al recorrido hasta el Iradier Arena. Los más pequeños, han ido en sus carritos guiados por sus padres, al ritmo de la música que marcaba la txaranga. Según iba subiendo la edad, muchos requerían agarrarse de la mano de sus aitas o directamente treparse a sus hombros para ver mejor el camino o para descansar un poco de tanto ajetreo. Los más mayores, han emulado a los veteranos, y con los vasos reutilizables en la mano, llenos de refrescos en su mayoría, bailaban y saltaban al ritmo de los demás.

Pistolas de agua

Uno de los complementos más vendidos durante las fiestas suelen ser las pistolas de agua. Un juguete, del cual los mayores se suelen hacer acopio durante la Blanca, pero que hoy ha vuelto a manos de sus habituales dueños. Las ganas de jugar, sumado al calor que hacía a la hora del paseíllo de ida en la capital alavesa, han provocado que la mayoría de niños estuvieran ataviados con una de ellas, para mojar a sus compañeros y al público. Unos espectadores especiales, y es que muchos familiares y conocidos de los txikis, se han acercado para verles pasear y estos se paraban orgullosos para saludarles y darles un beso.

“Es un día muy especial para ellos, salir con su aita en la cuadrilla de blusas le hace una ilusión tremenda”, declaraba con una sonrisa Rocío, madre de Julen, poco después de que este se le acercara a saludar durante el paseíllo en la calle Dato. Y es que los más pequeños suelen disfrutar de este día de lo lindo. El pasacalles ha podido ser el punto álgido, pero durante la jornada han gozado de una multitud de actividades, desde bien temprano hasta la noche, como espectáculos infantiles, comparsas de gigantes y cabezudos o espacios de aventura infantil con hinchables. Con todo ello, queda clara la implicación que posee Gasteiz, un año más, en realizar unas fiestas plurales y destinadas a todos los públicos.