El tiempo que transcurre entre la celebración de elecciones y la conformación de gobierno ha dado siempre para mucha literatura. Hubo quien ingeniosamente llamó a ese proceso, y especialmente a las actitudes que se adoptan en él, “ritos de apareamiento”. Hoy, con la política y la sociedad bien entradas en el siglo XXI, podríamos definirlo como el periodo en el que los partidos buscan “hacer match”. Y alguno podría pensar que, para lograrlo, los interesados tratan de resultar atractivos, elegantes e, incluso, cariñosos. Pues no. Porque los tiempos evolucionan, pero cuando se trata de estrategias de seducción, hay quien se vuelve, si cabe, aún más cromañón. Le pasa al PP de Feijóo y les pasa, sobre todo, a sus medios afines. A alguien se le debió ocurrir que iban a conseguir los votos del PNV oponiéndose al uso del euskera en el Congreso y, alguien debió decirles que para qué convencer, pudiendo atemorizar. Y en eso están. Esta semana El Mundo publicaba una encuesta, cuya ficha técnica consistía en 800 entrevistas realizadas en Catalunya –sí, en Catalunya– que vaticinaba un batacazo jeltzale que acabaría con Bildu en Ajuria Enea. Su hilo argumental es el siguiente: los votantes nacionalistas prefieren a Feijóo antes que a Sánchez (no sé de qué encuesta han sacado eso) y por eso van a hacer lehendakari a Otegi. Una genialidad, vamos.
Resumiendo, que el PP sigue empeñado en poder convencer, por lo civil o por lo criminal, a los jeltzales. Un empeño que no les llevará a ningun lado, más allá de a la frustración. Y es que el PNV no puede hacer presidente a Feijóo por una cuestión tan simple como que el PNV prometió que no haría presidente a Feijóo. A veces la política es sencilla y consiste en cumplir con la palabra dada. Y esto vale para los seductores de derecha, pero también para los de izquierda. Porque debe saber el renacido Zapatero que en Euskadi no nos gustan los que mienten, pero tampoco los que al hacerlo dicen que han cambiado de opinión.