Desde el primer libro impreso en Álava por Bartolomé de Riesgo en la calle Correría en 1722, pasando por la cobertura de la mítica tableta de chocolate Ezquerra, a la censura, ya sea en su tono más burlesco, como la titulada Celedón, o la que impidió a un corresponsal transmitir una “interesante conferencia” y hasta conocer otras curiosidades, como que el explorador Manuel Iradier también inventó una caja de tipos para hacer más rápida la composición de textos. Son algunas de las piezas y paneles que componen la exposición Impreso en Vitoria 1722-1958, que se puede ver hasta el 30 de octubre en la sede de Betoño de Fundación Sancho el Sabio Vital.
En ella se dan a conocer la historia y evolución del sector de la impresión en Álava, desde sus orígenes hasta 1958, año en el que se publicó el Reglamento de Depósito Legal del libro, ya que hasta entonces no había la obligación de enviar a la Biblioteca Nacional ejemplares para su resguardo.
EL PRIMER LIBRO
En 1722 el impresor logroñés Bartolomé de Riesgo se mudó a Vitoria y estableció su taller en la calle Correría, donde en octubre de aquel mismo año imprimiría el primer libro alavés Quaderno de Leyes y Ordenanzas con que se gobierna ésta Muy Noble y Muy Leal Provincia de Álava.
En 1731 vio la luz el primer libro alavés impreso en euskera: Doctrina christianeen explicacinoa eusquera, del sacedorte Martín de Arzadun
Raros y efímeros
Por tanto, en esta muestra se recogen ejemplares “raros”, de los pocos que se conservan de cada tirada, que solía ser de unos 100. Y también “efímeros”, muchos de ellos tan de la vida cotidiana que solo uno se da cuenta de su importancia cuando desaparecen.
Tal es el caso de entradas de cine o de boletines de notas y de periódicos, que tampoco se suelen guardar, y que esta muestra permite tocarlos, gracias a las copias que hay del Eco o del Heraldo Alavés.
Como explicó este lunes en su presentación Jesús Zubiaga, director de Fundación Sancho el Sabio, acompañado de Germán Ruiz Llano, comisario de la muestra, y de Mikel Escalera, encargado del montaje y diseño, así como de otros representantes de la parte gráfica, como Joel y Álex Fernández, “la cerilla que enciende la idea de esta exposición fue 2022, cuando se cumplieron 300 años del primer libro impreso en Vitoria. Una época muy tardía para que una imprenta se instalara en la ciudad (Pamplona y Burgos, lo hicieron a finales del siglo XV y Logroño en 1503, por ejemplo)”.
El otro “motivo” fue el profesor e investigador Julio César Santoyo, autor de La imprenta en Álava. Y también, una serie de efemérides cercanas. Entre ellas, los 60 años que se cumplieron desde que en 1964 la Fundación Sancho el Sabio comenzó su andadura como centro de documentación de la cultura vasca.
“Creo que ahora mismo no habrá una colección tan completa de impresos de Vitoria”
“Creo que ahora mismo no habrá una colección tan completa de impresos de Vitoria”, resaltó.
La "Atenas del norte"
La exposición, como añadió su comisario, cuenta también la historia del medio centenar de imprentas que llegó a tener Vitoria, “una efervescencia cultural que la hicieron conocer como la Atenas del norte”, su vínculo con el crecimiento de la alfabetización, y “también resalta mucho el diseño”, como apuntó, por su parte, Escalera.