No ha llegado a cumplir los 40 años y da la impresión de que el californiano ha hecho ya casi de todo, tanto con otros como en su carrera en solitario, siendo su última referencia Three Bells. Ty Segall nunca deja indiferente. En nada de lo que hace ni en el estudio ni en los directos. Su paso por el Azkena Rock Festival no ha dejado de ser otro ejemplo más.

Es la del creador de Laguna Beach una de esas figuras dentro de la escena que no deja indiferente a nadie, para lo bueno y para lo no tanto. De hecho, el final de su carrera llegará cuando esa división no se produzca. O engancha desde el segundo uno y mete al público en un universo propio donde el destino es lo que menos importa porque lo esencial es el viaje, o genera tal muro que la única opción posible es alejarse.

Público durante el concierto Pilar Barco

Más allá del tiempo reinante por los caprichos del cielo, lo cierto es que la jornada del jueves en el Azkena Rock Festival, desde que este tercer día se ha recuperado para la causa, siempre es especial. Que dure menos tiempo hace que el maratón sonoro sea todavía más intenso. En ese contexto, esa división mencionada entre quienes se pueden sentir totalmente atrapados por una propuesta y quienes tienen la sensación de estar expulsados desde el primer momento, todavía se acentúa más.

La tela de araña

En el escenario grande de Mendizabala, Ty Segall ha ido generando con acierto su particular tela de araña sonora, demostrando que es capaz de moverse con soltura por diferentes caminos y fronteras del rock para hacer lo que haga falta en cada momento. Su personal propuesta, esa atmósfera por momentos irrespirable que es capaz de crear, ha sido muy apreciada por el público que no ha podido escapar de su influjo. Pero es verdad que eso no ha sucedido, ni mucho menos, con todos los presentes.

Con todo, ha habido muchos que se han quedado con ganas de más. La fórmula de los festivales es lo que tienen. Puede Ty Segall estar actuando todo el tiempo que quiera. Repertorio no le falta. Pero en un certamen como este, la hora del final siempre llega antes de lo deseado por mucho que alguien esté disfrutando de su voz envolvente, su acierto en la guitarra y, sobre todo, su maestría a la hora de componer.

Eso sin perder de vista que el formato de sala siempre parece más propicio para él. Con todo, cuando la oscuridad de la noche se ha abierto paso, él ha dejado su propia luz en Mendizabala.