Ingrid García-Jonsson y Ramón Barea lideran el reparto de Una ballena, la nueva película de Pablo Hernando, un filme que camina entre distintos géneros y que está protagonizado por una asesina a sueldo con unas características muy especiales. Este viernes es el momento del estreno de la producción del creador gasteiztarra en las salas comerciales.

Tras la puesta de largo en un certamen de tanta importancia como el Festival de Sitges se ha sucedido una larga lista de certámenes donde la película se está dando a conocer. Pero llega el momento de acudir a las salas, que es algo que, seguro, lleva tiempo esperando. 

–Sí porque, al final, son muchos años de trabajo para poner en pie este proyecto, mucho tiempo de espera. Además, mi relación con la película ha ido cambiando con el tiempo. Pero esta es la meta a la que siempre quieres llegar, que es ese momento en el que yo me desprendo de la película y empieza a pertenecer al público. Después de todo este tiempo, es lo que más ilusión me hace. 

“Es la primera vez que trabajo con un presupuesto grande y con equipo. En este proyecto he aprendido muchísimo”

Cuando termine la película, el público… 

–No me importa tanto la reacción inmediata de los espectadores, con qué idea o con qué sensación se queden, como el hecho de que la película se les quede pegada. Quiero que la película contamine, que la película le acompañe a la gente, por lo menos, unos días, que al público le cueste desprenderse de ella. Es que hemos querido hacer una obra muy pegajosa (risas).

7

Rodaje de 'Una ballena' del director vitoriano Pablo Hernando

No es solo una propuesta de ciencia-ficción, no es solo un thriller, no es solo… 

–El tema de las etiquetas es un tema complicado. Cuando estás armando la película y estás buscando financiación, hay cierta necesidad de describir la película y situarlo en una determinada categoría. Y cuando acabas la película y tienes que venderla ante los medios y la gente, pasa lo mismo. Parece que hay que explicitar en qué estantería del vídeo club o en que categoría de la plataforma digital va el título. Pero yo, cuando estaba haciendo Una ballena no estaba pensando si era una película de terror, fantástica, un thriller… Es un poco de todo eso pero no estoy jugando a hacer una producción que encaje solo en uno de esos géneros en concreto o en exclusiva. Para mí la película es otra cosa.

¿El qué? 

–La historia de Ingrid, de esta asesina. Lo que pasa es que, por cómo es su naturaleza, el resultado cambia. Quiero decir, este personaje hace que la película camine y entre en todos los géneros que hemos mencionado. No es al revés, no es que yo haya dicho: voy a hacer un thriller, por ejemplo, y todo tiene que ir por ese pasillo. Es el personaje, su naturaleza, lo que es, el que marca todo.

El público en festivales y en las salas comerciales no es el mismo, pero sí es cierto que, hasta ahora, en los certámenes el filme ha tenido bastante buena acogida. 

–Estoy muy contento con las reacciones que la película ha generado hasta ahora. De todas formas, tampoco ha terminado el camino por festivales, porque internacionalmente Una ballena va a seguir teniendo recorrido. En abril, por ejemplo, vamos a Brasil, al Fantaspoa. Y habrá más cosas que se están cuadrando ahora. En este sentido, va a estar muy bien porque van a coincidir las reacciones de los espectadores en sala con las del público en festivales. De todas formas, aún entendiendo que no son públicos iguales al 100%, hay veces que te sorprendes. Igual piensas que una propuesta puede funcionar mejor en un festival porque das por hecho que es algo para gente que le gusta mucho el cine o un tipo de cine en concreto, y al final no es así. Yo, en los pases que ha habido con público más general, me he encontrado en los coloquios posteriores con respuestas muy interesantes, que me han sorprendido.

Los personajes

No se pueden contar muchas cosas de la trama pero sí que Pablo Hernando se inventa una asesina a sueldo muy, muy, muy particular.

–(Risas) Bueno, podemos decir públicamente que la asesina tiene poderes. De hecho, la película empieza y queda claro. Pero es verdad que luego pasan otras cosas que es mejor no contar.

Una mujer que es…

–Entra dentro del arquetipo del asesino a sueldo solitario. Es una mujer fría, distante, de pocas palabras, totalmente inexpresiva, que no se relaciona con nadie más que con la gente que la contrata para matar a otras personas. Es solitaria, misteriosa. En este caso, todo eso tiene una explicación que hace que la película se adentre en el terreno fantástico. 

Pablo Hernando e Ingrid García-Jonsson Ruben Plaza

Hay otro personaje fundamental que es el que interpreta Ramón Barea.

–Él hace un contrabandista que lleva toda su vida trabajando en esta ciudad portuaria que sale en la película. Es uno de estos comerciantes románticos que están dejando de existir. Todo el mundo le quiere, tiene contactos por toda la ciudad y es simpático, cercano, entrañable. Es una persona muy culta, con un gran conocimiento tanto de su negocio como del mar, del folklore, de leyendas, de las criaturas que viven en el mar. Es, además, la persona que contrata a Ingrid para un trabajo que solo ella puede hacer.

La asesina se llama como la actriz. Y usted definía al personaje como frío, distante y de pocas palabras. Vamos, todo lo contrario a García-Jonsson, o por lo menos es la sensación que da.

–(Risas) Sí, sí, es verdad, pero también que el personaje está escrito precisamente pensando en ella. Que yo sepa Ingrid no ha matado nunca a nadie (risas) y es una persona contraria al personaje, porque es una mujer con una energía y una luz increíbles. Pero siempre me ha parecido que Ingrid es muy difícil de ubicar. Parece que la conoces, que la entiendes, pero hay algo raro dentro de ella. Es lo que pasa con el personaje. Cuesta entender lo que es, pero es muy magnético.

Por las características de la película, el filme ha exigido una post producción bastante larga, después de un rodaje que se produjo en primavera de 2023. ¿Todavía lo tiene presente?

–Lo sigo teniendo muy presente porque fue una experiencia memorable. Es verdad que ha pasado mucho tiempo. Además, sabíamos que la post producción iba a ser larga, como hablamos tú yo en su momento, pero es que fue incluso más larga de lo previsto. Una de las cosas por las que más me apetece que la película llegue a las salas es por poder pasar página, cerrar esta etapa y pasar a por lo siguiente.

Próximos pasos

¿Cómo de diferente, o no, es esta película con respecto a sus largometrajes anteriores?

–Hay una cosa en la que es muy distinta. En casi todo lo que había hecho antes, hay un componente de humor. En esta película, eso no está. Bueno, no es que no esté. Digamos que está más ausente de lo que se podría esperar por otras cosas que he hecho. Dicho esto, para mí sí hay pequeños chistes que he conseguido meter y que no me han obligado a quitarlos, pero creo que porque solo yo los pillo (risas).

“Tengo varios guiones y estoy buscando productoras que se animen. Mientras tanto, quiero rodar algo pequeño”

Sin menospreciar sus trabajos anteriores, es verdad que este proyecto tiene un empaque diferente, ¿no cree?

–Sí, sí. Para empezar, es la primera vez que trabajo con un presupuesto grande y con equipo. En este proyecto he aprendido muchísimo y esta es una de las razones por las que quiero empezar ya con lo próximo. Quiero aplicar todo lo que he aprendido con Una ballena. De todas formas, también esta experiencia me ha servido para darme cuenta de que, en el fondo, el proceso es exactamente igual. La parte, por así decirlo, de pico y pala es esencialmente la misma. Los problemas y los dilemas son los mismos tengas o no tengas dinero.

¿Lo próximo ya está sobre la mesa o hay varias cosas esperando y ya se verá cuál sale?

–Tengo varios guiones y estoy buscando productoras que se animen. Mientras tanto, quiero rodar algo pequeño. Es que no quiero esperar (risas). Va a ser en breve, yo creo.

A todo esto, ¿hay un Pablo Hernando espectador que puede sentarse en la butaca como tal para ver ‘Una ballena’ o eso es imposible?

–No, no, no. La vi en el estreno en Sitges y no la he vuelto a ver. De hecho, espero no volver a verla en muchos años (risas). No sé quién puede ver sus propias películas sin enloquecer o sin hacerse el harakiri. Igual dentro de cinco o diez años, me reconcilio y la puedo ver. Pero, por ejemplo, si ahora veo Cabás (2012) lo hago como el que mira un álbum de fotos y recuerdos. No la puedo ver a nivel cinematográfico.