Contra un opulento rival como el Maccabi y también contra el cansancio propio motivado por la escasa pujanza de muchos jugadores de la irrelevante segunda unidad. Todo parece en contra antes del salto inicial para un Baskonia que, al margen del veneno ofensivo habitual de Markus Howard, deberá oponer argumentos de considerable peso si quiere sellar el billete para el Top 8 a las primeras de cambio.
La agónica victoria del domingo ante el Río Breogán ha puesto de manifiesto que el conjunto vitoriano llega a este primer encuentro del 'play in' ante el Maccabi con las fuerzas al límite pero también con la convicción de que derrotar al coloso israelí no es ninguna quimera pese a carecer del cartel de favorito para la velada.
Con sus imperfecciones y su agotamiento tanto físico como mental a cuestas, el Baskonia merece un voto de confianza por todo lo que ha demostrado a lo largo de esta infernal Euroliga.
Salvo en contadas ocasiones, los de Ivanovic siempre suelen ofrecer su mejor cara en la máxima competición continental y la posibilidad de colarse entre los ocho mejores constituye un caramelo muy sabroso.
Remontarse hasta el curso 2018-19
La última vez que la silueta azulgrana hizo acto de presencia en los cruces de la Euroliga data de la lejana temporada 2018-19. Por lo tanto, es un momento ideal para regresar a la zona noble de un torneo repleto de miuras a los que el Baskonia sigue mirando a los ojos pese a disponer de muchos menos medios a nivel económico.
Esta tarde-noche se presenta la primera oportunidad para hacer realidad dicho objetivo ante el Maccabi, un equipo más fresco y con un banquillo superior que, para más inri, atraviesa el mejor momento del curso.
Tras haber encadenado 16 victorias seguidas en su liga doméstica y ganado siete de sus últimos ocho compromisos continentales, la escuadra de Kattash se perfila como un hueso muy duro de roer.
Cabe recordar que, en caso de triunfo en Belgrado, el Baskonia certificaría la séptima posición de la fase regular y se enfrentaría en la antesala de la Final a Cuatro al Panathinaikos de Ergim Ataman.
Con una derrota en el Stark Arena, nada estaría aún perdido ya que quedaría una segunda bala el viernes en el Buesa ante el ganador del otro pulso del play in entre el Efes y la Virtus. El de Estambul es un partido muy decantado para los turcos. El Real Madrid sería en ese caso el rival del Top 8, ronda que al Baskonia se le escurrió de las manos hace un año de forma cruel en El Pireo.
La tropa de Ivanovic hará frente a un Maccabi con sus virtudes y carencias perfectamente definidas pero que con el transcurrir de la temporada se ha convertido en un grupo cada vez más temible.
La misma espina dorsal
Con una plantilla que ha mantenido la espina dorsal de la pasada temporada, Oded Kattash dirige un colectivo extremadamente físico y atlético sin aparentes puntos débiles más allá de la falta de sacrificio en defensa en muchos momentos.
Todas las miradas apuntan a Baldwin y Brown como los grandes faros ofensivos, aunque el Maccabi también dispone de secundarios de lujo capaces de hacer un traje a cualquiera como Colson, Rivero o Nebo. DiBartolomeo, que se ha perdido los últimos partidos por una pequeña lesión en el hombro, regresará en principio al equipo y será otra amenaza más para los alaveses.
Raro sería que este improvisado cruce de octavos de final no sea una batalla a casi 100 puntos teniendo en cuenta el elevado ritmo que imprimen a los partidos dos equipos deseosos de jugar a muchas revoluciones y con un elevado número de posesiones.
Ivanovic cuenta con el mejor killer (Howard), pero el Maccabi también va sobrado de pólvora.