- Dos palabras frenaron en seco la vida deportiva de Iker Irribarria (Arama, 1996): rótula bipartita. En marzo le dijeron que lo mejor era pasar por el quirófano si no quería tener problemas más graves en un plazo de diez o quince años. El delantero de Aspe optó por la operación y lleva desde entonces currando a destajo para volver a las canchas. Entretanto, reconoce que ha trabajado el aspecto mental y se ha sacado el Máster de formación para el profesorado. En la recta final de la preparación, el zurdo, campeón del Manomanista en 2016 y 2019 y del Parejas de 2017, reconoce que está disfrutando "como un niño" en los entrenamientos, aunque le falta coger ritmo, lógicamente.
Fue operado de la rodilla en marzo y desde entonces ha trabajado duramente para ponerse a tono de cara a su regreso a las canchas. ¿Cuál es su estado actual?
—Ha sido una época dura. Hay que tener mucha disciplina para salir. Ya queda menos para volver y tengo muchas ganas.
Por trabajo no ha sido.
—He metido muchas horas. Cuando no tienes nada más que hacer que centrarte en recuperar la rodilla, cumples con todo lo que te mandan. He hecho todo el trabajo que me han solicitado. Lo he hecho muy a gusto, además, porque he notado cómo iba cumpliendo los plazos y mejorando. Psicológicamente, eso ayuda mucho.
¿Se quitó un peso de encima al conocer de dónde provenían las molestias y los dolores?
—Después de la primera resonancia, pasaron tres semanas en las que nadie me daba una explicación. Era difícil acertar con lo que era. Lo consiguieron, me dijeron que había que operar y fuimos a ello. Para mí fueron más duros los momentos de incertidumbre sin saber qué tenía que lo de después.
Le diagnosticaron rótula bipartita. ¿Le explicaron de dónde venía esa lesión?
—No se sabe. Pudo venir de un golpe o de nacimiento. Le pasa a algunas personas y muchas ni se dan cuenta de que lo tienen. En mi caso y en el de los que hacemos mucho deporte, eso castiga. Si no lo tienes bien, llegan los dolores, los desgastes. Mirando al futuro, porque después de la pelota hay muchos años por vivir, igual era mejor estar parado seis meses ahora que tener que ponerme una prótesis a los 40 años. Hemos acertado. Además, no podía prepararme bien: el cuerpo iba a una velocidad y la rodilla, a otro.
¿Cuánto tiempo llevaba con el runrún?
—En octubre empecé a preparar el mano a mano con bastantes dolores. No podía entrenar todo lo que quería. Aparecían las molestias y no se pasaban. No podía volver con normalidad. Jugué el Manomanista con dolores. Después, también se me fastidió la mano y ya decidí que era el momento de mirar qué sucedía.
¿Le penalizó en los torneos anteriores, entonces?
—Sí, pero no sé ni desde cuándo ni hasta dónde. He podido jugar a alto nivel, pero me ha impedido, sobre todo, realizar todo el entrenamiento físico que yo hubiera querido. Al hacer una serie de movimientos me dolía bastante, por lo que los evitaba y he cogido vicios que se deben quitar. Sí que me ha penalizado, pero no es una cuestión de que podía haber ganado cinco txapelas más. Por ahí no van los tiros. Era más por constancia o disfrute que por nivel. Era un tema más de preparación que de partido.
¿Sobre qué fecha estima que puede ser la vuelta?
—Me gustaría regresar a primeros de septiembre. Estoy entrenando con total normalidad: en parejas, en el cuatro y medio... Lo que me falta es el ritmo y la confianza, que me aguanten las manos y la espalda. He enfocado mucho la preparación en la rodilla y es seguramente lo que mejor tengo ahora. Quisiera coger el ritmo para las próximas tres o cuatro semanas.
Ha sido un plazo largo. ¿Sale un pelotari más fuerte?
—Evidentemente. Cada día aprendo y cada día soy más fuerte. Hace dos años logré una txapela, pero ahora soy más fuerte. Todos los días trabajamos para aprender. En estos seis meses no he parado: he recuperado la rodilla, he hecho un Máster para ser profesor y he trabajado con Julen Ortiz de Murua la psicología, mucho además. He cambiado bastante. No recomiendo a nadie que pase por esto, pero sales muy fortalecido.
Tuvo que crecer muy rápido, al igual que Jokin Altuna, que tiene su misma edad. Con apenas 19 años recibió sobre su espalda la presión de estar en lo más alto: su cara aparece en todas las portadas, programas de televisión...
—Llegamos al éxito de forma muy temprana y sin herramientas para gestionarlo. Mis padres me dieron muchas herramientas, pero las psicológicas para gestionar la tensión y la presión, no. Es normal, porque eso está solo al alcance de los mejores especialistas. Me di cuenta de que en el apartado físico y técnico me preparo con gente que sabe mucho más que yo, pero que en el aspecto psicológico tenía unas carencias enormes: no tenía estabilidad ni un plan de futuro o estrategia. Tenía que enfocar todo eso. La lesión también viene por unos temas psicológicos que influyen mucho: presión, tensión, no saber qué hacer... He trabajado estar tranquilo y cuidarme a mí mismo. Es un tema importante y un trabajo a largo plazo.
No es oro todo lo que reluce. El éxito es complicado.
—El éxito es bonito el primer mes. Cuando se convierte en la mochila que tienes que llevar todo el día, es algo difícil de gestionar. En ese momento no te sientes a gusto y entras en una rutina de autodestrucción. Te preguntas por qué no ganas como antes y dudas sobre el nivel que tienes. He sufrido con la autoestima y la autoexigencia. Estoy intentando aprender para gestionar eso. No solo para la pelota, sino para la vida en general.
¿En ese momento influye más lo externo o lo propio?
—La presión normalmente viene de fuera y luego la transformas tú mismo en propia. Si tienes las herramientas, lo vas a poder gestionar.
Eso ha sido una de las cuestiones más comentadas de los Juegos Olímpicos. ¿Lo ha seguido?
—No he estado al tanto, pero el tema psicológico sí que lo he seguido.
Deduzco que entiende situaciones como la de la gimnasta Simone Biles.
—Si yo he tenido presión siendo pelotari, que es un mundo pequeño; imagínese cómo tiene que estar una gimnasta de Juegos Olímpicos y que ha ganado oros como ella. Me fijo mucho en esas cosas. Lo que hizo Biles tiene un valor increíble. Es una cuestión de autocuración: si yo no estoy bien, ¿para qué y para quién voy a competir? Si la rodilla no está bien, estás lesionado; si la cabeza no está bien, bajo mi punto de vista, también. Tienes unas limitaciones psicológicas que no te van a dejar sacar todo lo que tienes. Anteriormente, la psicología era una cosa nueva, pero ahora se está integrando en todos los ámbitos del deporte. Dejar porque psicológicamente estás mal aún no está extendido, pero creo que va a ser algo que se va a ampliar. Es una lesión más que impide competir.
Volviendo al tema deportivo. Supongo que su objetivo en el regreso será recuperar el ritmo y crecer, poco a poco, sin presión.
—Sin presión interna, aunque sé que por fuera, si no doy el nivel cuando lleve tres partidos, me van a dar caña. Estoy tranquilo. He trabajado mucho para esto. Además, tengo la suerte de que durante este tiempo he podido analizar los partidos de pelota. He visto la mayoría y no he sentido envidia. Me alegro de haberme sentido así. Es difícil disfrutar viendo pelota cuando uno está lesionado. Ha sido un alivio para mí. Cuando yo jugaba, incluso, me costaba.
Está en la recta final.
—Sé que me va a costar, que va a ser difícil, pero estoy disfrutando como un niño.
El pelotari quiere frontón.
—Es lo que queremos. Es lo que quiero. He trabajado mucho para ser pelotari y también lo he pasado mal. Quiero volver a estar compitiendo. Apetece sentir esa adrenalina que se genera en los partidos.
Tiene ganas de marcha.
—Pero tengo que aprender también a perder. Un partido es un día más en la oficina. Tengo ganas de vestirme de blanco.
¿Todas esas cuestiones que está comentando (saber perder, gestionar la presión, el uso de ayuda profesional...) pueden servir de referente para pelotaris en edad de formación?
—No tengo problemas para ayudar a cualquiera. El trabajo psicológico es duro, pero me ha cambiado la vida.
Danel Elezkano, en una entrevista anterior a su segunda txapela del Parejas, también hablaba de la importancia excesiva de la victoria en la pelota base.
—Fíjese cuántos campeonatos hemos jugado y cuántas txapelas tenemos. Si pones la victoria como único foco, siempre vas a vivir frustrado. Nadal tiene muchos Roland Garros, pero la mayoría del resto de torneos no los ha ganado. Te obligan a ganar. Muchas veces los objetivos no te los pones tú, llegan de fuera, pero el deportista no siempre está igual. Desde chavales es importante saber perder y ser consciente de hasta dónde has llegado.
"En octubre empecé a preparar el mano a mano con bastantes dolores. No podía entrenar todo lo que quería"
"Muchas veces los objetivos no te los pones tú; llegan de fuera, pero el deportista no siempre está igual"
"Si yo he tenido presión siendo pelotari, que es un mundo pequeño; imagínese cómo estaba Simone Biles"