Primera madrugada del Azkena Rock Festival 2024 la vivida el jueves en un Mendizabala que incluso por momentos consiguió olvidarse un poco del tiempo, aunque el frío apretó justo en el mismo momento en el que, se supone, quedó atrás la primavera y entró el verano. Vitoria no entiende de calendarios. Por lo menos, la lluvia fue desapareciendo.

Carlos Tarque en su vuelta a Mendizabala Pilar Barco

En un recinto bastante concurrido a pesar de las condiciones climatológicas, fue Carlos Tarque el que inició la última parte del programa diseñado. Volvía el de M Clan al certamen, esta vez con La Asociación del Riff. El sello del cantante es bien conocido y a él respondió en una actuación que muchos siguieron, pero que otros aprovecharon o para retomar fuerzas o para dejarse llevar por la curiosidad de encontrarse con Los Sírex. Y aquí hay que reconocer que fueron no pocos los que quisieron apuntarse a la fiesta.

Parte del público en Mendizabala Pilar Barco

Los más esperados

Llegó entonces el gran momento de esta primera jornada y también el instante de despejar una de las grandes incógnitas de esta edición, es decir, saber en qué estado de forma estaban Jane’s Addiction, ahora que han vuelto a reunir a la formación original. Sí, había dudas, incluso a pesar de que los ecos de sus recientes conciertos daban pie a estar esperanzados.

Jane's Addiction Pilar Barco

El grupo tiró de unos cuantos de sus temas clásicos abriendo la puerta a la nostalgia de tiempos mejores para la banda. Ahí, la formación acertó, sobre todo porque encontró un público dispuesto a entrar en faena, por lo menos en su mayor parte. El que tuvo, retuvo y aunque quedan lejos los años de mayor popularidad, el grupo –que llevaba casi tres lustros sin juntar a los miembros originales– se mostró muy conjuntado. El personal cantó y coreó –con especial mención al momento de Jane Says–, que no es poco, teniendo en cuenta lo vivido desde las seis de la tarde.

Bonafide en el inicio de su concierto Pilar Barco

Cuando la banda terminó, todo hay que decirlo, fueron bastantes los presentes que enfilaron la puerta de salida. Pero todavía quedaba que Bonafide diera la puntilla. El día requería de un chute enérgico de hard rock, algo que Pontus Snibb y los suyos supieron leer desde el segundo uno. No han inventado la pólvora, pero sí saben cómo manejarla.