Tras recibir este viernes a Anartic Rock Band, The Noventones y Demonio De Niño para protagonizar un concierto solidario con la asociación Orekabide –que trabaja desde la capital alavesa con personas que padecen trastorno bipolar y sus familias–, el escenario de la sala Urban Rock Concept vuelve a encontrarse este sábado con Ñu. El veterano y referencial grupo liderado por José Carlos Molina cumple en 2024 medio siglo de camino musical, que se dice pronto. En el espacio de Portal de Gamarra, las puertas se abrirán a las 21.00 horas para recibir a la banda, quedando alguna entrada disponible.
Hablar de 50 años de camino en la música es...
–Obsceno (risas).
¿Pero también milagroso?
–Un poco de milagroso sí es. Pero también es algo normal, en el sentido de que a mí la música me gusta desde que era un niño. Siempre he estado rodeado de instrumentos, a tal punto que más que el arte, ahora me gusta ser un poco anticuario y guardar instrumentos. Eso me apasiona incluso más que componer. Nunca me he aburrido. Siempre sueñas con ser como los bluesmen negros que tocan hasta que se mueren. Lo que pasa es que luego te das cuenta de que estás en España.
¿En qué sentido?
–Aquí no tocas como ellos porque te mola el escenario y no puedes salir de él. Aquí tocas porque no te queda más remedio. Nos hemos tirado años y años tocando sin cotizar, currando en fiestas contratados por ayuntamientos que en el momento en el que querías darte de alta, cogían a otra banda. Con todo, siento esto realidad, a mí me encanta ir a tocar, me gusta viajar, me atrae conocer diferentes salas.
Celebrar 50 años y plantear un repertorio que intente abarcar ese tiempo tiene que ser imposible.
–Realmente es fácil, no creas. Toco las canciones que quiere la gente. Igual si hay tres o cuatro personas que en un momento dado te piden temas que hace mucho que no has interpretado o que incluso no has tocado nunca en directo. Pero es una minoría. Así que unimos temas que sabes que van a gustar y canciones del último disco, por supuesto. Bueno, y también meto de vez en cuando alguna cosa diferente. De todas formas, como tal, no estamos haciendo una gira de 50 aniversario con todo lo que eso implicaría. La cuestión es tocar.
El último álbum
‘Yo estoy vivo’, el último disco, se publicó el año pasado...
–Y ya te digo que no voy a hacer más discos. Hoy ya nadie los compra, los coches no tienen para meter el CD, la gente tampoco se entusiasma con estas cosas y es un poco absurdo. Esto viene de lejos, de todas formas. Las canciones las das a conocer en los conciertos y se hacen famosas a base de tocarlas en directo. En nuestro caso, en eso nunca nos ha ayudado la promoción en los medios, en las radios. Pero yo voy a seguir defendiendo las nuevas composiciones porque, como artista, lo que quiero es evolucionar. Además, ahora no puedo cantar algunos temas del segundo disco, por ejemplo, que estaban interpretadas en el tono de voz de Bon Scott.
Hay gente en los conciertos de la banda que ni existía cuando Ñu comenzó.
–Hay gente que te conoce a partir de una determinada época y entre esas personas, hay quien se interesa por ir atrás y quien no. Por lo general, el público conoce lo de siempre, sobre todo porque las televisiones y las radios nunca nos han puesto mucho. De Raphael el personal se las conoce todas (risas).
Grupo de referencia
Pero Ñu es una banda de referencia en la escena...
–No lo sé porque yo estoy dentro y no sé cómo se percibe. Es como si ahora salgo a la calle con una determinada ropa. No voy a saber qué piensa la gente al mirarme. Yo estoy dentro y ni me puedo imaginar lo que piensa el público. Seguramente será algo terrible (risas).
A lo largo de los años, Ñu ha vivido muchas y diferentes épocas.
–Con la gente con la que estoy ahora ya llevo unos años y hay estabilidad. Con todo, vale, igual suena bien mi banda pero, ¿comparado con quién? Creo que está bien lo que hacemos pero no sé si podría estar mejor o si hay otros grupos que lo hacen mejor o diferente. No puedo pararme a pensar en eso porque se me haría difícil divertirme tocando. Y es lo que quiero ante todo. La perfección absoluta que se lleva hoy en los conciertos, con todo muy medido y algunas cosas grabadas, no me atrae. Me gusta la improvisación del momento, que todo sea más real, como eran los conciertos antes.